Pandemia como crisis social y patrimonio «indeseado». Una mirada desde la arqueología del presente

En el séptimo Conversatorio Virtual en Tiempos de Pandemia, participan Nuriluz Hermosilla (Departamento de Antropología, FACSO), Daniella Jofré (Departamento de Antropología, FACSO) y Lidia Rodríguez (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México). Modera Andrés Gómez (Departamento de Antropología, FACSO). Fecha: lunes 25 de mayo 2020,

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Después de la tormenta. Arqueología de la represión en América Latina.

PDF Después de la tormenta.Arqueología de la represión en América Latina 
After the storm.Archaeology of repression in Latin America
Andrés ZARANKIN*, Melisa A. SALERNO**
*Departamento de Sociologia e Antropologia, FAFICH/UFMG. Antonio Carlos 6627. Belo Horizonte, Brasil.
zarankin@yahoo.com **Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas, IMHICIHU/CONICET. Saavedra 15, 5to
piso (1380). Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. melisa_salerno@yahoo.com.ar
Recibido: 02-06-2008
Aceptado: 20-06-2008
RESUMEN
En este trabajo ofrecemos un panorama general sobre los estudios en “arqueología de la represión” (sensu Funari y Zarankin 2006), centrándonos en el caso de América Latina. Nos referimos a las investigaciones que discuten las prácticas represivas de las dictaduras de la región durante las décadas de 1960 y 1970.
PALABRAS CLAVE: Arqueología de la represión. América Latina. Dictaduras.
ABSTRACT
In this article we offer an overview of the studies on the “archaeology of repression” (sensu Funari and
Zarankin 2006), specifically focusing on the case of Latin America. We review different investigations that explore the repressive actions of dictatorial governments during the 1960s and 1970s.
KEY WORDS: Archaeology of repression. Latin America. Dictatorships.
SUMARIO 1. Introducción. 2. Breve historia de las dictaduras latinoamericanas. 3. Arqueología de la represión en América Latina.

4. Palabras finales.

1. Introducción
Durante las décadas de 1960 y 1970, América Latina –como tantas otras regiones del mundo– sufrió las consecuencias sociopolíticas de gobiernos dictatoriales. En un contexto internacional dominado por la Guerra Fría, miles de personas fueron perseguidas, detenidas, exiliadas, torturadas e incluso asesinadas por manifestar diversas formas de oposición.
Los discursos oficiales no sólo negaron la actuación represiva de los regímenes de turno, sino que también intentaron distorsionar la percepción de la realidad. Por un lado, la censura de los medios de comunicación, y el ocultamiento y destrucción de los documentos de estado fueron mecanismos comúnmente empleados por los sectores dominantes.
Por otra parte, la construcción de imágenes negativas sobre la “subversión” fue una de las estrategias especialmente diseñadas para legitimar la presencia de los dictadores como “guardianes de los intereses nde la patria”.
Durante la década de 1980, el retorno de la democracia posibilitó que América Latina despertara de un largo letargo. Al mismo tiempo que comenzaron a ganar fuerza las voces de los organismos de derechos humanos, algunos medios de comunicación decidieron hablar sobre el terrorismo de estado.

A medida que la represión retrocedía, las personas comenzaron a organizarse y reclamar verdad y justicia.
En este escenario, nuevas generaciones de arqueólogos asumieron el compromiso político de contribuir al esclarecimiento de los crímenes cometidos por los represores. De esta manera, intentaron desafiar el “saber-poder” (sensu Foucault 1988) de una disciplina científica, especialmente interesada en la prehistoria y la defensa de la neutralidad ideológica.Se iniciaron así los primeros estudios de un campo que recientemente fue denominado “arqueología dela represión” (sensu Funari y Zarankin 2006).
Partimos del presupuesto de que la arqueología posee el potencial para“democratizar” el pasado (sensu Funari 1999). Como ya mencionamos, la mayor parte de los documentos que hacen referencia a la actuación de las dictaduras excluye, minimiza
o distorsiona la presencia de los sectores afectados.
A diferencia de estos registros, la materialidad de los cuerpos, los objetos y el espacio participa en la cotidianeidad de todas las personas. Al centrarse en su análisis, la arqueología puede dar voz a los grupos silenciados, construyendo narrativas diferentes a los discursos dominantes (Bellelli y Tobin1985).

Este trabajo intenta ofrecer un panorama general sobre las investigaciones interesadas en discutir–desde una perspectiva arqueológica– las “estrategias”
represivas y las “tácticas” de resistencia a las dictaduras latinoamericanas (sensu De Certeau 1980).
2. Breve historia de las dictaduras latinoamericanas
En líneas generales, los regímenes dictatoriales se definen por oposición a los democráticos. Por este motivo, en primer término creemos necesario explicitar
algunos rasgos característicos de las democracias.
Sólo a partir de su contraposición podremos comprender mejor ciertas características básicas de las dictaduras.

De acuerdo a Przeworski et al. (2000), las democracias constituyen sistemas en
los que los puestos gubernamentales (principalmente, ejecutivos y legislativos) son ocupados mediante elecciones concursadas entre diversos partidos. En cambio, las dictaduras son regímenes en los que los gobernantes acceden a sus posiciones sin el desarrollo de este tipo de elecciones. Estas circunstancias se asocian con la ausencia de partidos políticos o la presencia de partidos únicos. Las dictaduras suelen
ser producto de golpes de estado; es decir, de cambios en las pautas de sucesión al poder (que pueden ser generados por los mismos gobernantes en ejercicio
de sus funciones o miembros de la oposición).
Desde el triunfo de los movimientos independentistas, América Latina sufrió una constante tensión entre gobiernos democráticos y dictatoriales (Meyer
y Mena 1989; Becker 2008). En esta primera sección del trabajo, describimos las dictaduras que  se desarrollaron en distintos países de la región durante
las décadas de 1960 y 1970. Sin lugar a dudas, cada uno de estos regímenes contó con características particulares, que dependieron de circunstancias socioculturales específicas (Davis 1995). A pesar de ello, creemos posible brindar un panorama general sobre sus rasgos. De esta manera, pretendemos comprender las principales razones que promovieron el silenciamiento y la distorsión de la historia del período. Asimismo, proponemos contextualizar los aportes que –desde hace algunos años– los arqueólogos intentan realizar a su entendimiento.
Las dictaduras latinoamericanas de 1960 y 1970 se encontraron especialmente lideradas por sectores militares. Estos últimos instauraron formas de gobierno características, usualmente conocidas como“juntas” (Feitlowitz 1999). Las juntas comprendieron comisiones integradas por diversos oficiales de las fuerzas armadas (ya sean de primera o segunda línea). Por lo general, los jefes de esas comisiones ejercieron funciones presidenciales. Una vez en el poder, los grupos militares instituyeron “leyes marciales”.
Éstas supusieron una serie de excepciones a la aplicación de las leyes ordinarias; es decir, al orden de cosas comúnmente establecido por la constitución.
En este contexto, las fuerzas militares contaron
con facultades extraordinarias para enfrentar “estados de emergencia” (situaciones en que las instituciones judiciales resultaban aparentemente incapaces de asegurar la paz y el bienestar de la nación).
De esta manera, los sectores en el poder se arrogaron el derecho de limitar y/o suspender las libertades civiles, dando lugar a juicios breves y castigos
severos.
Desde la Revolución Cubana de 1959, los movimientos de izquierda experimentaron un fuerte crecimiento en toda la región (Avelar 1999). Como señala Wright (2007), este desarrollo se manifestó en la creación y consolidación de grupos revolucionarios,
el aumento de las huelgas y manifestaciones, y el descontento y organización de los sectores campesinos y obreros. En algunos casos, los partidos de izquierda lograron alcanzar posiciones significativas en las elecciones democráticas. El gobierno populista de João Goulart en Brasil y el de Salvador Allende en Chile constituyen ejemplos de este proceso (Becker 2008).

En otras ocasiones, los movimientos de izquierda recurrieron a acciones militarizadas con el objetivo de desestabilizar los gobiernos de turno. De esta forma, se encontraron envueltos en acciones guerrilleras (Wright 2007). A pesar de su diversidad, las agrupaciones de izquierda en América Latina usualmente compartieron los fundamentos de la ideología marxista. En este sentido,destacaron las condiciones de desigualdad fomentadas por la economía capitalista y las posibilidades de construir una realidad social más justa.

Durante las décadas de 1960 y 1970, la mayor parte de los países de América Latina se transformó en regímenes dictatoriales. Entre éstos es necesario mencionar Argentina (1966-1973 y 1976-1983), Bolivia (1964-1982), Brasil (1964-1985), Chile(1973-1990),Ecuador (1963-1966), Honduras(1963-1971 y 1972-1982), Panamá (1968-1989), Perú (1968-1980) y Uruguay (1973-1985).

Mientras tanto, otros países contaron con gobiernos autoritarios que se remontaban a épocas anteriores.
La acción represiva de los gobiernos militares en América Latina se desarrolló en un contexto internacional dominado por la Guerra Fría (Acuña 2003); es decir, el enfrentamiento que –desde finales de la Segunda Guerra Mundial– se produjo entre dos sistemas de organización política, económica y social: el capitalismo (representado por los Estados Unidos de América) y el socialismo (representado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Esta oposición se caracterizó por un estado de tensión permanente, sin una declaración formal de guerra.
Los Estados Unidos entendieron que el crecimiento de la izquierda en América Latina constituía una amenaza contra su seguridad nacional (Lernoux 1980). Por este motivo, decidieron apoyar la presencia de sectores militares que pudieran controlar los grupos que atentaban contra los fundamentos del sistema capitalista. Este apoyo se expresó en términos políticos, económicos y militares (lo que incluyó la prestación de servicios de inteligencia y la instrucción de los oficiales al mando).
Resulta posible identificar similitudes entre los mecanismos represivos utilizados por las dictaduras latinoamericanas durante el período de estudio. Muchas
de estas semejanzas permiten señalar la existencia de una estrategia concertada entre distintos países de la región (Acuña 2003). De acuerdo a la
información provista por algunos documentos desclasificados, en 1975 se implementó una campaña de represión política regional conocida como “Plan Cóndor” (McSherry 2002). Este programa de acción militar –que contó con el apoyo de los Estados Unidos–se desarrolló en el extremo sur del continente americano. Entre otros países, incorporó a Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay. En pocas palabras, el Plan Cóndor tuvo como objetivo generar acciones de inteligencia que permitieran perseguir y exterminar a los grupos opositores a las formas de gobierno implantadas.
Las dictaduras latinoamericanas experimentaron su desmoronamiento desde fines de la década de 1970. Este proceso se inició en Ecuador (1979), y se extendió a Perú (1980), Honduras (1981), Bolivia y El Salvador (1982), Argentina (1983), Brasil (1984 Guatemala y Uruguay (1985), Chile y Paraguay (1989), Nicaragua y Panamá (1990), entre otros países (Rico 1997).

En la mayor parte de los casos, la caída de los gobiernos militares no se encontró
asociada con procesos revolucionarios abruptos (Catterberg 1989). Por el contrario, se halló estrechamente vinculada con factores nacionales e internacionales de larga duración (Rico 1997).

Por un lado, hacia fines de 1970 los regímenes autoritarios experimentaron profundas crisis económicas, políticas y sociales como resultado de medidas implementadas en el pasado. Por otra parte, durante el mismo período comenzaron a sufrir las consecuencias de un contexto internacional adverso. En este sentido, el fin de la Guerra Fría dificultó que los sectores militares continuaran utilizando el temor al comunismo como principal justificación de su presencia.
Tras la caída de las dictaduras, los familiares de las víctimas y las organizaciones de derechos humanos contaron con la posibilidad de hacer oír sus protestas
sobre los excesos cometidos por los sectores militares.

Por primera vez, la mayor parte de los latinoamericanos sintió una creciente necesidad de conocer su historia política reciente. Este movimiento fue inicialmente impulsado por las investigaciones que intentaban reunir pruebas para procesar a los culpables de los actos represivos. Asimismo, fue proseguido por numerosos trabajos realizados por sobrevivientes e investigadores en ciencias sociales.

Desde la década de 1980, los arqueólogos comenzaron
a interesarse por el estudio de las consecuencias
de las dictaduras. En ese momento, los profesionales no sólo contaron con un mayor grado de libertad para llevar adelante sus trabajos; también
se vieron favorecidos por un escenario académico internacional que desafiaba las pretensiones científicas del positivismo. Los trabajos englobados bajo
el rótulo de “postprocesualismo” destacaron la importancia
de integrar la variabilidad cultural, la especificidad de los contextos locales, las voces de los sectores marginados y el compromiso político de los investigadores (Trigger 1990; Van Pool y Van
Pool 1999).

La discusión de la historia oficial de los gobiernos militares en América Latina presentó diversos resultados. En el ámbito judicial, los efectos obtenidos
fueron parciales. Si bien algunos miembros de las fuerzas armadas fueron enjuiciados, no siempre se pudo castigar a los oficiales de alto rango (Rico
1997). Conviene señalar que en la mayor parte de los países de la región la transición hacia la democracia fue pautada por los mismos gobiernos dictatoriales.
Ello permitió que los jefes militares se encontraran protegidos por sus múltiples conexiones con los nuevos sectores gobernantes. A pesar de estas circunstancias, las investigaciones sobre dictaduras en América Latina obtuvieron importantes logros a escala nacional e internacional. Estos trabajos no sólo desafiaron las historias sugeridas por el poder oficial. También desarrollaron un creciente proceso de concienciación sobre los riesgos de las dictaduras e influyeron en algunas de las cartas internacionales sobre derechos humanos que se encuentran vigentes en la actualidad (Wright 2007).
3. Arqueología de la represión en América Latina
Desde sus orígenes en la década de 1980, los proyectos sobre arqueología de la represión en América Latina comparten un compromiso político-social
con la búsqueda de la verdad. A pesar de ello, cada uno de estos trabajos articula diferentes intereses y objetivos específicos. A continuación, realizamos
un esfuerzo por sistematizar la diversidad identificada1
. Para ello proponemos agrupar los análisis efectuados según sus principales ejes de discusión.Entre éstos destacamos: 1) las reflexiones teóricas sobre arqueología de la represión, memoria y usos del pasado; 2) la recuperación e identificación de
restos de personas desaparecidas; 3) el estudio de centros clandestinos de detención; 4) el análisis de objetos asociados a la represión; 5) el estudio de casos
representativos.
3.1. Reflexiones teóricas sobre arqueología de
la represión, memoria y usos del pasado
Son varios los investigadores interesados en discutir las bases epistemológicas,conceptuales y metodológicas de la arqueología de la represión en
América Latina (Funari y Vieira de Oliveira 2006;
Haber 2006; López Mazz 2006). Algunos interrogantes planteados incluyen: ¿cuál es el objetivo de los trabajos desarrollados en el marco de una arqueología
de la represión? ¿De qué manera deben ser abordados los temas analizados? ¿Cuáles son los efectos de este tipo de estudios en el contexto académico y el contexto sociocultural más amplio?
¿Qué marcos teóricos pueden ser incorporados o desarrollados por los arqueólogos? ¿Cuáles son las particularidades de trabajar con los aspectos materiales de la represión?

Dentro de esta orientación, en los últimos años se han generado diferentes espacios de diálogo en congresos y jornadas.

El I y II Encuentro Internacional sobre el Análisis de la Prácticas Sociales Genocidas (Buenos Aires, 2003  y 2007),  el simposio Historias Desaparecidas (IV Reunión Internacional de Teoría Arqueológica en América del Sur, Catamarca, 2007) y la mesa Archaeology and the Failures of Modernity (World Archaeological Congress VI, Dublin, 2008) constituyen algunos ejemplos de ello.
Probablemente, uno de los primeros artículos que
propone generar una reflexión teórica sobre los estudios en arqueología de la represión sea Archaeology of the Desaparecidos (Bellelli y Tobin 1985).
Este trabajo fue escrito cuando se desarrollaron los primeros juicios a los militares responsables de cometer actos de represión en el contexto de la última
dictadura argentina. El principal objetivo de Bellelli y Tobin consistió en alentar a los arqueólogos a comprometerse políticamente con la búsqueda de la verdad. A partir de ello, los autores enfatizaron que la disciplina ofrecía las herramientas necesarias para colaborar en el esclarecimiento del secuestro y desaparición de miles de personas.
Siguiendo esta misma línea de discusión, diversos investigadores actualmente reflexionan sobre las formas en que la arqueología puede analizar las
consecuencias del terrorismo de estado, generando información sobre hechos que permanecieron largamente silenciados.

Algunos trabajos que plantean ideas interesantes son Una mirada arqueológica a
la represión política en Uruguay; 1971-1985 y Arqueología
de la Represión y la Resistencia en Amé-rica Latina (1960-1980.

En el primer caso, José María López Mazz (2006) considera las particularidades que caracterizan el registro arqueológico de la violencia política y sus diversas formas de resistencia.
En el segundo, Pedro Funari y Andrés Zarankin (2006) definen la “arqueología de la represión” como un área de estudios especialmente orientada a desafiar la historia oficial de las acciones represivas mediante el análisis de materialidades.

De esta manera,los autores plantean que las investigaciones desarrolladas por esta perspectiva comúnmente se encuentran asociadas con el estudio
cada de 1990. A lo largo de su desarrollo, este proyecto encontró diferentes obstáculos que impidieron finalizarlo. Entre otros factores, los autores consideran
que la continuidad de funcionarios de la dictadura durante los gobiernos democráticos comúnmente limitó la viabilidad de este tipo de estudios.
Mientras tanto, en “Tortura, verdad, represión, Arqueología”
Alejandro Haber (2006) establece una desafiante comparación simbólica entre las representaciones de la conquista europea de América en
el siglo XVI y las dictaduras militares del continente en el siglo XX. En este sentido, señala que el establecimiento de “regímenes de verdad” en arqueología comúnmente condicionó (y aún condiciona) las miradas sobre el exterminio de miles de personas.
3.2. Recuperación e identificación de restos de personas asesinadas
Sin lugar a dudas, la “desaparición de personas” fue una de las fórmulas más siniestras empleadas por las dictaduras latinoamericanas para eliminar asus opositores. Por lo general, implicó el secuestro de las víctimas mediante la actuación de grupos paramilitares que funcionaron como organizaciones
clandestinas del estado. En este contexto, el destino final de las personas usualmente permaneció desconocido por sus allegados y el resto de la sociedad.
Según María Celeste Perosino (2007), la desaparición supuso un estado de “detención indefinida”;una especie de suspensión entre la vida y la muerte
que logró prolongarse más allá de la duración de las dictaduras.

A partir de ello, creemos posible afirmar que los mecanismos represivos constituyeron estrategias fundamentadas en la desinformación. Éstas no sólo buscaron negar la existencia de los secuestros y asesinatos, dejando a la población sin capacidad de reacción. También intentaron garantizar la impunidad de los perpetradores, manteniéndolos alejados de las acusaciones que se pudieran efectuar en su contra.
Fueron necesarios varios años para que la sociedad descubriera que la mayor parte de los desaparecidos fueron asesinados, y sus cuerpos terminaron destruidos o escondidos en distintas localizaciones.
En el caso argentino, el General Videla (primer presidente de la Junta Militar que gobernó el país durante la última dictadura) intentó justificar la desaparición
de personas de la siguiente manera:

“No,no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante,
traicionera, no se hubiera bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales
de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién  mató, dónde, cómo” (Seoane 2001: 215).

En América Latina, los regímenes dictatoriales hicieron desaparecer a miles de personas de todas las edades y ocupaciones (ver figura 1). Ni vivos ni
muertos, los desaparecidos fueron personas cuyas historias de vida fueron interrumpidas por las circunstancias que rodearon el secuestro y detención
(Funari y Zarankin 2006). Como mencionamos anteriormente, la arqueología puede ayudar a recuperar y reconstruir su memoria. ¿Qué pasó con las víctimas? ¿Dónde están? Éstas son algunas de las preguntas que distintos grupos de antropólogos forenses están intentando resolver en la actualidad. Desde 1984, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) desarrolla tareas interdisciplinarias con el objetivo de detectar, exhumar e identificar los cuerpos de cientos de personas definidas como “NN” (es decir, individuos sin “ningún nombre” o identidad conocida). Este trabajo lo transformó en uno de los equipos de antropología forense más reconocidos a nivel mundial (EAAF 1991, 1992, 1993; Doretti y Fondebrider 2001) (Tabla 1).
Las tareas del EAAF se iniciaron con el retorno de la democracia a la Argentina. En 1983, varios organismos de derechos humanos –que contaban con cierto apoyo del gobierno estatal– decidieron investigar cuál fue el destino de las personas desaparecidas durante la última dictadura. Fue así que las Madres de Plaza de Mayo invitaron al país a distintos especialistas con el propósito de que colaborarán en la búsqueda de las víctimas. Entre otros profesionales,resulta importante mencionar la presencia de Clyde Snow (uno de los antropólogos forenses de mayor prestigio en el mundo). A lo largo de su carrera, Snow había logrado desarrollar una serie de
procedimientos para “leer” diversos tipos de datos contenidos en los esqueletos. Éstos constituían herramientas útiles para identificar los restos de personas con fines judiciales (Segura 2005). Teniendo en cuenta estas técnicas, Snow decidió entrenar a un pequeño grupo de estudiantes y jóvenes graduados en arqueología que finalmente conformaron el EAAF.
Desde sus orígenes, los estudios desarrollados por el EAAF permitieron conocer las estrategias represivas utilizadas por gobiernos autoritarios de Argentina,y otros países de América Latina y el mundo.
En el caso argentino, los primeros trabajos consistieron en excavar tumbas de NN, donde se constató la existencia de individuos con signos de tortura y asesinato (muchas veces enterrados en fosas comunes). La evidencia sobre las circunstancias que rodearon la muerte de las personas se utilizó frecuentemente en juicios contra los responsables de los crímenes. Asimismo, muchos restos fueron y aún continúan siendo identificados y devueltos a los familiares. En este sentido, vale la pena señalar que
desde el año 2007 el EAAF ha puesto en marcha la Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Personas Desaparecidas. Este proyecto tiene el objetivo de aumentar la identificación de individuos mediante la recolección de muestras de ADN (sangre de familiares y restos óseos de las víctimas) que serán comparadas de forma masiva (EAAF 2008).
Siguiendo el ejemplo del EAAF, muchos países latinoamericanos incluyeron en sus equipos médico-legales la presencia de antropólogos forenses. En el año 2003, se creó la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense (ALAF 2007).

Esta organización contribuyó a la consolidación de este campo de estudio en la región. Existen diversos investigadores y equipos de trabajo que actualmente desarrollan actividades de antropología forense en América Latina. En Guatemala, la Fundación de Antropología Forense investiga los asesinatos cometidos por las fuerzas represivas durante el conflicto armado que enfrentó al país en las últimas décadas (Suasnávar y Moller 1999).

En el caso de Chile, Iván Cáceres analiza la destrucción de enterramientos clandestinos por parte de los militares como forma de ocultar los actos desarrollados durante la dictadura (Cáceres 1992, 2004; Carrasco et
al. 2003, 2004).

Por su parte, José Vicente Rodríguez Cuenca (2004) realiza un estudio sobre la matanza ocurrida en 1985 en el Palacio de Justicia de Colombia. Asimismo, un equipo dirigido por José María López Mazz (2006, 2007) efectúa exploraciones en diversos cuarteles militares uruguayos con el objetivo de identificar fosas clandestinas.

Además de los grupos de trabajo mencionados, equipos peruanos, nicaragüenses y de otras nacionalidades se encuentran interesados en el estudio de los actos genocidas producidos por el terrorismo de estado.
3.2.1. Estudios de Centros Clandestinos de Detención
La desaparición de personas durante los gobiernos dictatoriales generalmente estuvo asociada a otro dispositivo represivo: los “Centros Clandestinos de Detención” (CCD). Estos campos de concentración actuaron como prisiones donde los secuestrados
eran mantenidos en cautiverio por días, meses e incluso años. Los CCD constituyeron espacios donde se interrogaba a las personas de forma sistemática mediante el empleo de procedimientos de tortura.
Sin lugar a dudas, su carácter clandestino los convirtió
en una especie de “no-lugares”, lo cual significó que su existencia no fue oficialmente reconocida por las autoridades gubernamentales (Zarankin y
Niro 2006).

Frente a estas circunstancias, los represores pudieron decidir de forma completamente libre el destino de quienes se encontraban en su interior.
Los CCD buscaron destruir la identidad de los detenidos. La privación de la visión, la limitación del movimiento, la aplicación de torturas, la falta de alimentos, las condiciones climáticas extremas, laprohibición de la comunicación y la sustitución de
los nombres por códigos constituyeron algunos delos dispositivos empleados en estos espacios. Éstos tuvieron como principal centro de atención la corporalidad y subjetividad de los secuestrados, transformándolos en “desaparecidos”. Los CCD representaron un nuevo modelo punitivo, construido a partir de elementos de diversos sistemas represivos (tanto modernos como antiguos).

Tal vez por las dimensiones de violencia que asumió el terrorismo de estado (y el carácter de laboratorio que los Estados Unidos otorgaron al país con el objetivo de contener el avance de las ideologías de izquierda), Argentina fue uno de los casos donde existió una mayor cantidad de CCD. Según informes de organismos de derechos humanos, entre 1976 y 1983 hubo más de 550 centros, por los que pasaron aproximadamente 30.000 personas. Estas circunstancias finalmente
dieron lugar al nacimiento de varios proyectos arqueológicos interesados en excavar estos sitios.
Uno de los principales proyectos de excavación de un CCD en Argentina fue el del “Club Atlético”, cuyo plan de trabajo se inició en 2002 con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Weissel 2002).

Una de las particularidades de este proyecto fue que la dirección de las tareas se encontró  a cargo de una Comisión compuesta por representantes
de organizaciones de derechos humanos,el gobierno de la ciudad, familiares de desaparecidos, sobrevivientes del centro y diversos profesionales
(ingenieros, arquitectos y arqueólogos). Por lo tanto, las propuestas de los arqueólogos sólo representaron una perspectiva entre otras posibles.
Frente a estas circunstancias, sus ideas debieron ser continuamente consensuadas en el marco de la comisión.
En el año 2003, parte de los objetivos y la metodología de trabajo fueron modificados como consecuencia de una nueva convocatoria (Bianchi Villelli y Zarankin 2003a, 2003b). Las metas del proyecto se reordenaron en función de dos ejes diferentes:
por un lado, generar un estudio sobre la arquitectura y la organización espacial del CCD; por otra parte, construir una memoria material sobre la represión del período (Zarankin y Niro 2006).
Dentro de esta línea de estudio, podemos destacar las tareas realizadas en Mansión Seré o Atila (un CCD localizado en el municipio de Morón, en la provincia de Buenos Aires). En el año 2000, un grupo de estudiantes de la Universidad de Buenos Aires
inició un proyecto de excavación que se transformó en el primer trabajo de su tipo en Argentina. Las actividades se centraron en la reconstrucción de la memoria del lugar, para lo que se conjugaron testimonios de vecinos y sobrevivientes con evidencias materiales recuperadas durante las excavaciones (Bozzuto
et al. 2004). Otras investigaciones que están desarrollándose
desde hace algunos años incluyen el “Pozo de Rosario” en Santa Fe (Bianchi et al. 2008) y el “Pozo de Vargas” en Tucumán. Los resultados de los trabajos presentados en este apartado permiten comprender los aspectos funcionales y simbólicos de los CCD,definiéndolos como instrumentos fundamentales
de los sistemas represivos de Argentina y América Latina.
3.2.2. Análisis de objetos asociados a la represión
El estudio de la materialidad de los mecanismos represivos no sólo depende de la posibilidad de analizar el espacio construido de los CCD. Dentro y fuera de esos lugares, también se pusieron en juego diversas expresiones de la cultura material que desarrollaron un lugar preponderante en los procesos de dominación y resistencia de las personas. Uno de los trabajos que se enmarca en esta línea de estudios es “Algo Habrán Hecho…” La Construcción de la Categoría “Subversivo” y los Procesos de Remodelación de Identidades a través del Cuerpo y el Vestido (Argentina, 1976-1983). En este caso, Melisa Salerno (2007) utiliza documentos oficiales para
comprender las formas en que el vestido y la apariencia de los sectores perseguidos pudieron ser utilizados por los regímenes militares para construir y estigmatizar la categoría “subversivo”.

Desde esta misma perspectiva, la autora analiza testimonios de sobrevivientes y restos de vestimenta recuperados en diversas exhumaciones conducidas por el EAAF con el objetivo de discutir los mecanismos represivos empleados por el estado para destruir la categoría “subversivo” que anteriormente había elaborado.
Teniendo en cuenta estas ideas, Salerno señala que las transformaciones en la apariencia de las personas durante su cautiverio y muerte (principalmente mediante el desnudo, la tortura y los cambios de vestido) contribuyeron al desdibujamiento de sus identidades y la construcción de su condición de “desaparecidos”.
Siguiendo esta línea de análisis de la cultura material, otros trabajos se han interesado por discutir las particularidades de los procesos de resistencia.
En Rayando tras los Muros: Graffiti e Imaginario Político-Simbólico en el Cuartel San Carlos (Caracas, Venezuela), Rodrigo Navarrete y Ana María López (2006) interpretan el imaginario carcelario a partir del análisis de graffitis y otras expresiones figurativas
y textuales localizadas en los recintos del Cuartel San Carlos. Para los autores, estas “manifestaciones parietales” representan formas alternativas mediante las cuales los prisioneros intentaron reinventar la realidad en que se encontraban inmersos.
Por su parte, en Una mirada arqueológica a larepresión política en Uruguay; 1971-1985 José María López Mazz (2006) plantea la posibilidad de discutir situaciones de resistencia entre los presos políticos de la última dictadura militar uruguaya. Desde
este enfoque, su estudio propone abordar la materialidad de las situaciones de fuga o de pequeñas conductas cotidianas (como la construcción de juguetes) que permitieron escapar a la violencia impuesta por las fuerzas de la represión.

3.2.3. Estudio de casos significativos
Muchas veces, los proyectos que tienen más difusión en los medios de comunicación corresponden con lo que hemos denominado “casos de estudio emblemáticos”. Éstos dependen del interés que despiertan ciertos personajes y eventos históricos directamente vinculados con la actuación de las fuerzas represivas en la región. Sin lugar a dudas, el proyecto que ganó mayor notoriedad en los últimos años fue el de la búsqueda de los restos del Che Guevara.
En 1997, el arqueólogo cubano Roberto Rodrí- guez Suárez (junto con un equipo compuesto por investigadores de diversos países) localizó y recuperó los restos del líder revolucionario en Bolivia (Rodríguez Suárez 2006). En este caso, el éxito del proyecto
radicó en la utilización de una metodología específica que involucró técnicas analíticas propias de la antropología forense y la arqueología.
En el caso de México, Patricia Fournier y José Martínez Herrera (2006) discutieron los sucesos ocurridos en 1969 cuando el gobierno desencadenó la represión de una manifestación estudiantil pacífica que se desarrollaba en la Plaza de las Tres Culturas.
Según se sabe, en esa ocasión cientos de estudiantes y personas comunes fueron masacradas por el aparato represivo del estado. Después de 40 años,
no se ha terminado de esclarecer lo sucedido, los cuerpos de muchas víctimas continúan desaparecidos y los culpables no han sido castigados. Patricia Fournier y José Martínez Herrera consideran que dentro de este panorama la arqueología se transforma en una herramienta privilegiada “para la recuperación
de la memoria”. En este sentido, la disciplina no sólo puede develar lo que realmente ocurrió en la Plaza de las Tres Culturas, sino que también puede contribuir a localizar los muertos y desparecidos en el evento.
4. Palabras finales
Durante décadas, la arqueología latinoamericana se mantuvo alejada del análisis de la represión, las dictaduras y sus consecuencias, e incluso cerró los
ojos ante estos fenómenos. Sólo a partir del retorno de la democracia, nuevas generaciones de arqueólogos comenzaron a interesarse por este campo de estudio. Sin embargo, en la mayor parte de los casos los trabajos se realizaron de forma aislada. Ello se debió a diversos factores. Por un lado, los sectores asociados a las dictaduras extendieron su poder (o incluso lo aumentaron) durante los gobiernos democráticos,
obstaculizando parte de las investigaciones sobre este tema. Por otra parte, diversos arqueólogos se mostraron reticentes a participar en proyectos interesados en el estudio de la represión, ya sea por encontrarse afectados por el recuerdo de la
persecución ideológica o por haber participado directamente en ella. Por último, los ideales positivistas de una arqueología científica y neutral impidieron el desarrollo de cualquier forma de compromiso político por parte de diversos profesionales del área.
Si bien los trabajos en arqueología de la represión continúan siendo minoritarios, el panorama anteriormente descrito ha comenzado a transformarse.
En líneas generales, la arqueología no sólo ha contribuido a comprender el funcionamiento de los sistemas que hacen desaparecer a las personas. También ha colaborado con la construcción de una memoria material del genocidio. El desarrollo de nuevos espacios de producción científica en América Latina ha permitido generar un diálogo fructífero entre los profesionales, demostrando las semejanzas y diferencias de los procesos represivos en distintos países de la región. Asimismo, estos espacios de trabajo han abierto la posibilidad de sistematizar un conjunto de estudios que anteriormente se presentaba como fragmentario y desarticulado. Actualmente, el desafío es asegurar la continuidad de los trabajos y fomentar la creación de nuevas investigaciones.
En síntesis, la arqueología latinoamericana cada vez se encuentra más comprometida con las causas sociales. Desde esta perspectiva, se halla dispuesta a asumir la responsabilidad de investigar los sucesos ocurridos durante las dictaduras. A pesar de los intentos de ocultamiento y distorsión de quienes participaron en los gobiernos autoritarios, los resultados obtenidos permiten ser optimistas y confiar en que se puede contar otra historia.

AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a María Celeste Perosino por sus contribuciones con la bibliografía sobre los antecedentes históricos de la represión en el Cono Sur. A Alfredo González Ruibal por invitarnos a participar en este volumen.
NOTA
1. Los ejemplos mencionados tan sólo constituyen una muestra parcial y fueron seleccionados en función de casos conocidos por los autores.
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El investigador en la sociedad digitalizada. Nuevas etnografías y ciberespacio: reformulaciones metodológicas.

CULTURA & POLÍTICA @ CIBERESPACIO
1er Congreso ONLINE del Observatorio para la CiberSociedad

En septiembre de 2002 el Observatorio para la CiberSociedad celebró su primer Congreso ONLINE bajo el título «Cultura & Política @ CiberEspacio».
Comunicaciones – Grupo 10
El investigador en la sociedad digitalizada
Coordinación: Jordi Colobrans (jcolo97@lix.intercom.es)
http://cibersociedad.rediris.es/congreso
Nuevas etnografías y ciberespacio:
reformulaciones metodológicas.
Anastasia Téllez Infantes
Universidad Miguel Hernández, Elche
nasta70@hotmail.com y atellez@umh.es
Resumen
En esta comunicación nos planteamos cómo hacer antropología en, sobre y a través del ciberespacio y la necesaria adaptación metodológica de la investigación etnográfica. Y ello, porque defendemos que las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (N.T.I.C.) y en especial Internet, se constituyen en técnicas de investigación. En segundo lugar, este contexto ciberespacial es un campo de estudio donde podemos analizar la interacción de los individuos o informantes cibernautas y la creación de una denominada “cibercultura” en la Red. Y, por último, otro ineludible tema de análisis antropológico son las repercusiones y transformaciones socioculturales que estas N.T.I.C. y este nuevo “mundo virtual” están generando en el “mundo real” de algunos usuarios.
Abstract
In this paper we think about how make anthropology in,about and through the ciberspace and the necessary methodological adaptation of the investigation. And it, because we defend that the New Technologies of the Information and the Communication (N.T.I.C.) and especially Internet, they are constituted in technical of investigation. In second place, this context is a study field where we can analyze the interaction of the people or informants and the creation of a denominated «ciberculture» in the Net. And, lastly, other unavoidable topic of anthropological analysis is the repercussions and social transformations that these N.T.I.C. and this new virtual world is generating in the real world of some users.
Palabras claves
Metodología etnográfica, Nuevas Tecnologías, Internet, investigación antropológica, realidad virtual, ciberantropología, ciberespacio.

Introducción
En esta comunicación nos planteamos cómo hacer antropología en, sobre y a través del ciberespacio y la necesaria adaptación metodológica de la investigación etnográfica. Y ello, porque, en primer lugar, defendemos que las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (N.T.I.C.) y en especial Internet, se constituyen en herramientas o técnicas de trabajo en la investigación, tanto en el proceso etnográfico (recogida de datos y organización de la información) como el producto etnográfico (la presentación y difusión de los resultados). En segundo lugar, este contexto ciberespacial es un campo de estudio donde podemos analizar la interacción de los indivíduos o informantes cibernautas y la creación de una denominada “cibercultura” en la Red. Y, por último, consideramos que otro ineludible tema de análisis son las repercusiones y transformaciones socioculturales que estas N.T.I.C. y este nuevo “mundo virtual” están generando en el “mundo real” de algunos usuarios.
Por ello, vamos a discutir la forma en que podemos realizar lo que se viene denominando etnografía de la cibercultura, para profundizar en el nuevo terreno que se abre para los antropólogos en Internet, centrando el debate en la cuestión de si el clásico método etnográfico es válido para el estudio de las relaciones sociales y la cultura a través de la World Web Wide (WEB).

Nos detendremos pues en cuestionar si las herramientas conceptuales que usamos en el trabajo etnográfico del mundo real pueden utilizarse en este nuevo escenario virtual.
Como apunta Picciolo (1998) “la Antropología puede aportar algo al estudio de un espacio nuevo, donde se están generando nuevas reglas y donde por primera vez hay un contacto multiétnico generalizado. Ese espacio nuevo no se ubica en ninguna parte y genera sus propias reglas”.

Por un lado, las propias observaciones del investigador pueden considerarse como un hecho etnográfico al igual que las acciones y el discurso de los informantes en el ciberespacio. Por otra parte, nuestra disciplina tiene mucho que decir “acerca de los ritos de pasaje por los que discurre un internauta antes y después de una inmersión en la realidad virtual; así como el hecho de que la red internet permite un permanente y generalizado intercambio de distintas visiones del mundo” (Picciuolo, 1998).
Si pretendemos cuestionar la investigación antropológica en el contexto de Internet y las N.T.I.C. en general, se hace preciso admitir lo complejo y difícil que a priori resulta delimitar el objeto de estudio y las particularidades que conlleva. Y esta necesidad de replanteamiento metodológico no sólo ocurre en nuestra disciplina, sino en general en todas las Ciencias Sociales.
Como señala Mayans (2002, e.p.) “el estudio de las formas y manifestaciones de la tele-presencia es un área de trabajo pertinente para los etnógrafos de lo cibersocial, puesto que en estas formas y manifestaciones se va a descubrir la materia prima de las relaciones sociales trenzadas a través de las comunicaciones mediadas por ordenador”.
Aunque aún nos falta la perspectiva histórica y el paso de algunos años para poder evaluar el fenómeno de cambio sociocultural que las N.T.I.C están produciendo en el mundo (occidental) ello no es óbice para mantener la ensimismada postura y la hasta hoy no merecida importancia que tales fenómenos culturales tienen para el gremio antropológico.*
Individuos y comunidades enteras están fijando su atención en una realidad distinta de la que consensuamos como tradicional. Una realidad donde el espacio físico deja de tener importancia, donde ciertas decisiones son tomadas con ayuda de la función random, donde la imagen corporal no es -a priori- necesaria para las relaciones sociales… “Nos estamos refiriendo a la creación y actualización permanente que requiere mantener en funcionamiento lo que la cibernética llama Isomorfismo de los Modelos de Representación de la Realidad y comunmente es conocido como Realidad Virtual” (Picciuolo, 1998).
En opinión de Faura (1998) “la telefonía móvil, la sofisticación de los sistemas de información y, como factor más espectacular, la aparición de las grandes redes informáticas y la nueva cultura que éstas han creado, la cibercultura, son campos abonados para la investigación de la antropología, campos que por todo lo que representan actualmente merecen tener un papel importante dentro de nuestra disciplina”. Así pues, opinamos que la antropología cuenta con las herramientas teóricas y metodológicas apropiadas para la comprensión de los revolucionarios escenarios que plantea, como ciencia de la diversidad y de las comunicaciones, las profundas transformaciones que conllevan las N.T.I.C. y la cibernética en general.
La cibercultura y el ciberespacio
Plantearnos investigar etnográficamente en y través de Internet nos induce en primer lugar, a la delimitación de nuestro marco conceptual y objeto de estudio, y ello nos obliga a definir algunos nuevos conceptos tales como cibercultura, ciberespacio y ciberantropología, en busca del estudio de la “ciberotredad”.
Autores como Downey, Dumit y Williams (1995) definieron la ciberantropología como la antropología cultural de la ciencia y la tecnología. Los antropólogos cuando se hace referencia a las nuevas tecnologías, y más concretamente cuando hablan de estudiar el fenómeno del ciberespacio, suelen tender a analizar el impacto que éste nuevo fenómeno tecnológico está produciendo sobre las diversas y variadas culturas en que está inmerso el ser humano (Faura, 2000). Aunque en nuestra opinión la ciberantropología abarcaría muchos más aspectos.
Fue en la conferencia anual de la American Anthropological Association de 1992, donde se reconoció académicamente los conceptos de cibercultura y ciberespacio y se caracterizó a la ciberantropología como la rama que estudia las relaciones entre los humanos y las máquinas en un contexto histórico en que las N.T.I.C. se transforman en agentes de producción social y cultural de tal magnitud, como para que el eje mismo de los procesos de acumulación se articule ya sobre la información y la sociedad post-industrial se identifique con una sociedad del conocimiento (Hauser, 2000). En esta conferencia se definió la ciberantropología (cybor anthropology) como el «estudio etnográfico de las relaciones entre los humanos y las máquinas en este final del siglo XX en el que las nuevas tecnologías sirven como agentes de producción social y cultural» (Faura, 1998).
Por su parte, en la reunión de la American Anthropological Association del año 1995 “ya se constató un crecimiento de este tipo de estudios y una reorientación en la dirección de investigar las comunidades electrónicas desde el punto de vista de los contextos donde las tecnologías del ordenador se desarrollan, la interacción entre los diseñadores y los usuarios y las comunidades que resultan de esta interacción, a veces imaginadas e inventadas, pero capaces de crear nuevas identidades, los cyborgs, y los vecinos electrónicos que pueden vivir en regiones y comunidades físicas y virtuales” (Faura, 1998)

La investigación etnográfica se centraría, entre otras cosas, en los entornos sociales y las relaciones sociales que sus informantes, usuarios, establecen a través de Internet. Al respecto, diversos autores sostienen que hay que tener presente el mundo real de quienes estudiamos en el mundo virtual, es decir, el contexto cultural de los usuarios de Internet que analizamos en nuestra investigación, pues las fronteras entre ambos mundos está difuminada e interconectada. El mundo virtual es un mundo de flujos e interconexiones, de tiempo encriptado e intermitente, de “no lugares” ciberespaciales y de “lugares con identidad propia” a modo de contextos de sociabilidad formal e informal. En este mundo virtual el etnógrafo debe saber sumergirse con empatía entre sus informantes, presentarse siguiendo los códigos de conducta establecidos, dominando el mundo simbólico y por supuesto el lenguaje propio.
A la hora de definir la cultura que el antropólogo analiza a través y en la WEB, la denominada cibercultura, hay que, por un lado, acotar la comunidad de estudio, y por otro, entender el ciberespacio como unidad de observación tempo-espacial diferente.
Refiriéndonos al espacio “no podemos decir que sea distinto, por la sencilla razón de que en la inmersión no existe el espacio. Uno nunca sabe si esta visitando una WEB en su mismo pueblo o en las antípodas. Para el cibernauta el espacio es un tema irrelevante. Aunque siendo algo tan importante en el mundo real (sin espacio físico no habría mundo real) sería interesante investigar qué rituales devuelven al internauta su control del espacio físico” (Picciuolo, 1998). Igualmente deberemos investigar cómo el espacio virtual puede generar acciones en el mundo real, como por ejemplo la huelga de usuarios antiglobalización contra algunas “cumbres internacionales” o la de cibernautas contra grandes empresas de telefonía, o los encuentros «cara a cara» entre personas que se conocieron en la red.
En cuanto al tiempo cuando el etnógrafo está navegando-investigando en el ciberespacio, cambia sustancialmente la configuración de la atención, puesto que en el ciberespacio el tiempo parece que transcurre a una velocidad distinta que en el mundo real (Picciuolo, 1998).
En este ciberespacio el antropólogo encuentra “otros distantes” y “otros cercanos” al mismo tiempo y de forma entrelazada, siendo la mayoría de ellos sujetos de contextos “urbanos” y “occidentales”.
En palabras de Hauser (2000) “los flujos sociales contemporáneos, basados en circuitos de impulsos electrónicos y nódulos de sistemas tecnológicos interconectados que soportan relaciones humanas, son ya un producto de la cultura cibernética, que asume la turbulencia como campo de acción, a la vez que han generado la “tercera ola de la cibernética”, caracterizada por los fenómenos de “emergencia” y están históricamente determinados por el nacimiento y desarrollo de las redes humanas con soporte tecnológico, es decir, por las nuevas tecnologías de información y comunicación”. Nuevas redes en Internet e interacciones sociales que se sustentan en nuevos códigos y lenguajes que el antropólogo debe conocer en su investigación, nos referimos principalmente a los iconos, puesto que son los símbolo más utilizados en la WEB. Puesto que la iconografía es uno de los factores más determinantes dentro del ciberespacio, y esta iconografía ayuda a unificar a la llamada cibercultura pues todos conocen perfectamente el significado de cada uno de sus símbolos. También podemos citar el caso de los denominados emoticons o símbolos utilizados por los internautas para expresar su estado de ánimo en momentos y entornos en que se produce una relación más directa entre interlocutores, como es el caso del correo electrónico y de los denominados chats o conversaciones en tiempo real (Faura, 2000).

Junto al conocimiento del lenguaje de la red el antropólogo debe conocer los valores y las representaciones ideológicas principales del entorno ciberespacial en el que investiga. Así necesitará saber cuáles son los “valores centrales” dentro del ciberespacio, entre los que algunos estudiosos destacan como claves el individualismo, la iniciativa y la igualdad de oportunidades (Faura, 2000). Valores y comportamientos compartidos por muchos cibernautas a quienes se les considera que han desarrollado una “nueva cultura” en Internet, la denominada “nueva ideología californiana”.
Por otra parte, la existencia de esta sociabilidad en la WEB sólo es factible por determinados acuerdos sociales entre los usuarios que hacen posible que la realidad virtual y el mundo real se relacionen. Los acuerdos son la interface entre el mundo real y el ciberespacio. Así, es la intención de los usuarios, antes, y después, lo que permite la interrelación entre el ciberespacio y el mundo real y para que este triángulo funcione se están poniendo en juego no sólo protocolos de comunicación sino también contactos económicos e interculturales (Picciuolo, 1998).
Como destacan algunos autores (Hauser, 2000) en los últimos años se han realizado estudios sobre la interacción real o virtual entre diseñadores, usuarios y comunidades y se han llevado a cabo investigaciones aplicadas de corte etnográfico, en el marco preferente de alianzas estratégicas con la industria para comprender y orientar los comportamientos, expectativas y consumo de los actores. Pero aún queda mucho por hacer y debatir desde nuestra disciplina.
El trabajo de campo en la web
Consideramos que el trabajo de campo en la WEB, o lo que se suele llamar etnografía online o del “mundo virtual” presenta características muy diferentes al trabajo de campo en las tradicionales etnografías del “mundo real”.
Por un lado, para realizar el trabajo de campo en el ciberespacio se hace imprescindible tejer una red de informantes sin enredarse en ella, donde el investigador tiene que poner en juego contínuamente el compromiso y la negociación con ellos, lidiando con la subjetividad y la intersubjetividad. Y la inmersión en el campo se realiza a través de la interactuación y la socialización con los sujetos seleccionados en la WEB.
Como afirma Velasco (2002) “(…) el trabajo de campo es la situación necesaria para que el investigador sea copartícipe de las experiencias de los otros, coparticipación que es más la razón de ser del trabajo de campo como experiencia. La coparticipación se logra introduciéndose en los circuitos de la comunicación y enmarañándose en las redes sociales de los otros”. Redes sociales en las que tanto el antropólogo como sus informantes desempeñan determinados roles, que en numerosas ocasiones varían según el contexto en el que interactúen y la intencionalidad que se posea en ese momento y en ese espacio (un canal concreto de Internet Relay Chat [IRC], un mailing list, un foro de discusión, una freenet, etc.). Redes, que en el ciberespacio se difuminan y crean y recrean en un continuo proceso donde los factores que el investigador controla son aún más impredecibles que los que usualmente intenta manejar en el mundo no virtual.
Mucho se ha discutido en la última década sobre la interferencia del investigador en el contexto interlocutorio, en la escena que analiza, en la realidad en la que se introduce en su investigación. En nuestro caso, el antropólogo se sumerge en el ciberespacio del mismo modo que lo hacen sus informantes, necesitando obviamente un proceso de socialización que a partir del extrañamiento y la empatía le posibilite aprehender los fenómenos culturales que investiga. De esta forma se convierte en un sujeto interactuante con el contexto de estudio y con las personas que analiza. Y su presencia modela e interfiere esa propia realidad virtual desde el momento que aparece en las pantallas de sus informantes usuarios de la red, se presenta en sus foros de discusión o participa en un canal de chat de IRC. Porque puede introducirse a través de un servidor y “navegar” o “surfear” por todos los sitios WEB, donde encontrará miles de usuarios, potenciales informantes, para quienes ese espacio virtual se convierte en pauta cultural y contexto de interacción social.
Como en todo trabajo de campo uno de los aspectos que debe saber evitar el antropólogo es no convertirse en “nativo cibernético”, y si lo hace, al menos ser consciente de ello y procurar un proceso de distanciamiento que le permita volver a recuperar su capacidad de extrañamiento y objetividad.
Cuando los sujetos-objeto de estudio están en el ciberespacio la distancia entre investigador e informantes se transforma; ahora el pretender alejar lo cercano y acercar lo lejano se difumina con contornos tempo-espaciales distintos, aunque la aspiración al relativismo cultural siempre debe estar presente. Por ejemplo, al participar en un chat el antropólogo debe conocer los códigos de comunicación, las expresiones, juegos de palabras, y símbolos escritos a través de los cuales los informantes se comunican. Es por ello, por lo que se hace preciso, por ejemplo, al entrar en un canal de chat conocer los rituales de saludo, de reconocimiento, de despedida y el cómo concertar una cita o “quedada” en el “mundo real”.
Otro de los elementos a los que debe enfrentarse el investigador al realizar su etnografía en Internet es el no control de muchas variables tales como: la propia presencia de los informantes que busca, el “lugar virtual” donde se encuentra, el tiempo que va a permanecer conectado a la red, etc. Es decir, en su trabajo de campo el etnógrafo debe considerar una serie de casuísticas que no puede dominar. Debe admitir su incapacidad para controlar la relación interlocutoria con sus informantes, al igual que le ocurre en el “mundo real”.
A su vez, existen nuevas estrategias de investigación en la WEB que nos posibilitan analizar las trayectorias de nuestros informantes, los vínculos y portales a los que acuden, los canales de chat que frecuentan, el cómo, cuándo y para qué, los protocolos particulares y comunes que utiliza, etc.
Por otra parte, el antropólogo puede participar en conferencias internacionales en contextos virtuales del ciberespacio, creando debates y recogiendo experiencias de sus informantes, independientemente del lugar físico donde se encuentren. Como afirma Hauser (2000) “la comunicación a distancia teniendo un claro sustento en la dimensión espacial y siendo ésta precisamente el ámbito de su definición, no ha incorporado de la misma manera una reflexión sobre el factor temporal que conlleva”. Además, ahora el etnógrafo gracias al soporte tecnológico tiene acceso inmediato, casi instantáneo, a grandes cantidades de datos desde cualquier lugar y en cualquier momento.
De otro lado, en el ciberespacio las relaciones que se establecen son diferentes a las del “mundo real” pues “los individuos se ven agrupados por intereses comunes o temáticas, concentrándose alrededor de forums o grupos de discusión, sin tener en cuenta cualquier otro condicionante social, siempre que estos no se antepongan a los intereses del grupo en cuestión. Desde un primer momento, el proceso globalizador queda totalmente patente y más si lo comparamos con los diferentes niveles de relación que se establecen en la vida cotidiana. Todos formamos parte de un entorno cultural y dentro de él desarrollamos uno o más roles que configuran nuestra vida” (Faura, 1998). Roles que en muchas ocasiones se esconden tras el anonimato que posibilita Internet y que nos enfrenta a una forma de interrelación y sociabilidad anónima, donde los sujetos pueden recrear su propia identidad.
Refiriéndonos al anonimato que permite la interacción social en Internet, y las condiciones de privacidad y seguridad de, por ejemplo IRC, nos interesa reflexionar como propone Mayans (2000) sobre la posibilidad que tienen tanto nuestros informantes como el propio antropólogo de construir personalidades e identidades ficticias o de proteger las reales en estos entornos cada vez más masivos pues la comunicación y la identificación se establece a través de un nick tanto dentro de un canal público como de una charla privada.
Aunque Internet no es anónimo, y cuando los usuarios se refieren al anonimato, a lo que en realidad hacen referencia es a que su vida ‘real’ y su vida online no se mezclen (Mayans, 2002, e.p.). Porque uno de los mayores atractivos de las comunicaciones interactivas en Internet se basa, no tanto en el concepto de anonimato, sino en la capacidad para establecer una personalidad que no depende del aspecto físico o connotaciones ‘reales’ de quien está tras el teclado (Mayans, 2002, e.p.).
Con respecto a los dilemas éticos que se nos pueden presentar en el trabajo de campo en el ciberespacio varios son los aspectos que proponemos para la reflexión. Por un lado, la transparencia en la investigación puede venir facilitada si el etnógrafo tiene su propia página WEB donde remitir a los informantes que soliciten conocer más en detalle la investigación. De este modo el investigador puede clarificar sus objetivos, su proyecto y publicar online algunos artículos y resultados de su estudio que a su vez pueden ser debatidos y juzgados por sus propios informantes. Este proceso de retroalimentación implica que la construcción del conocimiento, en este proceso de recogida de información, se hace con la coparticipación del investigador y los informantes.
Tal y como señalan algunos antropólogos (Uimonen, 2002) la recogida de información en el ciberespacio presenta a menudo diversos dilemas sobre la autoría de los textos: por una parte algunos documentos se hallan en la Red como publicaciones oficiales, mientras que otros son mensajes y opiniones personales colgados en mailing list y grupos y foros de discusión. Es en el segundo caso, cuando el antropólogo se plantea la autoría y divulgación, con o sin consentimiento de sus autores, de las opiniones personales referidas. Así, puede optar por ocultar la identidad del informante o bien intentar ponerse en contacto con él a través de e-mail y pedirle su consentimiento para la divulgación o publicación de su mensaje.
Por otra parte, las N.T.I.C se presentan para el antropólogo como útiles y nuevas técnicas de investigación tanto en la recogida de datos como en el proceso de redacción y producción del producto o texto etnográfico resultado de nuestra investigación. Sirva de ejemplo, utilizar el correo electrónico como una excelente herramienta a la hora de contactar con informantes por primera vez y para realizar entrevistas. De algún modo viene a sustituir o complementar la interacción con los informantes cara a cara. Otras técnicas o útiles para la investigación antropológica son los newsgroups, listserves, chatrooms, netmeeting y las videoconferencias.
De otro lado, el antropólogo debe detenerse en el análisis del discurso en la WEB, tanto del texto como de la imagen (estática y/o en movimiento). Y es que consideramos tanto el texto como la imagen en la WEB como fuente directa de información sobre los contenidos culturales que podemos analizar en la etnografía del ciberespacio.

Entendemos que el soporte básico en Internet es el texto, es decir, la principal vía de comunicación entre los usuarios de la Red es el texto escrito, lo cual nos lleva a interpretar la cultura como si de un texto se tratase. Texto en el que el inglés se presenta como la lengua hegemónica y uniformizante. Pero no nos estamos refiriendo a un texto escrito y “muerto” sino en continuo proceso de redacción, de remodelación de autocorrección por parte de sus propios protagonistas, nuestros informantes.
Como bien afirma Mayans (2002, e.p.) “el hecho de que por primera vez en la historia una gran masa de población disponga de un instrumento a través del cual establecer vínculos sociales de forma anónima e incorpórea (con todo lo que la incorporeidad supone) en espacios públicos y en lo que se llama ‘tiempo real’ (es decir, de forma inmediata) ya es, de por sí, algo llamativo. Si además, el medio que para ello utilizan es de tipo textual, nos encontramos ante un fenómeno lingüístico y social de considerable magnitud”.
A su vez, el investigador debe analizar cómo se construye el discurso científico y cómo se traduce en la cotidianidad de los sujetos cibernautas, los usos sociales de las nuevas tecnologías en diversos contextos culturales.
Junto al texto, en Internet encontramos la imagen en sucesión, el vídeo como un nuevo “texto simbólico” que debemos descifrar y analizar antropológicamente. Este soporte, el audiovisual en la WEB, es más rápido que el texto y nos exige a los investigadores socializarnos en esta cibercultura para poder entender y descodificar las imágenes y las representaciones ideológicas que las sustentan. Puesto que la imagen en Internet es un producto cultural, una manifestación artística si se quiere, cargada de representaciones ideológicas llenas de información interpretable.
Así pues, para realizar estudios etnográficos en el soporte tecnológico de Internet se hace preciso considerar tanto las imágenes como el texto como elementos centrales para el análisis y la deconstrucción de los discursos, puesto que es necesario estudiar el formato de los materiales o datos etnográficos que se utilizan en y para la comunicación en este denominado ciberespacio.
Reflexiones finales
En esta comunicación nos hemos centrado en reflexionar sobre la necesaria adaptación metodológica que los antropólogos debemos acometer para realizar estudios en el ciberespacio. Puesto que la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación nos plantea diversas cuestiones metodológicas sobre las que es preciso discutir, tales como: el trabajo de campo en Internet, la ética del antropólogo y el anonimato de los informantes-usuarios, la realización de entrevistas a los informantes a través del correo electrónico, los grupos de chat como grupos de discusión, etc.
Así pues, abogamos por la pertinencia de la investigación antropológica en Internet y la nueva sociedad de la información, lo cual conlleva inevitable y convenientemente la innovación experimental y nuevas reorientaciones de investigación que van más allá de lo hasta ahora establecida desde los modelos clásicos de la etnografía y su modelo académico tradicional. Como afirma Picciuolo (1998) lo más importante es poner a prueba nuestras propias ideas y herramientas conceptuales, nuestra experiencia en la observación de las conductas y aspectos cognitivos del ser humano en un nuevo ambiente, el ciberespacio. Puede que se trate simplemente de adaptar nuestra herramienta en la recolección de datos o en la interpretación de los mismos y también puede ocurrir que se estén generando situaciones nuevas, que requieran incluso repensar el paradigma que nos está sustentando.
Siguiendo a Hauser (2000) afirmamos que la cibernética es una ciencia de la comunicación y ha sido el gran campo de desarrollo de los últimos cincuenta años. Así, la irrupción masiva de la comunicación tecnológica ha provocado profundas transformaciones, de enorme velocidad de realización y que afectan todos los campos de la actividad humana, sería impensable que no afectaran la vida académica. Cierto es que vivimos en la cibercultura y también de alguna manera ya somos aunque no nos demos cuenta “cyborgs” es decir, seres que han incorporado las máquinas y sus producciones a sus organismos (Hauser, 2000).
Porque como ha señalado Hauser (2000) “la utilización del soporte tecnológico se constituye en un imperativo de impactos profundos en las diversas áreas de la actividad humana. La educación superior no sólo es un ámbito preferencial, sino que constituye un laboratorio privilegiado, tanto para la aplicación como para la reflexión acerca de los efectos de las TICs en el proceso de transmisión de conocimientos”.
Por ello, queremos concluir estas páginas destacando la importancia que estas nuevas tecnologías de la información y la comunicación presentan como recursos didácticos en la docencia de la antropología y la creación de universidades virtuales, portales temáticos en Internet, redes académicas internacionales, publicaciones electrónicas, y un largo etc. que depende, en gran medida, de nosotros.
BIBLIOGRAFÍA
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Picciuolo Valls Ibiza, J.L. (1998) “Dentro y fuera de la pantalla. Apuntes para una Etnografía del Ciberespacio”. 1er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología, Ciberespacio, Octubre de 1998, http://www.naya.org.ar/congreso
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Uimonen, P. (2002) (página web visitada 20 mayo 2002) “Cyberanthropology: The Global Expansion of the Internet” en 2ª Congreso Virtual de Antropología. http://www.naya.org y URL: http://www.i-connect.ch/uimonen
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http://freenet-in-a.cwru.edu
NOTAS
1 Dra. ANASTASIA TÉLLEZ INFANTES, profesora de la Licenciatura de Antropología Social y Cultural en la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante)
Universidad Miguel Hernández (www.umh.es)
División Departamental de Antropología Social y Cultural
Avda. del Ferrocarril, s/n
Edificio Torreblanca, 2ª planta. Elche 03202 (Alicante)
nasta70@hotmail.com y atellez@umh.es

Nota : este trabajo de fecha  marca los inicios de la metodología de la Antropología Virtual. En 2017 hay un corpus establecido que permite evaluar esta metodología

PUBLICACIONES PRIMER CONGRESO ON LINE

LISTADO COMPLETO DE COMUNICACIONES

[110 comunicaciones]

Lugares de memoria de la Dictadura en Chile. Memorialización incompleta.

Lugares de memoria de la dictadura en Chile Memorialización incompleta en el barrio Cívico de Santiago

  • Autores: Roberto Fernández
  • Localización: Bitácora Urbano-Territorial, ISSN-e 0124-7913, Vol. 1, Nº. 25, 2015 (Ejemplar dedicado a: La ciudad y el hábitat en el posconflicto en Colombia y el mundo)
  • Idioma: español
  • Resumen
    • Desde el regreso a la democracia en 1990, la memorialización del espacio público en Chile mediante la construcción de lugares de memoria ha sido una forma de abordar tanto la reparación simbólica a las víctimas, como la instalación de una cultura del “Nunca Más” que asegure que no se repitan los atropellos a los derechos humanos ocurridos durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
    • Como señalan diversos autores, la memorialización del espacio público a través de los lugares de memoria ha tenido avances notables. Sin embargo, en el presente artículo se sostiene que este proceso de memorialización ha sido parcial e insuficiente en el barrio Cívico  de Santiago de Chile porque no condice ni con su relevancia como espacio público, ni con los hechos ocurridos ahí durante el golpe de Estado.
    • Para fundamentar esta interpretación, se analizan las intervenciones urbanas realizadas por el gobierno central en ese entorno y se proponen algunas hipótesis que permiten comprender las causas de dicha memorialización incompleta.

50 años del Primer Congreso Internacional de Arqueología

50 años del Primer Congreso Internacional de Arqueología

FECHA: 21 NOVIEMBRE, 2013

Fernando Orellana

Fernando Orellana Torres

Director General de Postgrado

Universidad Católica del Norte

 

En las décadas de 1950 y 1960 se concretaban en Chile cambios importantes en los métodos técnicos e interpretaciones de esta disciplina.

La Dirección General de Postgrado de la Universidad Católica del Norte organizó un evento recordatorio de los 50 años del Primer Congreso Internacional de Arqueología, realizado entre los días 6 y 13 de enero del año 1963, en San Pedro de Atacama, en las instalaciones del recién inaugurado Museo de la Universidad del Norte.

En esa reunión científica se encontraron diferentes especialistas chilenos y extranjeros, profesores y alumnos, autoridades de diferentes instituciones e, incluso, en la inauguración participaron los ministros de Estado, del gobierno del presidente Jorge Alessandri, los señores Ernesto Pinto Larraguibe y Julio Philippi.

Los importantes hallazgos arqueológicos efectuados entre 1955 y 1962 por el Padre Le Paige y sus colaboradores atacameños interesaban a la comunidad científica de Chile y a la de los países limítrofes.

Por esos años -décadas de 1950 y 1960- se concretaban en Chile cambios importantes en los métodos técnicos e interpretaciones de la arqueología. Antiguos y nuevos museos, centros de investigación y carreras recién creadas no solo investigaban y publicaban de acuerdo con la nueva arqueología, sino que además iniciaban la formación especializada de arqueólogos.

En estos nuevos ambientes científico-académicos, el Congreso de 1963 inició sus sesiones de trabajo.

Se puede leer en las Actas publicadas por los Anales de la Universidad que se presentaron ponencias de los investigadores chilenos Gustavo le Paige (Presidente del Congreso), Hans Niemeyer, Carlos Munizaga, Jorge Kaltwasser, Percy Dauelsberg, Luis Álvarez, Julio Montané, Mario Orellana (Secretario General del Congreso) y Lautaro Núñez.

 

 Padre Gustavo Le Paige,presidente del Congreso

 

Por los investigadores extranjeros expusieron Alberto Rex González y Dick Ibarra Grasso. También presentó un trabajo el prehistoriador Osvaldo Menghin. Este estudioso, como Julio Montané -según se nos informó-, no acudieron finalmente a San Pedro de Atacama.

Igualmente, participaron la doctora Grete Mostny, del Museo de Historia Natural; el arquitecto Roberto Montandón, delegado del Consejo de Monumentos Nacionales, y Jorge Iribarren, director del Museo Arqueológico de la Serena.

Entre los estudiantes universitarios presentes en ese Congreso estuvieron distinguidas (os) especialistas: Silvia Quevedo, Julie Palma, Mario Rivera, Osvaldo Silva, y Gonzalo Ampuero.

También es importante mencionar que es en San Pedro de Atacama, en este Congreso de 1963, donde se formó la Sociedad Chilena de Arqueología. Esta institución, fundamental para el futuro desarrollo de la arqueología de Chile, también cumplió 50 años, recayendo su primer directorio en los investigadores Hans Niemeyer F. (Presidente), Jorge Iribarren Ch., Julio Montané M., Mario Orellana R., y Virgilio Schiappacasse F. (Directores).

Nuestra Universidad sigue desarrollando la investigación y la docencia de postgrado en San Pedro de Atacama, y esperamos que así se mantenga por muchos años, en colaboración con las distintas comunidades atacameñas.

El recuerdo de tan prestigioso evento científico no puede quedar guardado en la memoria de unos pocos, porque el Congreso Internacional forma parte de la memoria histórica de la Universidad Católica del Norte.

La presencia de soldados rapanui en la Guerra del Pacífico. Cristian Moreno Pakarati

Introducción.

La presencia de soldados rapanui en la Guerra del Pacífico, conflicto armado entre Chile y sus vecinos del norte, Perú y Bolivia, es algo que se escucha frecuentemente entre los isleños contemporáneos. ¿Qué hay de cierto en esta leyenda?

Tres nombres se asocian a la participación rapanui en la guerra: Juan Tepano Rano, Iovani Araki Ti’a y José “Tairenga” Pirivato. Especialmente los dos primeros, que dejaron numerosa descendencia, reciben una gran cantidad de menciones entre sus makupuna y hinarere siendo una gran fuente de orgullo familiar. No se han encontrado aún registros de la época que den cuenta de su participación en la Guerra, sin embargo no hay duda de que . Tampoco hay dudas de su participación en el Ejército de Chile entre ese año y 1900. Sin embargo esto fue veinte años después de la Guerra. ¿Es posible que se hayan entrelazado estos eventos con la Guerra? ¿Cuál fue realmente su participación en las fuerzas armadas? ¿Hubo soldados rapanui en la Guerra del Pacífi co? Con la evidencia disponible intentamos dilucidar parcialmente este enigma. ¿Chile y Rapanui aliados?

“Los nativos están felices con la creación del nuevo departamento. Antes se sentían muy aislados pero ahora están de hecho integrados a la patria. Nosotros, por nuestra parte, tenemos grandes esperanzas en esto. Los isleños van a saber lo que es la patria y conocerán su Historia. Existe el riesgo de que quieran quedarse, aunque confi amos en que los deberes militares los harán más responsables y regresen a divulgar lo que han conocido”. (General Sergio Castillo Aránguiz, agosto de 1966)

Cabe señalar que a la fecha de la Guerra del Pacífi co, entre los años 1879 y 1883, la Isla era independiente y no tenía relación alguna con Chile. Al inicio de la Guerra en el lejano Chile, Rapa Nui tenía como jefe a Mati Mereti, probablemente el hombre más anciano entre la escasísima población isleña que apenas superaba los cien habitantes. De todas maneras tras la visita del misionero católico Hipólito Roussel en 1878 trayendo de regreso desde Polinesia Francesa a los líderes Angata y Pakomio Maori Ure Kino, estos últimos comienzan a ejercer una influencia mayor en los destinos de la Isla. En 1882 el mismo clérigo Roussel desgina a Atamu Tekena como rey y a su esposa Uka a Hei como reina2. En Chile, por su parte, existía un gobierno liberal a cargo del presidente Anibal Pinto Garmendia, sucedido en 1881 por el también liberal Domingo Santa María González. Estos gobiernos carecían de 2 Un resumen de estos cambios de gobierno y la evolución del poder político en la isla se encuentra en  oposición política legal y se originaron en candidaturas únicas designadas por los mismos gobiernos salientes. A pesar de la distancia y la diferencia entre ambas culturas, existieron contactos que sirven como antecedentes para sus relaciones posteriores. Aparentemente, el primer contacto histórico de los isleños con la República de Chile se efectuó a través de la goleta Colo-Colo capitaneada por Leoncio Señoret en marzo o abril de 1837. Esta se dirigía a Australia llevando al destierro al ex presidente liberal chileno (y enemigo del gobierno de turno), general Ramón Freire, arribando a este país el 30 de junio. Sin embargo no hay ninguna evidencia de que este contacto haya tenido alguna consecuencia duradera y sólo quedan vagas referencias de la visita (Moncada 2008; Richards 2008: 67-69). Por aquella época la Isla era regida por una dictadura anual de la tribu vencedora de los rituales de la competencia del tangata manu. En Chile, en tanto, gobernaba hace seis años el presidente conservador General de Ejército José Joaquín Prieto Vial, ascendido al cargo tras la Batalla de Lircay en la que los conservadores derrotaron a los liberales e impusieron un nuevo gobierno. Sin embargo, la mayor parte de la historiografía chilena considera que el que llevaba las riendas del país era su ministro de hierro Diego Portales asesinado ese mismo año 1837. Algunas fuentes indican que la goleta Janequeo al mando de Buenaventura Martínez visitó la isla en 1842 pero no hay pruebas concluyentes de aquello3. Después de esto no hay nuevas visitas de barcos chilenos hasta 1870. Sin embargo, debe mencionarse la presencia en la década de 1860 de la Misión Católica francesa que operaba a través del eje Valparaíso-Hanga Roa-Pape’ete y tenía una de sus bases operacionales en el puerto chileno. Durante el período de actividad de esta Misión, en la sede de Vaihū, tomó parte el chileno Jorge Arenas y su esposa, llegados en diciembre de 1869 y convirtiéndose en los primeros chilenos residentes en la isla polinésica (sólo por 9 meses, hasta septiembre de 1870). En cuanto al primer rapanui en visitar Chile fue probablemente Petero Toroveri en agosto de 1869. Este acompañaba al misionero Gaspar Zumbohm en un viaje al continente, regresando a Rapa Nui en diciembre de ese mismo año (Ballesteros 1903: 73-74, 125- 126; Conte 1994: 123; Fischer 2005: 105). No existe evidencia de la visita de algún otro rapanui antes de esa época, aunque no se puede descartar que algún barco ballenero haya llevado algún tripulante de la isla hacia allá. Con todo, la palabra Chile probablemente no significaba nada para la gran mayoría de los rapanui en esta época. 3 La referencia original de esta visita corresponde al cónsul chileno en Callao, Tiburcio Cantuarias. Véase el análisis en Moncada (2008: 68) ─ Diciembre 2012 Num 1 ─ Biblioteca William Mulloy ─ Isla de Pascua – 14 –

¿Rapanui y Perú enemigos?

“Aquí hicieron un alto los expedicionarios y colocados en diversas posiciones, procedieron con sus armas a un fuego graneado para obligarles a salir de allí; pero, fracasado el intento, incendiaron el plantío, produciéndose una violenta escaramuza en la que los esclavistas perdieron 5 hombres y un intérprete a causa de las piedras de matá, “obsidiana”, lanzadas contra ellos” (…)”. (Jesús Conte, 1994, citando al cónsul Tiburcio Cantuarias) En cuanto a la relación con Perú, esta sí dejó consecuencias terribles en Rapa Nui. Los barcos privados de bandera peruana que zarpaban desde Callao con el objeto de obtener trabajadores polinésicos (canacas) para las haciendas limeñas causaron terribles estragos en la Isla. Sangrientas incursiones esclavistas de múltiples barcos como las de diciembre de 1862 y marzo de 1863 dejarían cicatrices que aún se manifi estan el día de hoy4. Quizás por la misma razón, las historias de rapanui participando en una guerra contra Perú (menos de 20 años después de estos raids) se mantienen con vigor hoy en día en una Isla mucho más globalizada. En cualquier caso es importante recordar que algunos de los nativos rapanui expatriados siguieron una nueva vida en Perú, incluso formando familias en algunos casos (McCall 1976: 102-103; Conte 1994: 69-70). Así, los rapanui con familias peruanas se encontraban en el frente enemigo de Chile durante aquellos años entre 1879 y 1883 aunque es difícil determinar si tuvieron algún tipo de participación en el conflicto mismo. Digno de mención es lo sucedido con otros esclavos en Perú durante la Guerra, los chinos coolies. Estos trabajaban en condiciones infrahumanas en Perú y durante las batallas se aliaron con las tropas del ejército chileno (Villalobos 2002: 219-220). ¿Habrá pasado algo similar con los polinésicos viviendo en Perú o estos defendieron los intereses de sus familias peruanas? En el contexto de la vida de los sobrevivientes rapanui en Perú encontramos las primeras historias de la tradición oral sobre isleños en la Guerra del Pacífico. Edmundo Edwards recopiló la siguiente historia de parte del Mayor del ejército chileno, el oficial rapanui Leviante Alejo Araki Araki (1922-1992): “La tradición oral nos cuenta que durante la batalla por la toma de Lima en 1879 [(sic), en realidad la toma de Lima fue en 1881] entre las tropas chilenas se encontraba un soldado rapanui y en el asalto a una trinchera se encontró con un compatriota moribundo a quien alcanzó a contarle que su familia aún vivía en Rapanui y luego de abrazarse, lloraron y el isleño murió en brazos de su compañero” (Edwards s/f: 20-21). 4 Los tres estudios principales de estos raids son los de McCall (1976), Maude (1981) y Conte (1994). Moreno, C. ─ – 15 – Sin embargo faltan detalles en este emotivo relato. ¿De qué clan o familia eran los protagonistas de esta historia? ¿En qué regimiento o batallón se encontraban en sus respectivos ejércitos? ¿Cuánto tiempo llevaban en estos países? Y aún si la historia no está basada en los hechos reales específicos es relevante preguntarse la razón por la que los rapanui insisten en incluir en un nivel mitológico a sus coterráneos y ancestros en dicho conflicto. Las expediciones de la O’Higgins en 1870 y 1875. “Vienen a bordo doce indijenas de la isla de Pascua, seis de ellos son muchachos huérfanos i están a cargo de los oficiales, i a los otros seis se les ha dado plaza de grumetes”. (Capitán Juan Williams Rebolledo, marzo de 1870) La evidencia más importante que sustenta la posible participación rapanui en la Guerra se encuentra por el lado chileno. Se trata de las primeras visitas chilenas signifi cativas a la Isla en el siglo XIX, algunos años antes de la Guerra. La corbeta O’Higgins realizó dos viajes en 1870 y 1875 como parte de la instrucción de los cadetes navales. El primer viaje, comandado por José Anacleto Goñi llegó a una isla que vivía un conflicto de intereses entre un aventurero y comerciante francés, Jean Baptiste Onésime Dutrou-Bornier, y la ya mencionada misión católica francesa liderada por Hippolyte Roussel. Los nativos rapanui habían aprovechado esta rivalidad para revivir sus rencillas tribales ancestrales. Agrupados en uno y otro bando, los isleños habían comenzado incluso a tener escaramuzas similares a los tiempos antiguos de luchas intertribales que estaban llevando la Isla a una situación bastante compleja. En este contexto, muchos rapanui pedían irse a Valparaíso, a espaldas de los misioneros católicos, para salir de la desastrosa situación en Rapa Nui (Centro de Cultura Naval y Marítima 1994: 53-55). Así es como el comandante Goñi acepta a bordo a 12 jóvenes isleños, la mayoría huérfanos desde las epidemias de viruela y tuberculosis que diezmaron la población en la década de 1860. Seis viajaron como cocineros y seis como grumetes5. Estos jóvenes rapanui enfermaron durante el viaje, pero gracias a una buena alimentación a bordo y a los cuidados del médico de la nave recobraron sus energías y todos llegaron a salvo al puerto boliviano de Mejillones a fi nes de febrero de 1870 y luego rumbo al sur hacia puertos chilenos. El seis de marzo de 1870 el periódico “La Patria” publica lo siguiente: “A las 2 hrs 30 ms fondeó ayer en esta bahía [Caldera] la corbeta de la armada 5 De la visita de la O’Higgins en 1870 quedaron por escrito el estudio de Ignacio Luis Gana (1903), el informe del médico Tomás Guillermo Bates (1903) y en un libro del Centro de Cultura Naval y Marítima (1994) donde se incluye un diario de navegación erróneamente atribuido al guardiamarina Emilio Luis Gana Castro. Este último diario en realidad fue llevado por el capitán de fragata Luis Alfredo Lynch, quien viajaba como instructor de los cadetes de la Escuela Naval en 1870. ─ Diciembre 2012 Num 1 ─ Biblioteca William Mulloy ─ Isla de Pascua – 16 – nacional O’Higgins, procedente de las islas de Pascua [sic]. Trae a bordo a los cadetes de la Escuela Naval, los de la Escuela de Marineros y doce indios naturales de la isla que voluntariamente los acompañan. Entre los objetos tomados de la isla se nota un gran trozo de piedra que representa una divinidad entre los indíjenas” (La Patria, 6 de marzo de 1870). De acuerdo con El Mercurio de Valparaíso del 7 de marzo 1870, “Tres de ellos solamente son ya hombres y los demás niños de 8 a 12 años”. El mismo diario menciona que: “El nombre de chileno les causaba sumo placer; y el peruano por el contrario. La razón que me dieron de este odio para con los últimos fue que no ha mucho tiempo estuvo en la isla un buque de guerra de esa república tomaron a viva fuerza a varios de los naturales y los maltrataron mucho, llevándoselos enseguida contra su voluntad” (El Mercurio, 7 de marzo de 1870). Después de estos acontecimientos, se pierde el rastro de estos jóvenes isleños en la prensa chilena. Sus nombres y apellidos fueron, por supuesto, cambiados a algunos más propios de Chile lo que complica aún más seguir su historia. Urge revisar los archivos navales en busca de estos grumetes rapanui con el fi n de obtener sus nuevos nombres y buscar información luego en los registros genealógicos para determinar si dejaron familia en Chile. Tan sólo nueve años después estalla la Guerra del Pacífico y habiendo seis grumetes rapanui y otros seis jóvenes isleños viviendo en el país, fueron, casi con certeza, movilizados para participar en el conflicto bélico. De hecho en la corbeta O’Higgins viajaban varios oficiales que luego serían héroes de la fase naval de la Guerra del Pacífi co. Existe la posibilidad de que algún otro rapanui haya sido embarcado en el siguiente viaje de la O’Higgins, en 1875, capitaneada por Juan Esteban López. De encontrarse información al respecto, la participación de los isleños en la Guerra es aún más probable. Los reconocimientos ofi ciales. “Juro, por Dios y por esta bandera, servir fielmente a mi patria, ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar, hasta rendir la vida si fuese necesario, cumplir con mis deberes y obligaciones militares conforme a las leyes y reglamentos vigentes, obedecer con prontitud y puntualidad las órdenes de mis superiores, y poner todo mi empeño en ser un soldado valiente, honrado y amante de mi patria.” (Juramento a la bandera del Ejército de Chile) Moreno, C. ─ – 17 – Desaparecida la pista de los grumetes rapanui llegados a bordo de la Baquedano recurrimos a fuentes más recientes con las que retornamos a los tres rapanui mencionados al inicio del artículo: Tepano, Araki y Pirivato. Los homenajes oficiales a soldados rapanui no se sustentan en información de época pero es interesante analizarla en su justa dimensión. En junio de 2002 el Museo del Regimiento de Infantería nº2, “Maipo” de Playa Ancha (en Valparaíso) incluyó una placa llamada “El Primer Soldado Pascuense”, escrita por Juan G. San Martín. En esta aparece una breve biografía de Juan Tepano, sin citar fuentes y que incluye algunos trozos muy interesantes. Por ejemplo: “Nace en 1866. A la edad de 13 años llega a Valparaíso a bordo del María Luisa, carguero inglés de la empresa Charles Brander. Contagiado por el entusiasmo de la juventud porteña de participar en la Guerra del Pacífico, se enrola en el Regimiento 2º de Línea ‘Maipo’, junto a sus coterráneos Juan Araki y José Fati, siendo embarcados al norte, a bordo del O’Higgins” (San Martín 2002). El resto del texto se centra en Tepano y señala que participó como tambor y ordenanza en la 4ta Compañía en las batallas de Chorrillos y Miraflores. Y con lujo de detalles indica su permanencia en el continente entre el fi nal de la Guerra en 1884 hasta la época de la Guerra Civil de 1891 en la cual también habría participado ya como Sargento 2º. Este no es el único reconocimiento oficial a la participación de soldados rapanui en dicha Guerra. En septiembre del año 2005 el Comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, visita la isla y trae como obsequio para el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert una vitrina histórico militar con una pintura representando a Iovani Araki Imanuiri (Juan Araki), soldado rapanui que, según este homenaje, habría participado como Sargento 2º en la Guerra del Pacífico. Esta placa también incluía homenaje a soldados rapanui más recientes como el mayor Leviante Araki Araki, nieto del anterior, y al sargento primero del regimiento reforzado nº1 “Topáter”, Luis Alberto Huki Hinojosa. El autor escuchó información de parte de habitantes de Placilla, en Chile, que señalan que el sargento Tepano participó de la Guerra Civil de 1891. Tan importante es esta historia que para el aniversario de la Batalla de Placilla (28 de agosto de 1891) del año 2010, las autoridades del pueblo invitaron a descendientes del soldado isleño para efectuar un hoko, antiguo ritual guerrero de los rapanui, en el museo de la localidad. ¿Qué ocurre con Tepano, Araki y Pirivato? “Algún tiempo después de su llegada a Valparaíso falleció S. M. el rei Riro Roko, y su primer ministro Juan Araki, a quien corresponde de derecho la corona de la ─ Diciembre 2012 Num 1 ─ Biblioteca William Mulloy ─ Isla de Pascua – 18 – isla de Pascua, no ha podido regresar a sus dominios por encontrarse gravemente enfermo de tisis en la ciudad de los Andes. Por esta razón y tal vez siguiendo alguna vieja costumbre, ocuparán el trono de Riro Roko los ministros y príncipes Tepalo y Pisibato, quienes desde su llegada a esta ciudad han sido hospedados en el cuartel del Maipú, habiendo hecho ambos el servicio de la guardia nacional”. (El Mercurio de Valparaíso, 8 de abril de 1900) “La reputación de Juan Tepano llega hasta Chile. Antes de mi partida me lo habían nombrado por todos lados como el mejor informante (…) La víspera, los indígenas que habían sido puestos al corriente de nuestras intenciones, repitieron su nombre varias veces. Era la historia viviente, el Baedecker de la Isla”. (Alfred Métraux, 1941) Una investigación llevada a cabo por el Departamento de Historia Militar chileno titulado “El Ejército y el Pueblo Rapanui” no encontró información alguna de la presencia de Tepano, Araki o Pirivato en la época de la Guerra del Pacífi co. Para esto se investigaron las Listas de “Revista de Comisario” del 2º de Línea entre 1879 y 1884 lo que no arrojó resultados positivos (Departamento de Historia Militar 2006). Con esto se descarta que alguno de los tres soldados más famosos de la Isla hayan participado, al menos con sus nombres reales, en dicho Batallón. De haber formado parte del Ejército chileno en la Guerra del Pacífico, sólo puede haber sido con otro nombre o en otra división. Algunos datos biográfi cos sobre estos soldados pueden dar claves: – Iovani Araki Ti’a era hijo de Arakilio Pua Ara Hoa (también llamado Aro Purunga a ‘Ao Ngatu) y Parapina Veri Hakatea. Se casó con Caroline Bornier el 12 de febrero de 1886 y aparece en el censo de Alexander Salmon de ese mismo año, titulado “Te Ingoa”. Esto revela que estaba en Hanga Roa durante la realización del censo, al igual que sus padres. Tuvo dos hijos que dejaron descendencia, Juan Araki Bornier (1886-1949) y Parapina Araki Bornier (1888-1964). Ninguno de los dos había nacido a principios de 1886 cuando se efectuó el censo. Hemos estimado la fecha de nacimiento de Iovani Araki para 1866. – José Pirivato era hijo de Mataroa Oroteme y Tuhi. Casado con María Putó Veri o Penga, no dejó descendencia. Aparece ya casado con su mujer en el censo de 1886, pero no hay duda de que era todavía muy joven. En 1902, un documento de la Armada redactado por Basilio Rojas calcula su edad en 30 años (Foerster 2010: 41), lo que daría una fecha de nacimiento hacia 1872. Nosotros estimamos su fecha de nacimiento hacia 1868. Es deportado de la Isla en 1902 y se pierde su rastro completamente. Moreno, C. ─ – 19 – – Juan Tepano Rano era hijo de Tepano Rano a Vavara a Rue y Paulina Victoria Veriamo a Huki. Se casó con María Ika Tetono (nacida el 23 de diciembre de 1882). En el censo de 1886 aparece como un adolescente soltero aún, viviendo en Hanga Roa. Sus padres aparecen vivos y casados. Sabemos que este fue el tercer matrimonio de su madre, Veriamo, y Juan fue el menor de sus hijos. De los tres es soldados rapanui, Tepano es sin duda el menor, aunque probablemente no por mucho. No tuvo hijos hasta 1903 cuando nace María Hiona, la mayor de 8 hermanos. Basándonos en censos del siglo XX y edades estimadas por Routledge, Métraux y Englert, consideramos que su fecha de nacimiento es, casi con certeza, 1872. Falleció el 8 de noviembre de 1947. Con esta información casi se puede descartar de plano que alguno de ellos haya tomado parte en la Guerra del Pacífico. También es improbable, más no imposible, que Tepano haya estado en Chile para la Guerra Civil de 1891. Esta es una posibilidad que quizás merece mayor análisis y una nueva investigación. Sin embargo, encontramos a los tres soldados rapanui formando parte del Ejército casi veinte años después. Aparentemente en Noviembre de 1897 (otras fuentes dicen en 1898), el rey electo Simeón Riro Kainga se dirige a Chile a bordo de la goleta de la Compañía de Merlet, María Luisa, a reclamar al presidente Federico Errázuriz el incumplimiento del Acuerdo de 1888. Junto a él viajaban Juan Tepano, Juan Araki y José Pirivato. Sin embargo el viaje terminaría en tragedia ya que Riro fue envenenado en Valparaíso por gente de la Compañía de Enrique Merlet. Algún tiempo después, Juan Araki (Iovani Araki Ti’a, hijo de Arakilio Pua ‘Ara Hoa) ingresa, el 14 de marzo de 1898, como Soldado de Bagaje a la Tercera Compañía del Segundo Batallón de Infantería “Maipo” en Valparaíso. Tepano y Pirivato, en tanto, ingresan el 13 de agosto del mismo año como soldados a la Primera Compañía en el mismo Segundo Batallón. El primero pasa a la Tercera Compañía en 1899. Ambos se licencian el 19 de abril de 1900, mientras se encontraban de viaje de regreso a la isla a bordo de la corbeta General Baquedano capitaneada por Arturo Wilson. Juan Araki, sin embargo, fallece el 11 de abril de 1900 en el hospital de San Felipe, enfermo de tuberculosis (Departamento de Historia Militar 2006: 85; El Mercurio 20 de abril de 1900). Teniendo esto en cuenta, la afirmación de que Araki, Tepano y Pirivato se dirigían “a cumplir con el servicio militar” (El Consejo 1988:302) no resiste análisis. José Pirivato probablemente sacó a relucir su entrenamiento militar, entre fines de 1901 e inicios de 1902, durante el levantamiento y rebelión contra la compañía ovejera de Enrique Merlet, administrada entonces por Horacio Cooper. Debido a esto fue deportado ─ Diciembre 2012 Num 1 ─ Biblioteca William Mulloy ─ Isla de Pascua – 20 – al continente junto a Nicolás “Grande” Teao Vi, Lázaro Ricardo Hitorangi y Ruperto Nai a Hotu’iti, tal como se atestigua en El Mercurio del 3 de septiembre de 1902: “A bordo del Baquedano trae el comandante a cuatro canacas de los principales cabecillas de la insurrección en contra del subdelegado” (El Mercurio, 3 de septiembre 1902; véase también Foerster 2010). Sin embargo se ignora su destino hasta la fecha. Juan Tepano Rano en tanto fue designado Cacique o Jefe, representante de los nativos rapanui, por el mismo capitán Basilio Rojas Velásquez, comandante de la Baquedano y quien se llevó a su ex compañero de guarnición José Pirivato. Estos destinos opuestos entre dos soldados rapanui marcan el final de una época entre las relaciones de los isleños con el Ejército. Ningún rapanui volvería a entrar a esta institución hasta mediados del siglo XX.

Conclusiones.

La leyenda de los soldados rapanui en la Guerra del Pacífico tiene orígenes complejos donde una combinación de factores impulsan con fuerza una historia. Esta trasciende el ámbito inter-isla, llegando al continente mismo como podemos ver en los homenajes póstumos a los soldados Tepano y Araki en 2002 y 2005, respectivamente, además de los eventos en honor al primero en el pueblo de Placilla en Chile. La conformación de estos relatos de rapanui en la Guerra son todos relativamente nuevos. No hay mención a esto en ningún libro, artículo o documento sobre Pascua en la primera mitad del siglo XX. No es sorprendente la ausencia de información fidedigna sobre Araki y Pirivato, siendo que el primero murió en 1900 y el segundo desapareció en 1902. Sin embargo sí es relevante que ninguna fuente mencione a Tepano como soldado en la Guerra del Pacífico. Juan Tepano fue informante de Knoche, Valenzuela, Routledge, los comisionados navales de 1917, Estella, Rafael Edwards, MacMillan Brown, Métraux, Lavachery y Englert. Todos incluyen información biográfica sobre Tepano e incluso muchos mencionan su presencia en Chile donde aprendió a hablar bien el castellano y a leer y escribir. Interesantemente, en el censo de 1916 elaborado por José Ignacio Vives Solar se indica que sirvió en el Ejército de Chile. Lo mismo señala Walter Knoche (“el actual rey y que ha servido en el ejército chileno como sub-ofi cial”, Knoche 1912: 16) y Zósimo Valenzuela (“el tercero [Tepano] resistió la enfermedad y fue a sentar plaza de conscripto en el regimiento Maipo”, Valenzuela 1911: 959) así como todos los visitantes posteriores que hicieron uso de sus servicios como informante. Sin embargo, ninguno de los autores mencionados recibió o transmitió la información de que Tepano participó en la Guerra entre 1879 y 1883. Grant McCall, antropólogo australiano que pudo compartir en la isla con varios hijos de Tepano, tampoco Moreno, C. ─ – 21 – recibió esta información en su primera visita a la Isla en los años 70, sin embargo comenzó a escuchar estas historias desde la década del 80, al parecer de parte de los nietos del Cacique isleño6. Yo recibí el relato de la participación de Juan Tepano en la Guerra de parte de dos de sus nietos que aún quedan con vida: Santiago Tepano Kaituoe y Lucas Pakarati Tepano. En el caso de Juan Araki como soldado en la Guerra del Pacífico, la información probablemente se origina en su nieto, y también militar, Leviante Araki. El dibujo del soldado Araki con su uniforme del ejército es reproducido en el libro Pua Arahoa, traducción al español del Manuscrito E (Frontier 2008). Por lo mismo, la leyenda tuvo repercusiones dentro de las fuerzas armadas. En el ejército especialmente, se ha puesto énfasis en esta tradición para reforzar los lazos entre Chile y Rapa Nui. Es un elemento importante de la soberanía chilena en la isla la búsqueda de elementos, intereses o experiencias en común con una cultura tan distinta y tan distante como Rapa Nui. Todo esto, perpetúa la leyenda y la transmite a las nuevas generaciones de rapanui. La combinación de factores que se conjugan para dar origen a esta leyenda son: – El posible trasfondo real de soldados (o marinos) rapanui combatiendo en la guerra del Pacífi co: Estos serían los grumetes isleños que partieron con la O’Higgins en 1870. – La animosidad contra Perú en la Isla a raíz del origen de las expediciones esclavistas de 1862-1863. Este resentimiento continúa el día de hoy hasta cierto punto. – Las relaciones más profundas entre rapanui y chilenos desde la década de 1960 con un mayor mestizaje y mezcla cultural. Dentro de esto también cabe mencionar el regreso de personas rapanui al Ejército chileno en los años 50. – La innegable participación en el ejército de los soldados Tepano, Araki y Pirivato entre 1898 y 1900. Esto se entrelaza con la posible participación en la guerra del Pacífi co de los grumetes isleños. – Los homenajes a soldados rapanui por parte del Ejército y las autoridades chilenas son especialmente importantes para las nuevas generaciones de rapanui. Para alcanzar conclusiones más profundas es necesario un estudio exhaustivo de los archivos navales, de prensa, genealógicos y de registro civil en Valparaíso. Estos podrían otorgar nuevos antecedentes sobre los doce grumetes rapanui que llegaron en 1870 6 Comunicación personal, Agosto 2010. ─ Diciembre 2012 Num 1 ─ Biblioteca William Mulloy ─ Isla de Pascua – 22 – al continente. También es necesario ampliar este trabajo recopilando más versiones y analizando el imaginario que existe en isla sobre la participación de los soldados rapanui en los confl ictos bélicos chilenos del siglo XIX. Agradecimientos. Debo agradecer a Grant McCall y Steven Roger Fischer por los comentarios que me señalaron sobre el tema en el año 2010 y que me dieron una nueva perspectiva. Agradezco también a Natalia Pakomio por sus invaluables comentarios al manuscrito, a Rolf Foerster y a los nietos de Juan Tepano Rano (Iovani a Rano) que me relataron las historias de su antepasado en la Guerra del Pacífi co. Referencias Citadas. Ballesteros, José Ramón. 1903. “Isla de Pascua” en Biblioteca Geográfi ca e Histórica Chilena: La Isla de Pascua, L. Ignacio Silva A. (editor), volumen primero, pp. 73-147. Santiago: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona. Bates, Tomás Guillermo. 1903. “Informe sobre los Nativos” en L. Ignacio Silva A. (editor) Biblioteca Geográfi ca e Histórica Chilena: La Isla de Pascua, volumen primero, pp. 49-52. Santiago: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona. Centro de Cultura Naval y Marítima. 1994. Rumbo a Isla de Pascua: Diario de Navegación del Guardiamarina Emilio L. Gana Castro con Glosario Náutico. Valparaíso: Dirección de Educación de la Armada. Conte Oliveros, Jesús. 1994. Isla de Pascua: Horizontes Sombríos y Luminosos. Santiago: Centro de Investigación de la Imagen. Departamento de Historia Militar. 2006. “El Ejército y el Pueblo Rapanui” en Cuaderno de Historia Militar, nº2, pp. 47-114. Santiago. Impreso en los talleres del Instituto Geográfi co Militar. Edwards, Edmundo. S/F. Historia de Isla de Pascua 1800-1900. Fotocopias de los apuntes mecanografiados facilitados por don Hugo Salas Román. 163 fojas en el Fondo Varios, Volumen 1042. Archivo Nacional (Manuscrito). El Consejo de Jefes de Rapa Nui, Alberto Hotus y otros. 1988. Te Mau Hatu ‘O Rapa Nui: Los Soberanos de Rapa Nui. Pasado, presente y futuro. Santiago: Editorial Emisión y Centro de Estudios Políticos Latinoamericanos Simón Bolívar. Moreno, C. ─ – 23 – Fischer, Steven Roger. 2005. Island at the End of the World: The Turbulent History of Easter Island. London: Reaktion Books. Foerster, Rolf. 2010. “Voluntary Trip or Deportation? The Case of King Riroroko and Policies of Deportation on Easter Island (1897-1916)” en Rapa Nui Journal, vol.24 (2), pp. 36-46. Los Osos: Easter Island Foundation. Frontier, Arturo. 2008. Traducción de los escritos del Pua A Rahoa, La historia de la migración del primer rey Hotu Matu`a. Santiago: Pehuén Editores. Gana, Ignacio L. [Ignacio Luis]. 1903. “Descripción Científi ca de la Isla de Pascua” en Biblioteca Geográfi ca e Histórica Chilena: La Isla de Pascua, L. Ignacio Silva A. (editor), volumen primero, pp. 11-49. Santiago: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona. Knoche, Walter. 1912. Tres Notas sobre la Isla de Pascua. Santiago de Chile: Imprenta Universitaria. Maude, H. E. [Henry Evans]. 1981. Slavers in Paradise: The Peruvian Slave Trade in Polynesia 1862-1864. Stanford: Stanford University Press. McCall, Grant. 1976. “European Impact on Easter Island: Response, Recruitment and the Polynesian Experience in Peru” en The Journal of Pacifi c History, Vol. 11, n°2 Labour Trade [Part 2], pp. 90-105. Moncada, Marcos. 2008. “La tradición naval respecto del primer buque chileno en Isla de Pascua” en Revista de Marina, nº 1-2008, pp. 62-71. Valparaíso. Moreno Pakarati, Cristián. 2011. “Rebelión, sumisión y mediación en Rapa Nui (1898-1915)” en La Compañía Explotadora de Isla de Pascua: Patrimonio, Memoria e Identidad en Rapa Nui, Claudio Cristino & Miguel Fuentes (eds.), pp. 75-89. Santiago: Escaparate ediciones. Richards, Rhys. 2008. Easter Island 1793 to 1861: Observations by Early Visitors Before the Slave Raids. Los Osos: Easter Island Foundation San Martín, Juan G. 2002. El Primer Soldado Pascuense. Placa en el Museo del Regimiento de Infantería nº2, “Maipo”, Playa Ancha, Valparaíso, Chile. Valenzuela, Zósimo. 1912. “La Isla de Pascua, 3ª parte” en La Revista Católica, vol. 13, nº 261. Santiago. Villalobos, Sergio. 2002. Chile y Perú: La Historia que nos une y nos separa. Santiago: Editorial Universitaria.

  1. Cristian_Moreno_Pakarati/publications

Libros históricos para estudio, consulta sobre el pueblo Mapuche

2015-09-20

Centro de Documentación Mapuche Ñuke Mapu

http://mapuche.info/index.php?kat=4&sida=6191

Libros históricos para estudio, consulta sobre el pueblo Mapuche (descarga en formato PDF)

Libros históricos para estudio, consulta sobre el pueblo Mapuche tanto en su estructura síquica y en su idiosincrasia, siendo la característica primaria del pueblo mapuche su fortaleza.

Nota: Estos documentos pertenece al patrimonio cultural comun, por lo que puede ser utilizado y reproducidos libremente.
Libros históricos para estudio, consulta sobre el pueblo Mapuche (descarga en formato PDF)

(más…)

Etnografía, aclarando conceptos .Video Pedagógico

Video Pedagógico que busca reflexionar sobre el que-hacer antropológico y su trabajo de campo: la ETNOGRAFIA. Desde un discurso polifónico y multitextual (uso de la escritura, la fotografía, el cine y/o el video) conversamos con los antropologos chilenos Michel Romieux, Daniel Quiroz, Roberto Morales, Guillermo Molina y Andre Menard. Y revisualizamos los trabajos de Bernardo Valenzuela (1950 / Cine 16mm), Carlos Munizaga (1961 / Fotografías impresas), Daniel Quiroz et al. (album)

<p><a href=»https://vimeo.com/9017915″>2001 / Yekusimaala / Etnografía, aclarando conceptos / 16 min</a> from <a href=»https://vimeo.com/elmanzano»>Felipe Maturana / El Manzano Pro</a> on <a href=»https://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>

Un Grito acerca de la dimensión laboral de los antropólogos/as chilenos en el contexto neoliberal .

  •  Señores/as
    Colegio de Antropólogos/as
    De mi consideración.
    Junto a saludarles quiero manifestarles una opinión/demanda/preocupación, a raíz de variadas
    experiencias –concepto central en nuestra profesión – en el ámbito laboral precarizado, como
    cualquier otro.
    Siendo un varón que ha estado desde sus inicios laborales, desde 2004-05, inmerso en la temática
    de género no es menor este tema al cual quiero aludir en esta petición, tanto personal como
    profesionalmente hablando.
    Desde mi titulación que no siento que haya habido un sentir de pertenecer a una comunidad de
    profesionales que configura una cierta preocupación conjunta. No pasa por pagar o no la
    colegiatura, o por recibir o no las cartas mensuales, manifestaciones por Internet a ciertas causas
    justas y más que legítimas en diferentes ámbitos sino por generar un quehacer compartido con
    quienes han optado por una profesión tan poco valorada en la actual sociedad, ni hablar de ser
    varón y “hacer” temas de género. Para que enumerarlas todas aquí sí solamente quisiera evocar
    algo de esas experiencias que seguramente más de alguno/a que lee estas líneas podrá
    imaginarse.
    Lo que he realizado, tanto académica como profesionalmente, en el campo de género ha sido a
    esfuerzo y costos personales – como cualquier mortal – y que, sin embargo, si no hay “contactos”
    no se logra nada. Masculinidad/es ha sido hace rato una temática emergente pero no se valida
    como tal ni se cuenta como un campo validado ni menos apreciado, a menos que esté la televisión
    o algo más público. Levantar legitimidad de una temática es difícil y manifiesto que esta demanda
    es algo que, específicamente, se viene gestando desde los 80´s en el mundo anglo, lentamente
    entró en el mundo hispanohablante en el 90´s y posterior a 2000 toma fuerza en América Latina, y
    Chile también. Ahora bien, género ha sido asociado históricamente al campo de “las mujeres”, y
    ha sido necesariamente así porque las razones obvias que ya mas o menos conocemos debido a
    ese proceso histórico del feminismo levantando causas justas, y necesarias, para las mujeres como
    una colectividad humana en una situación de desigualdad estructural. Entonces, ¿cómo hacerse
    presente en tanto varón heterosexual – y por tanto de la otra mitad privilegiada – en temas de
    género? Ciertamente ha sido difícil y, en parte, es el motivo por el cual estoy escribiendo estas
    palabras. Ahora bien, también es cierto que, laboralmente, he intentado en varias oportunidades
    insertarme laboralmente tanto en docencia como profesionalmente en el campo donde siento que
    tengo herramientas para estar y desde donde he tratado de enfocar mi quehacer profesional de
    manera coherente acumulando saberes y haceres que están enfocado en una temática que es y
    seguirá siendo necesario abordar en una país neoliberal y desigual como Chile. Hay todo una
    cosmovisión y nulo interés de abordar la temática de masculinidades como si fuera algo aparte de
    género y, peor aún, como si estuviera escondiendo una maquinaria contra lo ganado en materia
    de género por las feministas desde las sufragistas, desde Julieta Kirkwood, Elena Caffarena o
    tantas otras que desde su quehacer han motivado otras tantas destacadísimas mujeres en el
    campo de género. Demandar más visibilidad para la temática y cambiar la visión que se tiene de
    las masculinidades y género es para mí un tema importante porque claramente después de tanto
    intento de insertarme laboralmente desde mi perfil se topa con la perversidad del mundo laboral.
    Se exige doctorado pero es responsabilidad personal conseguir beca, se demanda doctorado para
    tener un puesto (estabilidad laboral) en una universidad pero nadie invierte en el capital humano.
    Ha habido profesionales que levantaron la temática en masculinidades pero que desde 1996 no
    han logrado instalar la temática como un punto de debate nacional en torno a cómo se configura
    las masculinidades, y también las feminidades, en un país como Chile.
    Otro de los temas que creo que no se está levantando, y tiene que ver como también nosotr@s
    como antropolog@s abordamos nuestra propia disciplina, es la temática de lo virtual. No puede
    ser que desde ya varias décadas no estamos debatiendo, en antropología, cómo está afectado la
    virtualidad en la comunidad, en el barrio, en temas de género y en el relacionamiento de las
    personas y como, finalmente, estamos construyendo cultura contemporánea. La antropología
    chilena debe hacerse cargo de mirar el fenómeno de internet como un fenómeno histórico
    material y simbólico vital para poder seguirle la pista a los procesos y mecanismo culturales que
    están configurando, hoy, la identidad chilena. No puede ser que la antropología chilena esté fuera
    de este campo temático y no tenga presencia en el debate para cambiar la visión que existe sobre
    la antropología como los que tratan a los indígenas. Hay procesos y evidencia de sobra que
    muestra que hemos, en la práctica, pasado ese umbral hace rato pero seguimos pegados y
    dependiendo de una visión totalmente anacrónica de “lo antropológico”. Hay quienes desde la
    precariedad máxima y sin siquiera un apoyo mínimo están desde sus casa y pagando sus cuentas
    para tener internet pensado sobre el fenómeno de Internet pero que no es tomado en cuenta
    para la reconfiguración disciplinaria que considero que es más que necesaria. No puede ser que la
    imagen que dejamos de la antropología sea Malinowski solamente. Debe ser un aporte que abra y
    diga que la antropología está tocando temáticas diversas y que entra a rebatirle/debatir
    sanamente las teorías, fenómenos y subjetividades puesta en escena en la/s cultura/s. Son
    destacados “los padres” pero invisibilizadas “las madres” de la antropología, y que efectivamente
    podemos hacer aportes desde temáticas novedosas y necesarias de la actualidad y no solo desde
    la contingencia.
    Por lo tanto, hago un llamado a que este gremio levante un debate serio y pausado, de aquí en
    adelante, sobre la dimensión laboral de antropólogos/as, desde la temática de masculindades y
    género, y de lo virtual, en la actualidad chilena. ¿Qué enfrentamos como dificultades? ¿Para qué
    se nos contrata? (Temáticas, campos e instituciones) ¿Cuál es la representación social que nos
    marca y pesa en tanto profesión que siento (desde el punto de vista del empleador/a) ni chicha ni
    limoná (Discurso tipo “no es psicólogo ni sociólogo sino uno que busca huesitos o se relaciona con
    los indígenas”) Creo que reside una pisca de responsabilidad en tanto colectividad social de
    levantar un debate sobre estas y temáticas asociadas. Masculinidad/es que ha sido mi caballito de
    lucha desde que me inicié como antropólogo no es un tema de políticas públicas ni debates
    sociales, y por tanto ni menos en ámbito de lo privado excepto por hitos escasísimos contados en
    una mano durante más de 13 años de trayectoria. Y eso, como cualquier mortal, no paga cuentas
    ni salda deudas, y de eso estamos lleno. Y sí hay responsabilidad personal e individual de – en
    buen chileno no “moverse” para conseguir trabajo. Pero la precarización laboral es justamente
    eso, pololitos por aquí y por allá, ser profesor taxi y más encima sin enfrentarlo, como colectividad,
    de manera conjunta ni solidaria como antropólogas/os es lo que me sorprende pero esto es un
    llamado para que se levante temáticas desde una colectividad como la instancia que creo
    correponde para debatir de NosOtros, un concepto que incluye, dinámicamente lo propio y lo
    ajena, campo en donde somos estudiosos y estudiados. Es un llamado, en conjunto con este
    concepto, de repensar la antropología desde la cotidianidad y desde la Mismidad.
    Hagámonos, pensémoslos y, por sobre todo, sintámonos.
    Se despide,
    Devanir da Silva Concha
    Santiago, 31 de Julio 2015.
  • Gracias, Devanir. Tu llamado es muy necesario y creo que llega en «buenahora». El colegio es quizás los más cercano al concepto de comunidad antropológica que tenemos en Chile. No es casual que nos sea tan difícil sostener ese sueño. Pienso que el contexto neoliberal y nuestra desgarradora historia política y disciplinar permiten entender esa realidad de «archipiélago» que queremos transformar. Quisiera invitarte a reconstituir una comisión de Género (la hubo, en los peores años, durante la dictadura y después los colegas participantes se disgregaron en diversas instituciones y trayectorias). Tengo en la mente algunos nombres de colegas que trabajan masculinidades que te podría enviar «por el interno de FB». Hoy me parece que se puede intentar un desarrollo transdisiplinar (hay contacto con algunos maestros que nos pueden ayudar). Quedo atento a tu respuesta. Y nuevamente, gracias por el Grito..

Devanir Da Silva Concha

Gracias a ti por responder y ver lo que hay detrás de mis palabras y grito ahogado, y ahora quizás un poco menos. Esto nace de una necesidad producto de algunos años de docencia comprometida al tema pero empobrecida, activismo con compañeros dentro del tema de masculinidades que se conjuga en mi identidad como antropologo (con historia personal globalizada) en un país que necesita de cientistas sociales que hagan carne lo que pasa en términos diciplinarios. O sea hacer carne la noción de comunidad, hacer carne reflexividad, hacer carne trabajo de campo, y hacer carne el NosOtros en el quehacer no solo antropológicos como si fuera un ghetto epistemológico sino de las ciencias sociales en general. Ciertamente para poder pensar nos no solo como cientistas sociales sino también como hombres (en términos de género) dentro del ejercicio académico. Entonces, más que mesa de género y masculinidades, que por cierto que me gustaría poder contribuir a rearmar porque tengo varias apreciaciones en esa linea, es levantar dos lineas de debate y reflexión antropológica que no están siendo tomadas en cuenta y están fuera del debate entorno a cuestiones centrales. Quedo a disposición de conformar y revitalizar la comisión que mencionas Rodrigo Sepúlveda y me dispongo a hacer un llamado desde esa instancia que tenga que ver con el tema diciplinario/laboral, y de manera secundaria pero no menos importante de género/masculinidades y tema virtual.

Alfonso E Madrid

Devanir, valiente e iconoclasta tu llamado de atención. Hacer público el casi sempiterno oximorón “secreto a viva voz”, de todo conocimiento, que concluye en una profesión, dentro de una sociedad neolliberal- capitalista que tan bien adjetiva y describe Beatriz Preciado en su Testo Yonqui,* es un desafio a todo un sistema construido y estampado en nuestros cuerpos sapiens , a sangre, sudor y lagrimas,
El guante está lanzado y leo con beneplácito que Rodrigo Sepulveda lo recoje, espero conocer de avances y retrocesos, y más que eso, poder palpar las diferencias a traves de la red. Habrá que construir en ese imaginario colectivo, particularmente chileno, y desde la antropología, ese concepto que verte Manuel Castells con respecto a las transformaciones : “Las instituciones deben ser cambiadas desde fuera”, tu has dado un primer paso con esta carta a éstas necesaria transformaciones, las describes, las identificas. Modestamente me sumo a una eventual colaboración y mucha suerte. Slds.

*Testo Yonqui.   La autora analiza el modo en que las estructuras políticas y de poder determinan (con frecuente violencia) la experiencia de la propia persona, la vivencia de nuestro cuerpo y, en consecuencia, el papel social que desempeñamos

Estar fuera de Internet te margina

Lenguaje y crisis política. ..Todos parlotean ruidosamente, pero nadie escucha

Lenguaje y crisis política

Normalistas retiran propaganda electoral en Chilpancingo. Foto: Germán Canseco
Normalistas retiran propaganda electoral en Chilpancingo.
Foto: Germán Canseco

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Quizá la manera más profunda de abordar la crisis del país sea analizarla desde el lenguaje. Olvidamos con frecuencia que el mundo de lo humano está hecho de palabras y, en consecuencia, de sentido. Si ellas vacilan, si los significados –que están en las palabras– se pierden, la vida política y social también se desmorona. Octavio Paz lo dijo en una síntesis espléndida: “Cuando los significados se corrompen, las sociedades se pierden y se prostituyen”.

¿Dónde empezó la corrupción del lenguaje? Es difícil decirlo. Georges Steiner ha dedicado una vasta y profunda obra a intentar comprenderlo. Pero podemos decir que una de sus causas es la velocidad tecnológica de los medios y la ausencia de silencio que provocan. Si algo caracteriza a nuestra sociedad es la reducción del lenguaje a una simultaneidad sucesiva de mensajes sin sustancia ni sustento. En la infinidad de páginas electrónicas, de mails, de programas noticiosos de radio y televisión, de Twitter, de Facebook, de chats, de WhatsApp, todos parlotean ruidosamente, todos creen tener algo importante que decir, pero nadie escucha, porque no hay ni silencio ni contenido sobre el cual pensar. Cuando llega a haber uno, la ausencia de silencio y atención en el escucha o en el lector –otra forma de la escucha–, y la deformación de su lenguaje, son tales que el receptor no llega a comprender nada y sus respuestas son tan imbéciles como su falta de atención.

Para confirmarlo basta con entrar en una de las numerosas páginas electrónicas de los diarios, leer en silencio un buen artículo de un analista político y dirigirse a los comentarios que lo acompañan. Lo que uno encuentra allí es un montón de lugares comunes y críticas que nada tienen que ver con la tesis y el contenido del artículo. Ese caos lingüístico, esa ausencia de entendimiento, esa verborrea –ajena a la sintaxis y a la ortografía– que pasa de la idiotez al insulto, tiene su correlato en la violencia diaria, en el caos social, en la ausencia de contenidos políticos de los supuestos candidatos a puestos de elección, y en la ignorancia, el cinismo, la frivolidad y la estupidez casi orgánica de nuestros gobernantes. El ejemplo más explícito hoy –para no remontarnos hasta Vicente Fox– es el actual presidente de la República y su familia.

La privación de lecturas serias –leer exige un ejercicio profundo del silencio y atención–, la reducción del lenguaje a un mero acto informativo, la pérdida de los significados –no sabemos ya lo que las palabras denotan, su significación real– y el constreñimiento del habla o de la escritura a un puñado de términos manidos por los medios, sólo pueden redundar en lo que hoy vivimos: la destrucción de la vida social y política.

Esta degradación del lenguaje tiene, sin embargo, un antecedente en México: la inhumanidad de la clase política que, desde que terminó la Revolución y se instauró el priismo, ha embrutecido el lenguaje. Ella –aun antes de la revolución tecnológica de los medios de comunicación– no ha dejado de emplearlo para justificar la falsía política. No hay mentira, por más burda que sea, que no justifique tercamente; no hay crueldad, por más abyecta y espeluznante que se presente, que no disculpe o encubra en la inane verborrea de la politiquería.

La desintegración del lenguaje por la velocidad de los medios de comunicación no podría haber alcanzado los grados de corrupción y de inanidad que éste tiene si antes los maestros de la vida política, es decir, de la ciudad –los gobernantes–, no lo hubieran pervertido y embrutecido.

Por ello, la poesía y el teatro –donde el lenguaje guarda los significados profundos de lo humano y de la vida política– han sido desplazados al lugar del espectáculo o, en el mejor de los casos, al nicho de lo íntimo. Han perdido su capacidad para refundar la vida social.

Antiguamente –pienso en los profetas del mundo hebreo o en los trágicos del mundo helénico– tenían el poder de interpelar a una nación, denunciar sus atrocidades y recomponer los significados. “En Las troyanas –escribe Steiner– Eurípides poseía la autoridad poética para comunicar al público ateniense la injusticia del saqueo de Melos, para comunicarlo y reprocharlo. Aún había proporción entre la crueldad y la capacidad de reacción de la imaginación”. Hoy ya no tienen ese poder. Cuando llegan a tenerlo –pienso en el zapatismo o en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, dos movimientos llenos de poesía– es sólo un breve destello que pronto es tragado por la velocidad del lenguaje vacío de los medios, de la politiquería y de las dosis diarias de horror que nos hacen tragar hasta insensibilizarnos para las nuevas atrocidades.

Mientras –parafraseo a Steiner– en nuestros periódicos, en nuestras aulas, en nuestras leyes, en nuestros medios de comunicación, en nuestra lectura y en nuestros actos no podamos devolver al lenguaje algún grado de claridad y seriedad a sus significados, nos hundiremos cada vez más en el caos y sus violencias, o sea en el infierno: el territorio de la mudez, la atrocidad y el no sentido. Una civilización que corrompe sus palabras no sobrevivirá mucho tiempo.

*

Javier Sicilia – Wikiquote

“Yo, yo, yo” parece ser el mantra de hoy. La moda del culto a la imagen

El síndrome Selfie: de la moda al narcisismo

¿La egolatría es una reacción inevitable en las plataformas sociales?

Un análisis describe cómo el uso excesivo de Facebook y Twitter despierta el narciso de los usuarios. Pese a que lo consideran una moda, especialistas alertan sobre sus efectos.

Si hace poco ya os hablábamos sobre La obsesión por estar conectados a través de los dispositivos móviles hoy os hablamos de los tan conocidos “selfies”

¿Existe el síndrome “selfie”? Las redes sociales nos han convertido en narcisistas.

“Selfie”, ¿qué dicen de ti tus fotos?

Si eres fanático de compartir autorretratos (selfies) en redes sociales o conoces a alguien así, esta información te interesa, ya que expertos aseguran que al hacerlo reiteradamente podrían estar expresándose ciertas necesidades… ¿Tú qué opinas?

Bajo el hashtag (etiqueta) #me o #selfie, que suele acompañar a los autorretratos, miles de personas publican sus fotos en redes sociales; tan sólo en Facebook se calcula que circulan más de 240 mil millones pero, ¿por qué lo hacen? Los motivos varían:

Por diversión.
Para presumir logros.
Como mensaje para alguien.
Para compartir momentos.

Aunque no se debe generalizar, expertos en Psicología advierten que exponer excesivamente la vida personal también podría hablar de sujetos con baja autoestima, quienes buscan aprobación y aceptación de los demás.

Sociólogos y psiquiatras coinciden en que la gente exhibe solamente lo que quiere mostrar, construyéndose así una identidad que se pone a consideración de los demás para recibir retroalimentación y ser validada.

Por ello, hay quienes consideran la tendencia selfie como acto de vanidad que indica narcisismo, o bien, falta de autoestima que se traduce en necesidad de autoafirmación y construcción de la identidad.

El síndrome del “Selfie”

Pero ¿qué es un “selfie”? El acto de autofotografiarse mediante un Smartphone o, incluso, una cámara web mientras estamos comiendo sushi en nuestro restaurante japonés favorito, nos compramos unas camisetas último modelo o tomamos algo, y la subida de dichas fotos a la red (claro que siempre que hacemos algo que no esté muy alcance de una mayoría en crisis) se llama Selfie.

Junto con los avances de la tecnología y el auge de las redes sociales, los “Selfies” se autoretratan una y otra vez en la misma postura. Ésta se repite vez tras vez y es posteada casi que instantáneamente en sus perfiles sociales. A partir de aquí, su mayor preocupación es cuántos “me gusta” o cuántos “retweets” va a recibir la foto en cuestión. Y, si, además, nos dedican uno o más comentarios, la popularidad aumenta como la espuma…

Selfie, término que fue elegido en 2012 por la revista Time, como uno de los que marcaron tendencia año.

“Yo, yo, yo” parece ser el mantra de hoy. ¿Nos estaremos volviendo narcisistas en la cultura digital? Tomarse una foto de uno mismo ocasionalmente puede ser algo divertido si no nos lo tomamos en serio. Sin embargo, cuando vemos a personas que se toman fotos cada cinco minutos, en todas las poses y circunstancias posibles, para postearlas en las redes sociales y cambiar su perfil a diario, algo nos hace ruido.

¿Sabías que en Instagram hay: 36 millones de fotos tagueadas (o etiquetadas) con la palabra “selfie”, 96 millones con “yo” y no sabemos cuántas más del estilo, que no tienen ninguna etiqueta. La popularidad del selfie parece sugerir algo más allá de lo frívolo.

¿Se trata de soledad, inseguridad, vanidad? ¿Te ha tocado ver a mujeres que en un evento social se toman un selfie a manera de espejo? Lo que llama la atención es que no lo hacen fuera de las miradas; al contrario, lo hacen frente a todos. Pero ¿Qué nos dicen los estudios?

Según los especialista en redes sociales, los usuarios elaboran, diariamente, una pequeña novela de su vida en donde Facebook es el espejo y Twitter el megáfono social, en busca de likes o follows
: “Dado que empieza el tema de la aceptación de los demás, el usuario tiende a hacerse adictivo a que le den un me gusta, por eso la necesidad de presumir lo que se está haciendo siempre”.

El sitio web Best Computer Science Schools detalla mediante una infografía que esta tendencia de las redes sociales, está convirtiendo a los sujetos en narcisistas ya que, mediante las autofotografías se revela cómo muchos usuarios persiguen la vanidad y la admiración de sus atributos físicos e intelectuales lo cual puede conllevar problemas psicológicos como depresión, trastornos obsesivos – compulsivos y dismorfofobia, por citar solo algunos.

Selfies, adictos a los autorretratos

La palabra de origen inglés selfie define no solamente a los autorretratos, también a aquellos sujetos obsesionados con publicarlos y compartirlos, necesidad basada, indican expertos, en moda social caracterizada por la idea de que sólo existe lo que está en los medios.

Al respecto, un estudio de las universidades de Birmingham, Edimburgo y Heriot-Watt, en Reino Unido, realizado con apoyo de 500 usuarios de la red social más grande del mundo, Facebook, reveló que quienes publican selfies de forma exagerada suelen tener relaciones más superficiales y peor sentido de la intimidad, y que es esta última característica la que aleja a las personas acostumbradas al trato “cara a cara” (vida “analógica”), para quienes la exposición pública debilita el vínculo afectivo que existe en la vida real.

Sin embargo, expertos aclaran que en los últimos años, especialmente para los “nativos digitales” (aquellos nacidos a partir de 1980), el concepto de amistad e intimidad ya no implica necesariamente presencia física. Por ello, son las personas jóvenes quienes con mayor frecuencia buscan la aceptación de la gente mediante redes sociales, de modo que publicar selfies puede ser contraproducente si no reciben la retroalimentación esperada, dañando así su autoestima.

Pese a ello, investigadores advierten que nos acercamos a la “Web 3.0”, donde los usuarios se convierten en consumidores de lo que producen (prosumers), de ahí la creciente moda de tomar, publicar y comentar autorretratos que reflejan, incluso, íntimos estados emocionales que perfilan la identidad.

#me, fotos que dicen quién soy

El uso desmedido de las redes sociales refleja, en sus jóvenes usuarios, signos narcisistas, reportó un análisis de The Best Computer Science Schools, un fenómeno que han identificado como el “síndrome selfie”.

¿Cómo es un narcisista?

Es un trastorno de la personalidad que implica la preocupación por sí mismo y sobre cómo es percibido por los demás. El narcisista está interesado por la satisfacción de su vanidad y la admiración de sus propios atributos físicos e intelectuales.

¿Les suena? Posiblemente, las redes sociales hayan contribuido a que la sociedad, en general, se haya vuelto más narcisista. Diversos estudios confirman esta teoría. Así,Facebook y Twitter son dos de las redes sociales que más han promovido esta tendencia selfie. En este sentido, los investigadores destacan que la gente que escribe mucho en Facebook demuestra tener una personalidad bastante insegura y narcisista. ¿Y los que saturan su timeline de Twitter con aspectos de su vida cotidiana? Igualmente ; significa que necesitan la aprobación de los demás y son, por tanto, narcisistas.

¿ Cuáles son las características de un narcisista?

Los síntomas de una persona narcisista:

1) No escucha, sólo oye para ver cómo descarta, niega, descalifica o ignora el comentario del otro.
2) Se preocupa por sí mismo. Suele ser egoísta, estar interesado en su propio bien. Si es generoso, generalmente responde a sus propios intereses.
3) Se siente por encima de todos, superior a los demás; las reglas no aplican a su persona o situación.
4) Intolerante a la crítica. Suele tener un concepto inflado de sí mismo y de su importancia; sin embargo, cualquier pequeña crítica negativa lo tumba.
5) No aceptan responsabilidad. Suelen echarle la culpa a otros de las cosas que van mal.
6) Son explosivos. Cualquier pequeñez los enoja y los puede sacar de sus cabales

Efectos negativos del abuso de las redes sociales

Según diferentes estudios, el uso excesivo de las redes sociales puede producir problemas psicológicos como:

Déficit de Atención e Hiperactividad
Depresión
Trastorno Obsesivo-Compulsivo
Trastorno de Personalidad Narcisista
Trastornos esquizoafectivo y esquizotípico
Hipocondria
Adicción
Algunas señales de alarma se disparan antes de que una afición se convierta en una adicción. Aquí te decimos cuales son las señales de alarma.

Los efectos psicológicos del abuso de las redes sociales

Facebook
– Los usuarios de Facebook tienden más a tener personalidades narcisistas o inseguros
– Las personas con puntuaciones más altas en narcisismo fueron aquellas que realizaban actualizaciones frecuentes de los estados, publicaban fotos de ellos mismos y usaban frases o lemas para autoalabarse
– Una encuesta 2012 de los abogados matrimonialistas, muestra que Facebook había estado implicado en ⅓ de todas las solicitudes de divorcio el año anterior

Twitter
– En un estudio de estudiantes universitarios de la Universidad de Michigan, se encontró que los que puntuaron más alto en narcisismo también publicaban de forma más continua en Twitter.
– Los usuarios más jóvenes usan Twitter para ampliar sus círculos sociales y difundir puntos de vista.

La moda del culto a la imagen

Lo que ha hecho el fenómeno de los selfies y el narcisismo es enfocarse a la imagen. Nos ha puesto en la mano un mecanismo que quizá muchos deseábamos tener antes, pero no había los medios.

Se puede hacer de esto un círculo virtuoso, potenciando la imagen positiva o atractiva; o un círculo vicioso al resaltar una imagen negativa; sin contar con las personas que no ponen una imagen verdadera de sí mismos. Por supuesto, no todos son críticas a este narcisismo elevado, puesto que los “like” o los “follow” de la imagen subida puede ocasionar un aumento de la autoestima que, quizás, antes se encontraba por los suelos. Ya se sabe que nunca están demás las palabras bonitas.

Al realizar estos autoretratos, los “selfies” suelen sentirse superiores a los demás pero también, suelen irritarse rápidamente y no son capaces de aceptar las críticas, y les encanta fotografiarse con alguna herramienta electrónica.

SELFIES ALREDEDOR DEL MUNDO»>http://www.slideshare.net/maditabalnco/the-selfie-phenomenon-around-de-globe»&gt;

Marxismo cultural

Marxismo cultural

Marxismo Cultural se refiere a una escuela o rama del marxismo que analiza la cultura como el factor decisivo en la opresión planteado, en lugar de los factores económicos que Karl Marx enfatizó.1 Una consecuencia del marxismo occidental (especialmente Antonio Gramsci y la Escuela de Frankfurt) y la búsqueda de popularidad en la década de 1960 como los estudios culturales, el marxismo cultural sostiene que existen estructuras de poder opresivas dentro de los artefactos culturales tradicionales de la sociedad occidental como el capitalismo, el nacionalismo, la familia nuclear, el género, la raza o la identidad cultural,1 y que el objetivo del marxismo cultural es utilizar métodos de Marx (por ejemplo, el materialismo dialéctico) dentro de la academia para exponer y desafiar a esa «hegemonía capitalista».

En la política actual, el término también se ha utilizado para describir un conjunto de valores que se ejecutan en la oposición directa de los principios básicos de la sociedad occidental y la religión cristiana2 mediante la promoción de los valores occidentales fundamentales como atrasados, obsoletos u opresiva. Este programa es visto como el verdadero propósito detrás de la corrección política y el multiculturalismo, que se identifican con el marxismo cultural.3 4 Este uso es popular entre algunos expertos políticos de habla inglesa de derecha, que se ven en una guerra cultural con marxistas asumen haber subvertido las instituciones occidentales como escuelas, universidades, medios de comunicación, la industria del entretenimiento y las iglesias más principales.5

Explicación de la teoría del marxismo cultural

Somos, en términos de Marx, «un conjunto de relaciones sociales» y vivimos nuestras vidas en el centro de la intersección de un número de relaciones sociales desiguales en base a estructuras jerárquicamente relacionadas entre sí que, en conjunto, definen la especificidad histórica de los modos capitalistas de producción y reproducción y calzar sus manifestaciones observables.

Martha E. Gimenez, Marxismo y CLases, género y raza: Repensando la Trilogía6

Según el profesor de UCLA y crítico teórico Douglas Kellner, «Muchos teóricos marxistas del siglo 20, desde Georg Lukács, Antonio Gramsci, Ernst Bloch, Walter Benjamin y TW Adorno a Fredric Jameson y Terry Eagleton emplean la teoría marxista para analizar las formas culturales en relación con su producción, sus implicaciones con la sociedad y la historia, y su impacto e influencia en el público y la vida social «.7 8 Los investigadores han utilizado diversos tipos de crítica social marxista para analizar los artefactos culturales.

Escuela de Frankfurt y la teoría crítica

La Escuela de Frankfurt es el nombre que generalmente se usa para referirse a un grupo de estudiosos que se han asociado en un momento u otro durante varias décadas con el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt, como Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, Ernst Bloch, Walter Benjamin, Erich Fromm, Herbert Marcuse, Wolfgang Fritz Haug y Jürgen Habermas. En la década de 1930 el Instituto de Investigación Social fue obligado a salir de Alemania por el ascenso del Partido Nazi. En 1933, el Instituto fue de Alemania a Ginebra. A continuación, se trasladó a Nueva York en 1934, donde se convirtió en afiliada con la Universidad de Columbia. Su revista Zeitschrift für Sozialforschung fue consecuencia renombrado estudios en Filosofía y Ciencias Sociales. Fue en ese momento en que gran parte de su importante labor comenzó a surgir, después de haber obtenido una buena acogida en el mundo académico americano y Inglés.

Entre las obras principales de la Escuela de Frankfurt, que aplica las categorías marxistas para el estudio de la cultura eran Adorno «en la música popular», que fue escrito con George Simpson y publicado en Estudios de Filosofía y Ciencias Sociales en 1941 y argumentó que la música popular fue, por diseño y promoción», totalmente antagónica al ideal de la individualidad en una sociedad liberal libre»,9 de Adorno y Horkheimer «La industria cultural: Ilustración como engaño de masas», originalmente un capítulo en la Dialéctica de la Ilustración (1947), que argumentó que la cultura refuerza «el poder absoluto del capitalismo»,10 y la «industria de la cultura reconsiderado», una radio conferencia 1963 por Adorno.11

A partir de 1945 una serie de estos marxistas sobrevivientes volvió a oeste y de la Alemania Oriental. Adorno y Horkheimer regresaron a Frankfurt en 1953 y restableció el Instituto. En Alemania Occidental a finales de 1950 y comienzos de 1960, un renovado interés en el marxismo producido una nueva generación de marxistas que participan en asuntos tales como el análisis de las transformaciones culturales que tienen lugar en el capitalismo fordista, el impacto de los nuevos tipos de música popular y el arte de las culturas tradicionales y el mantenimiento de la integridad política del discurso en la esfera pública.12 Este renovado interés se ejemplifica por la revista Das Argument. La tradición de pensamiento asociada a la Escuela de Frankfurt es la Teoría Crítica.

Birmingham School y los estudios culturales

El trabajo de la Escuela de Frankfurt y del pensador marxista Antonio Gramsci fue particularmente influyente en la década de 1960, y tuvo un gran impacto en el desarrollo de los estudios culturales, especialmente en Gran Bretaña. Como Douglas Kellner escribe:

El marxismo cultural fue muy influyente en el mundo occidental, especialmente en la década de 1960, cuando Marx pensaba que era de lo más prestigioso y procreador( sería preferible otro término). Los teóricos como Roland Barthes y el grupo Tel Quel en Francia; Galvano Della Volpe, Lucio Colletti y otros en Italia; Fredric Jameson, Terry Eagleton y la cohorte de 1960 quiene representaban a los radicales culturales en el mundo de habla inglesa, y un gran número de teóricos a lo largo del mundo utiliza el marxismo cultural para desarrollar modos de los estudios culturales que analizan la producción, interpretación y recepción de bienes culturales dentro de las condiciones socio-históricas concretas que habían impugnado efectos y usos políticos e ideológicos. Una de las formas más famosas e influyentes de los estudios culturales, inicialmente bajo la influencia del marxismo cultural, surgió en el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham, Inglaterra dentro de un grupo conocidos como la Escuela de Birmingham.7

Véase también

Referencias

  1. Merquior, J.G. (1986). Western Marxism, University of California Press/Paladin Books, ISBN 0586084541
  2. http://www.westernrevival.org/who_stole_our_culture.htm
  3. http://destoryculturalmarxism.blogspot.de/2013/01/what-is-cultural-marxism.html
  4. http://www.worldviewweekend.com/worldview-times/article.php?articleid=4104
  5. http://www.thevoicemagazine.com/culture/politics/christians-fight-against-cultural-marxism.html
  6. Marxism and Class, Gender and Race: Rethinking the Trilogy, by Martha E. Gimenez, Published (2001) in Race, Gender and Class, Vol. 8, No. 2, pp. 23-33.
  7. Douglas Kellner, «Cultural Marxism and Cultural Studies,»http://www.gseis.ucla.edu/faculty/kellner/essays/culturalmarxism.pdf, circa 2004.
  8. Douglas Kellner, «Herbert Marcuse,» Illuminations, University of Texas, http://www.uta.edu/huma/illuminations/kell12.htm.
  9. «On popular music«. Originally published in: Studies in Philosophy and Social Science, New York: Institute of Social Research, 1941, IX, 17-48. See Gordon Welty «Theodor Adorno and the Culture Industry» (1984).
  10. Theodor W. Adorno and Max Horkheimer «Enlightment as mass deception» Dialectic of Enlightenment. London: Verso, 1979, 120-167 (originally published as: Dialektik der Aufklärung. Amsterdam: Querido, 1947). On-line the University of Groningen website and Marxist Internet Archive. See Gordon Welty «Theodor Adorno and the Culture Industry» (1984).
  11. Lecture in the International Radio University Program over the Hessian Broadcasting System which was published in German in 1967, English translation in New German Critique, 6, Fall 1975, 12-19 (translated by Anson G. Rabinbach). See Gordon Welty «Theodor Adorno and the Culture Industry» (1984).
  12. e.g. Jürgen Habermas (1962 trans 1989) The Structural Transformation of the Public Sphere: An Inquiry into a category of Bourgeois Society, Polity, Cambridge.

Otras lecturas

Tipos de Investigación científica. Franck Morales

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Por Frank Morales

Existen varios tipos de investigación científica dependiendo del método y de los fines que se persiguen. La investigación, de acuerdo conSabino (2000), se define como “un esfuerzo que se emprende para resolver un problema, claro está, un problema de conocimiento” (p. 47).

Actualización de enlaces: 2 de mayo de 2014

Por su lado Cervo y Bervian (1989) la definen como “una actividad encaminada a la solución de problemas. Su Objetivo consiste en hallar respuesta a preguntas mediante el empleo de procesos científicos” (p. 41).

Ahora bien, desde el punto de vista puramente científico, la investigación es un proceso metódico y sistemático dirigido a la solución de problemas o preguntas científicas, mediante la producción de nuevos conocimientos, los cuales constituyen la solución o respuesta a tales interrogantes.

La investigación puede ser de varios tipos, y en tal sentido se puede clasificar de distintas maneras, sin embargo es común hacerlo en función de su nivel, su diseño y su propósito. Sin embargo, dada la naturaleza compleja de los fenómenos estudiados, por lo general, para abordarlos es necesario aplicar no uno sino una mezcla de diferentes tipos de investigación. De hecho es común que hallar investigaciones que son simultáneamente descriptivas y transversales, por solo mencionar un caso.

El nivel de investigación: Este se refiere al grado de profundidad con que se aborda un fenómeno u objeto de estudio. Así, en función de su nivel el tipo de investigación puede ser Descriptiva,Exploratoria o Explicativa.

1. Investigación Descriptiva:

En las investigaciones de tipo descriptiva, llamadas también investigaciones diagnósticas, buena parte de lo que se escribe y estudia sobre lo social no va mucho más allá de este nivel. Consiste, fundamentalmente, en caracterizar un fenómeno o situación concreta indicando sus rasgos más peculiares o diferenciadores.

En la ciencia fáctica, la descripción consiste, segúnBunge, en responder a las siguientes cuestiones:

– ¿Qué es? > Correlato.
– ¿Cómo es? > Propiedades.
– ¿Dónde está? > Lugar.
– ¿De qué está hecho? > Composición.
– ¿Cómo están sus partes, si las tiene, interrelacionadas? > Configuración.
– ¿Cuánto? > Cantidad

El objetivo de la investigación descriptiva consiste en llegar a conocer las situaciones, costumbres y actitudes predominantes a través de la descripción exacta de las actividades, objetos, procesos y personas. Su meta no se limita a la recolección de datos, sino a la predicción e identificación de las relaciones que existen entre dos o más variables. Los investigadores no son meros tabuladores, sino que recogen los datos sobre la base de una hipótesis o teoría, exponen y resumen la información de manera cuidadosa y luego analizan minuciosamente los resultados, a fin de extraer generalizaciones significativas que contribuyan al conocimiento.

1.1. Etapas de la investigación descriptiva:

1.      Examinan las características del problema escogido.

2.      Lo definen y formulan sus hipótesis.

3.      Enuncian los supuestos en que se basan las hipótesis y los procesos adoptados.

4.      Eligen los temas y las fuentes apropiados.

5.      Seleccionan o elaboran técnicas para la recolección de datos.

6.      Establecen, a fin de clasificar los datos, categorías precisas, que se adecuen al propósito del estudio y permitan poner de manifiesto las semejanzas, diferencias y relaciones significativas.

7.      Verifican la validez de las técnicas empleadas para la recolección de datos.

8.      Realizan observaciones objetivas y exactas.

9.      Describen, analizan e interpretan los datos obtenidos, en términos claros y precisos.

 

1.2. Recolección de datos de la investigación descriptiva:

En el informe de la investigación se señalan los datos obtenidos y la naturaleza exacta de la población de donde fueron extraídos. La población —a veces llamada universo o agregado— constituye siempre una totalidad. Las unidades que la integran pueden ser individuos, hechos o elementos de otra índole. Una vez identificada la población con la que se trabajará, entonces se decide si se recogerán datos de la población total o de una muestra representativa de ella. El método elegido dependerá de la naturaleza del problema y de la finalidad para la que se desee utilizar los datos.

Población total: Muchas veces no es difícil obtener información acerca de todas las unidades que componen una población reducida, pero los resultados no pueden aplicarse a ningún otro grupo que no sea el estudiado.

Muestra de la población: Cuando se trata de una población excesivamente amplia se recoge la información a partir de unas pocas unidades cuidadosamente seleccionadas, ya que si se aborda cada grupo, los datos perderían vigencia antes de concluir el estudio. Si los elementos de la muestra representan las características de la población, las generalizaciones basadas en los datos obtenidos pueden aplicarse a todo el grupo.

1.3. Expresión de datos de la investigación descriptiva:

Los datos descriptivos se expresan en términoscualitativos y cuantitativos. Se puede utilizar uno de ellos o ambos a la vez.

Cualitativos (mediante símbolos verbales): Se usan en estudios cuyo objetivo es examinar la naturaleza general de los fenómenos. Los estudios cualitativos proporcionan una gran cantidad de información valiosa, pero poseen un limitado grado de precisión, porque emplean términos cuyo significado varía para las diferentes personas, épocas y contextos. Los estudios cualitativos contribuyen a identificar los factores importantes que deben ser medidos. (Visión cientificista).

Cuantitativos (por medio de símbolos matemáticos): Los símbolos numéricos que se utilizan para la exposición de los datos provienen de un cálculo o medición. Se pueden medir las diferentes unidades, elementos o categorías identificables.

1.4. Tipos de investigación descriptiva:

Tomando en cuenta que las siguientes categorías no son rígidas, muchos estudios pueden encuadrarse sólo en alguna de estas áreas, y otros corresponden a más de una de ellas. Encuestas, estudio deInterrelaciones y estudios de Desarrollo

1. Estudios tipo encuesta.

Se llevan a cabo cuando se desea encontrar la solución de los problemas que surgen en organizaciones educacionales, gubernamentales, industriales o políticas. Se efectúan minuciosas descripciones de los fenómenos a estudiar, a fin de justificar las disposiciones y prácticas vigentes o elaborar planes más inteligentes que permitan mejorarlas. Su objetivo no es sólo determinar el estado de los fenómenos o problemas analizados, sino también en comparar la situación existente con las pautas aceptadas. El alcance de estos estudios varía considerablemente; pueden circunscribirse a una nación, región, Estado, sistema escolar de una ciudad o alguna otra unidad. Los datos pueden extraerse a partir de toda la población o de una muestra cuidadosamente seleccionada. La información recogida puede referirse a un gran número de factores relacionados con el fenómeno o sólo a unos pocos aspectos recogidos. Su alcance y profundidad dependen de la naturaleza del problema.

2. Estudios de interrelaciones.

Si el objeto es identificar las relaciones que existen entre los hechos para lograr una verdadera comprensión del fenómeno a estudiar, los estudios de esta índole son los estudios de casos, estudioscausales comparativos y estudios de correlación.

Estudio de casos: 

El educador realiza una investigación intensiva de una unidad social o comunidad. Para ello recoge información acerca de la situación existente en el momento en que realiza su tarea, las experiencias y condiciones pasadas y las variables ambientales que ayudan a determinar las características específicas y conducta de la unidad. Después de analizar las secuencias e interrelaciones de esos factores, elabora un cuadro amplio e integrado de la unidad social, tal como ella funciona en la realidad. El interés en los individuos no es considerándolo como personalidad única, sino como tipos representativos. Se reúnen los datos a partir de una muestra de sujetos cuidadosamente seleccionados y se procuran extraer generalizaciones válidas sobre la población que representa la muestra. El objetivo de los estudios de casos consiste en realizar una indagación a profundidad dentro de un marco de referencia social; las dimensiones o aspectos de dicho marco dependen de la naturaleza del caso estudiado.

Un estudio de casos debe incluir una considerable cantidad de información acerca de las personas, grupos y hechos con los cuales el individuo entra en contacto y la naturaleza de sus relaciones con aquéllos. Los seres humanos desarrollan una constante interacción con diversos factores ambientales, por eso es imposible comprender su conducta sin examinar tales relaciones. Los datos deben provenir de muchas fuentes. Se puede interrogar a los sujetos mediante entrevistas o cuestionarios y pedirles que evoquen experiencias pasadas o sus deseos y expectativas presentes. Se estudian documentos personales como diarios y cartas, efectuando distintas mediciones físicas, psicológicas o sociológicas. Se puede interrogar a padres, hermanos y amigos de los sujetos, analizar archivos de los tribunales, escuelas, hospitales, empresas o instituciones sociales.

Los estudios de casos son similares a las encuestas, pero en ellos hay un estudio intensivo de una cantidad limitada de casos representativos, en lugar de reunir datos de pocos aspectos de un gran número de unidades sociales. Tiene un alcance más limitado pero es más exhaustivo que el de encuestas, y le da más importancia a los factores cualitativos.

Estudios causales comparativos: 

Si además de pretender descubrir como es un fenómeno se quiere saber de qué manera y por qué ocurre, entonces se comparan semejanzas y diferencias que existen entre fenómenos, para descubrir los factores o condiciones que parecen acompañar o contribuir a la aparición de ciertos hechos y situaciones. Por la complejidad y naturaleza de los fenómenos sociales, es menester estudiar las relaciones de causalidad. Este tipo de estudio se usa en los casos en que los investigadores no pueden manejar una variable independiente y establecer los controles requeridos en los experimentos.

En un estudio causal comparativo el investigador analiza la situación vital en la cual los sujetos han experimentado el fenómeno que se quiere investigar. Después de estudiar las semejanzas y diferencias que hay entre dos situaciones, entonces podrá describir los factores que parecen explicar la presencia del fenómeno en una situación y su ausencia en la otra. Esta investigación tiene su origen por el método utilizado por John Stuart Millpara descubrir las situaciones causales, que establece que “si dos o más instancias del fenómeno investigado tienen sólo una circunstancia en común, en la cual todas las instancias concuerdan, es la causa (o efecto) del fenómeno dado”. Este método proporciona al investigador la doble posibilidad de control sobre sus conclusiones acerca de las relaciones de causalidad.

Las dificultades posibles de explicar los fenómenos en este tipo de estudios reside en la imposibilidad de establecer un control más allá de poner a prueba tantas hipótesis alternativas como sea posible;

– si al estudiar el problema el factor produce un efecto determinado no se incluye entre los puntos considerados, entonces no será posible averiguar la causa (si se desea hallar las posibles causas de los fenómenos y desechar los factores aleatorios se debe poseer suficiente información general acerca de tales fenómenos y elaborar cuidadosamente sus procedimientos de observación);

– al exigir que sea un solo factor el que determine la aparición o ausencia de un fenómeno, muchas veces en los fenómenos sociales complejos se obedece a múltiples causas; cuando dos variables se hallan relacionadas entre sí es difícil determinar cuál de ellas es la causa y cuál el efecto;

– al intentar clasificar a los sujetos en grupos dicotómicos a fin de establecer comparaciones entre ellos, los fenómenos sociales sólo presentan similitudes si los incluimos en las más amplias categorías, aunque sabemos que los hechos sociales no se clasifican automáticamente en categorías exclusivas (por lo general la comparación entre dos variables indefinidas proporciona escasa información útil sobre el fenómeno que se pretende explicar);

– cuando se trata de estudios en los que se comparan situaciones normales, la tarea de seleccionar no requiere los mismos cuidados y precauciones que en el caso de los estudios experimentales, generalmente resulta difícil hallar grupos de elementos que sean similares en todos sus aspectos, excepto en lo que respecta al hecho de hallarse expuestos a una variable distinta (siempre existe el peligro de que los grupos presenten diferencias en relación con otras dimensiones -salud, inteligencia, antecedentes familiares, experiencia anterior- que pueden afectar los resultados del estudio).

Estudios de correlación: 

Se utilizan para determinar la medida en que dos variables se correlacionan entre sí, es decir el grado en que las variaciones que sufre un factor se corresponden con las que experimenta el otro. Las variables pueden hallarse estrecha o parcialmente relacionadas entre sí, pero también es posible que no exista entre ellas relación alguna. Puede decirse, en general, que la magnitud de una correlación depende de la medida en que los valores de dos variables aumenten o disminuyan en la misma o en diferente dirección.

Si los valores de dos variables aumentan o disminuyen de la misma manera, existe una correlación positiva; si, en cambio, los valores de una variable aumentan en tanto que disminuyen los de la otra, se trata de una correlación negativa; y si los valores de una variable aumentan, los de la otra pueden aumentar o disminuir, entonces hay poca o ninguna correlación. En consecuencia la gama de correlaciones se extiende desde la perfecta correlación negativa hasta la no correlación o la perfecta correlación positiva. Las técnicas de correlación son muy útiles en los estudios de carácter predictivo.

Si bien el coeficiente de correlación sólo permite expresar en términos cuantitativos el grado de relación que dos variables guardan entre sí, no significa que tal relación sea de orden causal. Para interpretar el significado de una relación se debe recurrir al análisis lógico, porque la computación estadística no dilucida el problema. Sus riesgos son los mismos que en los estudios causales comparativos.

3. Estudios de desarrollo:

Consiste en determinar no sólo las interrelaciones y el estado en que se hallan los fenómenos, sino también en los cambios que se producen en el transcurso del tiempo. En él se describe el desarrollo que experimentan las variables durante un lapso que puede abarcar meses o años. Abarca estudios decrecimiento y de tendencia.

Los estudios de crecimiento se refieren a la identificación de los diversos factores interrelacionados que influyen sobre el crecimiento en sus diferentes etapas, saber en qué momento se tornan observables los diversos aspectos y cuándo surgen, permanecen estacionarios, alcanzan su desarrollo óptimo y, finalmente, decaen. Para el estudio del desarrollo humano se usan dos métodos: las técnicas lineales y las de corte transversal. En ambos tipos de investigación, se deben efectuar una serie de observaciones sistemáticas.

El objetivo de las técnicas lineales es medir el grado de crecimiento de determinados niños en diferentes edades, por ejemplo; y en los de corte transversal no se medirían los mismos niños a intervalos regulares, sino se efectuaría un registro de medidas de diferentes niños pertenecientes a distintos grupos de edad.

Los estudios de corte transversal incluyen generalmente a una mayor cantidad de sujetos, y describen un número menos de factores de crecimiento que los estudios lineales. La técnica de corte transversal se usa con más frecuencia por su bajo costo y porque ocupa menos tiempo; la técnica lineal es el más adecuado para estudiar el desarrollo humano.

Ambas técnicas plantean problemas de muestreo: en los de corte transversal es posible que los diferentes sujetos de cada nivel de edad no sean comparables; los lineales obtienen información de un número limitado de sujetos, sin la confiabilidad de muestras más amplias, asimismo la dificultad para el investigador de evaluar y perfeccionar con cierta frecuencia sus técnicas, pues una vez iniciada la investigación no es posible interrumpirla para modificar o mejorar los procedimientos empleados. Para estudios lineales hacen falta apoyos económicos y un equipo de trabajo ininterrumpido durante años.

Los estudios de tendencia consisten en obtener datos sobre aspectos sociales, económicos y políticos y en analizarlos posteriormente para identificar las tendencias fundamentales y predecir los hechos que pueden producirse en el futuro. En ellos se combinan a veces técnicas históricas, documentales y las que se usan en las encuestas. Resulta aventurado formular predicciones basadas en los datos de tendencia social, porque las condiciones económicas, los avances tecnológicos, las guerras, las aspiraciones individuales y otros hechos imprevisibles pueden modificar de manera repentina el curso esperado de los acontecimientos.

A causa de los innumerables factores impredictibles que pueden ejercer influencia sobre los fenómenos sociales, la duración de los análisis de tendencia afecta en una medida considerable la validez de la predicción; la mayoría de las predicciones de largo alcance constituyen meras estimaciones, en tanto que las que se refieren a lapsos más breves gozan de mayores posibilidades de certeza.

1.5. Evaluación de la investigación descriptiva:

Algunos problemas con que suelen tropieza los investigadores se refieren a examen crítico de los materiales originales, el vocabulario técnico, la formulación de hipótesis, la observación y experimentación, y la generalización y predicción.

2. Investigación Exploratoria:

Es aquella que se efectúa sobre un tema u objeto desconocido o poco estudiado, por lo que sus resultados constituyen una visión aproximada de dicho objeto, es decir, un nivel superficial de conocimiento. Este tipo de investigación, de acuerdo con Sellriz (1980) pueden ser:

a) Dirigidos a la formulación más precisa de un problema de investigación , dado que se carece de información suficiente y de conocimiento previos del objeto de estudio , resulta lógico que la formulación inicial del problema sea imprecisa. En este caso la exploración permitirá obtener nuevo datos y elementos que pueden conducir a formular con mayor precisión las preguntas de investigación.

b) Conducentes al planteamiento de una hipótesis: cuando se desconoce al objeto de estudio resulta difícil formular hipótesis acerca del mismo. La función de la investigación exploratoria es descubrir las bases y recabar información que permita como resultado del estudio, la formulación de una hipótesis. Las investigaciones exploratorias son útiles por cuanto sirve para familiarizar al investigador con un objeto que hasta el momento le era totalmente desconocido, sirve como base para la posterior realización de una investigación descriptiva, puede crear en otros investigadores el interés por el estudio de un nuevo tema o problema y puede ayudar a precisar un problema o a concluir con la formulación de una hipótesis.

3. Investigación Explicativa:

Se encarga de buscar el porqué de los hechos mediante el establecimiento de relaciones causa-efecto. En este sentido, los estudios explicativos pueden ocuparse tanto de la determinación de las causas (investigación postfacto), como de los efectos (investigación experimental), mediante laprueba de hipótesis. Sus resultados y conclusiones constituyen el nivel más profundo de conocimientos.

La investigación explicativa intenta dar cuenta de un aspecto de la realidad, explicando su significatividad dentro de una teoría de referencia, a la luz de leyes o generalizaciones que dan cuenta de hechos o fenómenos que se producen en determinadas condiciones.

Dentro de la investigación científica, a nivel explicativo, se dan dos elementos:

– Lo que se quiere explicar: se trata del objeto, hecho o fenómeno que ha de explicarse, es el problema que genera la pregunta que requiere una explicación.

– Lo que se explica: La explicación se deduce (a modo de una secuencia hipotética deductiva) de un conjunto de premisas compuesto por leyes, generalizaciones y otros enunciados que expresan regularidades que tienen que acontecer. En este sentido, la explicación es siempre una deducción de una teoría que contiene afirmaciones que explican hechos particulares.

Referencias:

1.  Investigación descriptiva (s/f). [Documento en línea]. Disponible:http://www.mistareas.com.ve/investigacion-descriptiva.htm [Consulta: 2010, Mayo 18]

2.  Investigación Explicativa (s/f). [Documento en línea]. Disponible:http://www.mistareas.com.ve/investigacion-explicativa.htm [Consulta: 2010, Mayo 18]

3.  La investigación descriptiva (s/f). [Documento en línea]. Disponible:http://noemagico.blogia.com/2006/091301-la-investigacion-descriptiva.php [Consulta: 2010, Mayo 18]

4.  Tipo de Estudio o Tipo de Investigación (s/f). [Documento en línea]. Disponible:http://www.mistareas.com.ve/Tipo-de-estudio-tipo-de-investigacion.htm [Consulta: 2010, Mayo 18]

Mayo 18th, 2010

 

Frank Morales:

Licenciado en Educación, mención Matemática Universidad de Los Andes. Magíster Scientarium mención Gerencia y Liderazgo Universidad Fermín Toro.

“El Último Constructor de Balsas de Cuero de Lobo”, y Don Hans Niemeyer.

 
 
 

10. Balsas de Cuero de Lobo

En esta décima entrega trataremos de un libro muy reciente, nos referimos a “El Último Constructor de Balsas de Cuero de Lobo”, originalmente aparecido en el año 2003, cuyo autor, don Oriel Álvarez Hidalgo, acaba de reeditar el año recién pasado, con el apoyo de la Agrupación de Turismo Delfines de Caleta Chañaral de Aceituno y el aporte económico del Gobierno Regional de Atacama, a través del proyecto: “Edición de libro Balsa de Cuero de lobo, como muestra del rescate del hombre y la mujer Chango” del año 2012.
Hemos elegido éste libro para la presente entrega por contener variados motivos de interés: en primer lugar porque trata de la temática indígena, que en nuestra historia matria local no ha sido suficientemente desarrollada, en segundo lugar por ser el fruto del trabajo de un autor freirinense prolífico, cuyas obras mayores serán también reseñada en el futuro cercano, y en tercer lugar por tratarse de una monografía orgullosamente de tipo familiar, que desde ese lugar íntimo aspira a realizar un aporte más amplio.
En éstas sencillas reseñas hemos venido planteando el concepto de Historia Matria o Matriohistoria, en contraposición a la historia patria o historia total; entre ambas establecemos una tensión relativa, donde nuestras preferencias se inclinan decididamente en favor de la Historia Matria, de nuestra tierra, del terruño amado, espacio físico y poético, concreto e imaginado; la historia matria es la de nuestra identidad, tiene olor, color, concretitud, es abierta e incluyente, es decir invita a otros a hacerse parte; desde un punto de vista metodológico la Historia Matria no rehúye de las crónicas familiares, a diferencia de la historia patria, que busca lo general; la historia matria nuestra asume orgullosamente las monografías personales, las fotografías de época, los diarios antiguos y actuales; la historia matria, por lo tanto, también incluye a los hechos únicos, aquellos a los que la historia total les resta importancia ya que no puede abordarlos por no ser generales; para nosotros, en cambio, el hecho único es valioso, su irrepetibilidad no es un inconveniente, al contrario, lo hace más valioso, fundante, propio, nos da sentido, identidad; es bajo esta lógica local, nuestra, como trataremos el libro “El Último Constructor de Balsas de Cuero de Lobo”.
El autor comienza su texto asumiendo que se trata de un libro patrimonial de la familia Álvarez Hidalgo, legítimos y antiguos habitantes del Huasco Profundo, cuya tronco familiar fue y sigue siendo en gran medida la Caleta Chañaral de Aceituno.
Su libro se compone de 4 capítulos, a saber: I. Introducción Histórica; II. El Último Constructor de Balsas de Chile; III. Método de Construcción de las Últimas Balsas en Caleta Chañaral de Aceituno; y IV.  Apunte de Otros Empleos de la Balsa y Relatos en la Historia de la Colonia; comentaremos cada uno de esos capítulos e iremos intentando extraer sus más notables implicancias para el conocimiento de nuestra historia matria.
En el capítulo inicial nuestro autor reseñado intenta plantear una síntesis general sobre el modo de vida prehistórico de los primeros hombres de la costa, llegados con la gran migración que produjo el poblamiento americano inicial, donde a poco andar inserta la denominación “Chango” como resultado histórico de ese modus vivendis de larga data en nuestro continente; éste es el capítulo más débil de todo su texto, debido a que intenta vanamente mezclar el discurso arqueológico con el discurso histórico, siendo disciplinas diferentes tanto en su teoría como en sus metodologías, difícilmente por ello traducibles en un discurso unitario; finalmente, y a modo de corolario Oriel Álvarez Hidalgo cita a fuentes etnohistóricas referidas a los Changos, donde se funden arqueología e historia en un maridaje nunca muy bien avenido, ya que la Etnohistoria es una rama actual de la Historia que trata sobre un período temporal arduamente disputado tanto por la historia como por la arqueología histórica, por tratarse de un período y objeto de estudio que ya cuenta con fuentes escritas generadas por los primeros cronistas españoles y luego chilenos, (Ámbito propio de la Historia), pero el sujeto investigado son indígenas que dejaron huellas materiales de su existencia desde su llegada a América hasta su extinción o pervivencia hasta el presente (Ámbito propio de la Arqueología Prehistórica e Histórica), de allí que la Etnohistoria sea una zona de intersección muy friccionada entre esas disciplinas.
Por todo lo anterior el resultado final del capítulo inicial de nuestro Oriel Álvarez Hidalgo no es satisfactorio: el autor, dentro del repertorio arqueológico cita a autores fundamentales en el desarrollo de esa disciplina en Chile, representantes del período pre científico o romántico de esa hermosa disciplina científica, tales como Ricardo Latcham (1910) y Max Uhle (1922), glorias y pioneros en el estudio de la prehistoria Chilena, pero, ambos, ampliamente superados por el ulterior desarrollo de la arqueología científica en nuestro país a partir de la década de los 60`s, teniendo como hito fundador la creación de la carrera universitaria de arqueología en la Universidad de Chile; las periodificaciones culturales y temporales postuladas por esos autores desde hace muchas décadas atrás ya no están vigentes. Por otro lado y en referencia ahora a los autores de la Historia Nacional, Oriel Álvarez Hidalgo cita a Francisco Frías y a Encina y Castedo, íconos de la Historia Patria o Nacional, quienes no hacen más que resumir las escasas certezas que se tenía de los Changos en su momento, y contribuyendo a crear nuevas mitologías simplificadoras y generalizantes sobre las identidades étnicas de Chile, utilizando conceptos étnicos equívocos, identificaciones defectuosas, en una lógica extraordinariamente errada: aquella que entiende a los indígenas viviendo con fronteras fijas, como esos mapas para niños, donde usted ve, querido lector, claramente donde vivía un pueblo y donde vivía el siguiente más al norte o al sur, como un mapamundi a colores, todo muy lejos de la forma en que los indígenas ocuparon los territorios, muchas veces entremezcladas muchas etnias y pueblos en un mismo territorio, sin la noción excluyente territorial que guía a los Estados-Nación actuales.
El segundo capítulo del texto de Oriel Álvarez Hidalgo, que como ya hemos dicho tituló “El Último Constructor de Balsas en Chile”, es una pieza hermosa sobre la historia de su familia, reconstruyendo la historia de su tronco familiar, situando en don Nicolás Vergara y en doña Emma Álvarez, sus abuelos, y en don Hilario, su bisabuelo paterno, los inicios de su notable clan familiar, todos conocedores del arte de la confección y uso de las balsas de cuero de lobo, que su padre, el personaje central de su libro, don Roberto Álvarez Álvarez, conoció también desde pequeño, y que transmitió a sus hijos, los hermanos mayores del nuestro autor reseñado y que finalmente se tradujo en la construcción de las últimas balsas de cuero de lobo que hoy existen, como testimonio de esa tecnología que los Changos utilizaron desde muy temprano en las costas del Océano Pacífico. Oriel Álvarez es muy claro en eso: su familia conservó el conocimiento de esa tecnología que provenía de los Changos, pero no decían ser pertenecedores a esa etnia; la construcción de Balsas de cuero de lobo terminó siendo una reliquia tecnológica conservada sin muchas otras referencias a la cultura Changa; que hasta hoy la cultura popular local asuma que don Roberto fue “el último Chango” no pasa de ser un muy merecido reconocimiento, aunque en realidad don Roberto fue, tal como lo plantea su hijo y autor del texto, solo el último constructor de balsas de cuero de lobo, lo que no deja de ser altamente valorable y motivo de legítimo orgullo para sus nutridos descendientes.
Este capítulo posee gran interés, ya que trata sobre la multifacética manera de habitar el territorio que los Huasquinos tenían hasta muy avanzado el siglo XX, heredada de las anteriores redes sociales, muchas de ellas nacidas en épocas netamente indígenas, basadas en un acceso a recursos diferenciados y estacionales, tanto en épocas del año como los distintos pisos altitudinales, es decir, los recursos, ya sea forrajeros, pesqueros, leñeros, hortícolas, etc., estaban repartidos de manera archipielágica en el territorio, por lo que sus habitantes podían ser pescadores, crianceros, pirquineros, trabajadores asalariados, etc., en distintos momentos, incluso de un mismo año.
La misma familia de don Roberto asume que las labores de pesca y caza de lobo marino se conjugaba con la crianza de animales caprinos, los cuáles eran incluso llevados en bote por estaciones climáticas hasta la Isla de Chañaral de Aceituno, tal vez en esos momentos ya la isla comenzó a mostrar los primeros signos de depredación en su flora nativa, patrón tan tristemente típico de la actividad criancera caprina en el norte chico. Fruto de estas redes sociales se producía el trueque de productos costeros con aquellos productos agrícolas propios de los distintos tramos del valle del Huasco, utilizándose recuas de mulas o burros,  donde los huasquinos vallunos se contactaban con los huasquinos costeños, trayendo  harina de trigo, higos secos, harina tostada, nueces, arrope, pajarete y frutas para intercambian por pescados, mariscos frescos y el famoso pan de luche; del mismo modo los propios habitantes de la costa viajaban hasta los minerales cercanos llevando pescado fresco y mariscos secos, aunque en éstos casos el intercambio era monetario.
Oriel Álvarez nos cuenta que los patrones de movilidad de los últimos navegantes en balsas de cuero de lobo en la costa del Huasco iban, al menos hasta el año 1957, desde Caleta El Sarco por el norte hasta Punta Choros por el sur, además de los sabidos viajes desde la costa hasta la isla Chañaral de Aceituno, los que eran menos frecuentes ya que tales embarcaciones no eran adecuadas para enfrentar los fuertes oleajes y vientos, por ello las embarcaciones de cuero de lobo por lo general navegaban a no más de 100 metros mar afuera de la línea costera.
En este momento el relato de Oriel Alvarez Hidalgo se centra en la aparición de una figura legendaria de la arqueología chilena: Hans Niemeyer Fernandez, uno de los fundadores de la carrera universitaria de arqueología de la Universidad de Chile en la década del 60`, siendo él mismo ingeniero civil de profesión y arqueólogo autodidacta; don Hans tuvo mucho contacto con el valle del Huasco, particularmente interesantes fueron sus trabajos sobre los Cazadores Recolectores Arcaicos de los períodos Medio y Tardío en la costa de Huasco en 1967, posteriormente la determinación de una “Fase Huasco” para la cultura Molle propia del período Agroalfarero Temprano en 1970, fruto de su conocimiento previo de túmulos funerarios en la localidad de Pinte o en la quebrada de El Durazno ya en 1955; más interesantes aún fueron sus hallazgos de conchales de filiación Inka-Diaguita, es decir, del período Agroalfarero Intermedio Tardío precisamente en la misma isla Chañaral de Aceituno y Punta Choros en 1967; siendo la excavación del cementerio Inka Diaguita de Alto del Carmen, en 1971, su trabajo más conocido. Después de su alejamiento del Huasco y su posterior muerte la arqueología de nuestra zona nunca volvió a recobrar ese vigor, los actuales estudios arqueológicos en el Huasco, en su mayoría someras líneas base ligadas a proyectos de inversión, no pasan de ser prospecciones superficiales, sin investigación, ni excavaciones, destinadas a pavimentar el camino a la rapiña mercantil.
 posteriormente fueron construidas otras Don Hans fue el artífice de que la familia Álvarez volviera a construir balsas de cuero de lobo, si bien el conocimiento académico de que esos saberes aún pervivían en la zona de Chañaral de Aceituno es algo previo, rastreable a las noticias que entregara en 1940 don Guillermo Millie, conocido vecino vallenarino y Jorge Iribarren Charlín, otra lumbrera de la arqueología del norte chico; a moción de don Hans, don Roberto Álvarez, en 1965, accedió a construirle una balsa de cuero de lobo a la usanza tradicional, recordando trabajosamente la técnica que aprendiera en su infancia directamente de su padre, don Nicolás Vergara. Don Hans en persona premunió a don Roberto con las municiones para cazar a los lobos marinos de cuya piel se construirían las balsas, práctica aún legal en aquella época y que hoy por suerte no sería posible. La balsa resultante de ese trabajo es posible de apreciar en el Museo de La Serena;réplicas a escala, como la que estuvo en poder hasta hace muy poco del Museo Provincial del Huasco, la que fue lastimosamente escamoteada por el Museo Regional de Copiapó, ante la impavidez e ignorancia de las autoridades de la gobernación local de aquel momento, quienes permitieron que esa mala gestión pública se perpetrara, privándonos de un patrimonio único, hermoso, invaluable.
El tercer capítulo está dedicado a los aspectos técnicos relacionados a la construcción de las balsas de cuero de lobo, contados por el propio don Roberto Álvarez a Hans Niemeyer quién tomó registro de aquello, donde además se integraron las enseñanzas que el constructor dio a sus hijos mayores; Oriel Álvarez Hidalgo, el penúltimo de sus 13 hijos, no fue testigo presencial de esas acciones, ya que en esa misma época se fue a estudiar a La Serena, tal vez por lo mismo y gracias a ello fue Oriel quien escribió y documentó esos saberes ancestrales, aún activos en su infancia; su acercamiento a la educación formal, si bien le privó de asistir a esos eventos claves, le proveyó el instrumental necesario para guardar la memoria de su familia y de paso rescatar una tradición naviera de clara raíz indígena. En este capítulo se describen todos las técnicas involucradas desde la caza de los lobos marinos hasta los detalles constructivos más deliciosos de cómo se hicieron esas embarcaciones; sus pormenores están contenidos en el libro, lo dejamos abierto a todos los interesados en ello, la lectura de sus páginas es realmente interesante e instructivo.
En el cuarto capítulo y final, el autor hace una sucinta revisión sobre los usos históricos de las balsas de cuero de lobo, tanto del Chile colonial como del republicano; vemos aquí, al igual que  en el primer capítulo, la parte más débil del libro comentado hoy; se rescata el uso que se hizo de las balsas de cuero de lobo en el norte grande para el acercamiento y carguío de salitre desde la costa hasta los buques; del mismo modo se hace una corta relación de algunas fuentes históricas sobre la presencia y uso de balsas de cuero de lobo en la costas chilenas: desde Pedro Mariño de Lovera en 1550, pasando por Bernabé Cobo de 1630, así como Diego Barros Arana y la famosa carta de Ambrosio O`Higgins de 1789, enviada a la Corte Española, fechada en la ciudad de La Serena, donde asume la tarea de establecer “matrículas”, censos, de éstos indígenas que vivían en las costas chilenas, diseminados, intentando así su sujeción y control. Este capítulo, que pretende darle un contexto más amplio al uso de las balsas de cuero de lobo, cuyas referencias fueron escogidas por el autor de manera tan poco exhaustiva, no aportan mucho a su entretenido libro, además de presentar algunas omisiones demasiado evidentes, como por ejemplo obviar a nuestro paladín histórico local, don Luis Joaquín Morales, quien en su fenomenal libro “Historia del Huasco” de 1896, nos cuenta sobre los Changos del valle del Huasco y los intentos locales, también por parte de Ambrosio O`Higgins, por sedentarizarlos y reconvertirlos en agricultores, obteniendo en ello resultados menos que regulares, el propio Luis Joaquín Morales hace referencia a Joaco Torres “Indígena de moño, como los de antes”; otra omisión relevante y también cercana a nuestra zona es la famosa pintura de Mauricio Rugendas, que retrató la bahía de Coquimbo con presencia de balsas de cuero de lobo, en una época apenas anterior al surgimiento de la fotografía en Chile, por lo que Rugendas rescató en sus pinturas no solo a los changos, sino que a buena parte de la historia de los orígenes republicanos de Chile y su cultura.
En síntesis, el libro “El Ultimo Constructor de Balsas de Cuero de Lobo” nos parece muy interesante, ya que constituye una monografía familiar bien cuidada, con excelentes fotografías antiguas, un homenaje de un miembro de su familia a su tronco genealógico, depositario éste de los saberes constructivos navieros de la desaparecida cultura changa que habitó las costas de Chile y Perú por siglos, en ese contexto nos parece un bello aporte a la historia matria, a nuestra identidad multiforme, más allá de que al centrase solo en la familia Álvarez no menciona a otros constructores de balsas de cuero de lobo también locales, como los de Cruz Grande, contemporáneos a los de Chañaral de Aceituno y sobre quienes nos hubiera gustado saber algo más.
El autor comete errores al intentar inscribir su historia familiar dentro de un relato más amplio, nacional, en especial cuando intenta ir más allá de la construcción de la balsa de cuero de lobo y adentrarse en la cultura de Los Changos, cultura poco estudiada y poco esclarecida en la antropología y arqueología chilena, muchas veces confundida con otras identidades étnicas, en ese intento nuestro autor local, como muchos otros, fracasa lamentablemente; confunde la milenaria tradición naviera americana, nacida en los primeros habitantes paleoindios que llegan al continente vía Estrecho de Bering, que fueron, ahora lo sabemos, navegantes costeros más que caminantes nómades, con los últimos vestigios de esa tradición, que en tiempos históricos, muy actuales, llamamos tentativamente Changos; esa larga tradición indígena de adaptaciones al modo de vida marítimo estuvo presente en todos los períodos arqueológicos desde los últimos 14.000 años en Chile; más aún, los distintos reinos o señoríos altiplánicos también tuvieron sus propias colonias costeras, enclaves de esos proto-imperios altiplánicos establecidos en las costas, buscando tener acceso también a los recursos del mar, por lo que esas culturas, distintas, se mezclaron y volvieron a mezclar muchas veces, por ello lo que hoy llamamos como “Changos Históricos” no corresponde a un único pueblo indígena, ni siquiera a un pueblo, sino que a una simplificación conceptual para referirse a los remanentes de muchos pueblos indígenas costeros y no costeros mezclados entre sí, relictuales de un modo de vida que perduró por miles de años en las costas y al que muchas culturas, incluso agropecuarias de tierra adentro, como Diaguitas e Inkas, adoptaron total o parcialmente.
En el Huasco, en este territorio amplio que es mucho más que el valle geográfico mismo, en nuestro terruño, el fenómeno de los Changos se ha estudiado muy poco, a pesar de que sus últimos representantes perduraron hasta ya establecida la República, es por ello que el libro de Oriel Alvarez Hidalgo, a pesar de sus imprecisiones, insuficiencias y sus desiguales capítulos, nos sigue pareciendo meritorio, un justo homenaje de un hijo pródigo a su familia, huasquinos profundos, de Chañaral de Aceituno, emparentados con los troncos más antiguos de la zona, el solo hecho de poder aunque sea asomarnos a conocer un poco de su forma de vida, su percepción de los espacios, del territorio, de sus redes sociales, familiares, comerciales, etc., constituye ya una pieza valiosa para ir armando el aún misterioso mosaico humano del Huasco, variopinto, diverso, laborioso, polifacético y cautivante.

Ficha Técnica.
-Libro: “El Último Constructor de Balsas de Cuero de Lobo”.
-Autor: Oriel Álvarez Hidalgo.
-Primera edición, año 2003, Segunda Edición, 2012, Ediciones Mediodía en Punto, Vallenar.
-Precio referencial: $ 7.000

Franko Urqueta Torrejón, Taller Cultural José Martí, Pueblo Hundido, invierno de 2013.
E-Mail: culturadiaguita2006@gmail.com
En Twitter: @FURQUETA

UN MANUAL PARA PUBLICAR: TESIS,PAPERS, INVESTIGACIONES

A Manual for Writers of Research Papers, Theses, and Dissertations

of Research Papers, Theses,
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Chicago Style for Students & Researchers

Revised by Wayne C. Booth, Gregory Colomb, Joseph M. Williams,
and the University of Chicago Press Editorial Staff

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With an appendix on paper format and submission that has been vetted by dissertation officials from across the country and a bibliography with the most up-to-date listing of critical resources available, A Manual for Writers remains the essential resource for students and their teachers.

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Porque soy judía también

Antonia Urrutia. Abogada

Porque soy judía también

Antonia Urrutia. Abogada

La alternativa que queda es la organización: personas que, mediante el encuentro con otros dicen basta, no en nuestro nombre, nunca más es nunca más para todos los pueblos, alto al fuego y fin a la ocupación. Personas judías que no temen de reunirse con sus hermanos palestinos para alentar y apoyar su justa lucha por la liberación colectiva.

Hay un momento en la historia del pueblo judío que nuestra religión siempre ha destacado por su incoherencia e incluso inmoralidad: días después de la liberación colectiva de la esclavitud en Egipto, milagro tras milagro, D’s[i] le entrega a Moisés las Tablas de la Ley. No solo se trata de un hito determinante en la ética Occidental. Para la teología judía fue este el milagro más grande de todos. A pesar de ello, cuando Moisés desciende del Sinaí, descubre que sus hermanos y hermanas estaban venerando a un becerro de oro, violando la prohibición de la idolatría. ¿Cómo se olvidaron tan rápido del D’s que los sacó de Egipto? 

Moisés, enfurecido, quiebra las Tablas de la Ley y castiga a los infractores.

Esta historia no deja de volver a mi cabeza en los últimos ciento y tantos días, con una resonancia dolorosa. El pasado 30 de octubre, el rabino argentino Uriel Romano, a quien yo alguna vez admiré, tuiteó: “Durante la Edad Media un judío que no creía en Dios era un hereje, un Meshumad, quedaba por fuera de la comunidad. En nuestros días un judío, con todas las críticas que pueda tener, no apoya a Israel debe ser considerado un hereje, ya no es parte de la comunidad”. Al parecer, es indiferente que estudies la Torá  y cumplas con sus preceptos si tienes una posición política distinta.

Parece que hay algo en ese Estado, que queda a miles de kilómetros, que nace hace menos de cien años y cuya ideología es relativamente nueva, que induce a personas a afirmar que su peso es mayor al de miles de años de tradición y enseñanza religiosa. Porque soy judía también: sé del trauma posterior al Holocausto, sé que el antisemitismo existe. Comprendo que se creyó en la estrategia de fundar un Estado propio para no volver a vivir algo así, puedo entender el romanticismo por la tierra prometida. Pero no veo por qué tiene que ser un dogma incuestionable, y me asusta que otros lo hayan elevado a nivel de sagrado, superior a todos los otros valores de manera tal que –además– cree justificar un actuar que no tiene nada, nada de judío.

Las Tablas de la Ley, en principio, tenían mandatos simples. Entre otros: No matarás, no robarás, no darás falso testimonio contra tu prójimo, no codiciarás. Pero, por alguna razón, aunque sea una mujer practicante y de fe, me tildarán de antijudía si me dan ganas de llorar pensando en los miles de inocentes que han asesinado  en pocos meses; si se me aprieta la guata al ver que se construyen asentamientos sobre tierra robada; si me enoja que le mientan a los niños judíos en las escuelas con la idea de que supuestamente, antes del Estado de Israel, casi nadie vivía allí; si me produce desconcierto que, aun con todo lo que tienen, se codicien más y más tierras ajenas.

No escribo esto para patalear contra aquellos que censuran y destierran la crítica con acusaciones de herejía, sino como intento de hacer algo frente al horror. Sobre todo el horror de la masacre, de la deshumanización y el odio racista, pero también frente al horror de que cometan estos crímenes en mi nombre y en el de mi pueblo, cuando no tienen nada que ver conmigo ni con lo que somos (o deberíamos ser). De hecho, los valores judaicos que se me enseñaron fueron a estar en contra del genocidio, en contra de la opresión y a favor de la libertad. Y es desde estos valores que quiero alzar la voz y explicar por qué lo que se le está haciendo a Palestina es una catástrofe humanitaria y un genocidio, que no puede ser blanqueada con acusaciones automatizadas de antisemitismo.  

Hablemos primero del horror y las palabras que nos ayudan a intentar entenderlo: genocidio, apartheid, ocupación, anexión, exterminio, desplazamiento forzado. No son sonidos vacíos utilizados como panfleto, son conceptos jurídicos tipificados en tratados como el Estatuto de Roma y la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, que requieren que se configuren ciertos hechos para que exista el crimen y sus consecuencias. 

Por ejemplo, el artículo 6 del Estatuto de Roma exige que existan ciertos hechos para que se configure el crimen internacional del genocidio: matanzas, lesiones, «sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial», entre otros. Pero también requiere de otro factor, que no es realmente un hecho, sino algo que está en la voluntad y el discurso y es por tanto más difícil de precisar: lo que jurídicamente se llama «ánimo genocida», es decir, la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Algo así como lo que expresa Benjamín Netanyahu al afirmar que «esta es una lucha entre los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad, entre la humanidad y la ley de la jungla» o cuando Isaac Herzog,  presidente de Israel, declara que «es toda una nación la que es responsable [del 7 de octubre]. No es cierta la retórica de que los civiles no estaban al tanto. No es cierto y… lucharemos hasta quebrarlos». O cuando Itamar Ben-Gvir, actual ministro de Seguridad, quien en 2007 fue condenado –por tribunales israelíes– por incitar el odio contra los árabes, dice «para estar claros, cuando decimos que Hamas debe ser destruido, también significa que aquellos que celebran, apoyan y les dan dulces, todos ellos son terroristas, y también deben ser destruidos».

Leo frecuentemente lo que comparten en redes sociales personas con las que crecí y compartí en espacios judíos y puedo imaginar por qué les molesta que llamen a lo que ocurre en Gaza un genocidio. La retórica del Holocausto es tan fuerte que parece irrisorio que la víctima se pueda convertir en victimario, pero creo que eso simplemente es no entender cómo funciona el miedo, el trauma, la paranoia -sentimientos que alimentan las ideas más terribles de las sociedades y que en este caso le pone un fusil obligatorio en las manos a niños de 18 años. 

Ellos argumentan en sus Instagram o cadenas de Whatsapp que lo que se está haciendo es con ánimos defensivos, no genocidas, y puede ser que algo de cierto haya en eso –¿quién no se defendería después de que matan a más de mil de los tuyos en un día, destruyen tus ciudades y llevan a cientos como rehenes?. Pero no es defensa sino venganza si se dirige contra todo un pueblo. ¿Es realmente un niño palestino una amenaza? ¿Es necesario desplazar a la gente una vez más? ¿Había que pulverizar vecindarios enteros? ¿Es preciso que en una tierra habite gente solo de tu estirpe para sentirte seguro? ¿Tanta maldad ven en la diferencia? 

También leo que comparten en redes sociales afiches reclamando por un supuesto doble estándar. ¿Se han olvidado de los rehenes? ¿Por qué nadie tilda a Hamás de genocida si su declaración de principios dice explícitamente que quieren matar a los judíos? Y es verdad, Hamás es terrible, no solo por el horror de estas declaraciones y peores, sino también porque, sea donde sea, el fundamentalismo teocrático y antidemocrático siempre es una infección peligrosa.

Pero esta lógica de siempre echarle la culpa al otro tiene patas muy cortas. Hay millones de argumentos que podría dar, y que personas más expertas han dado mejor que yo, por lo que creo que la misión de este texto no es hacer un análisis geopolítico minucioso sobre las responsabilidades, las causas, las consecuencias, los ires y venires. Podría hablar de la responsabilidad de Israel en el crecimiento de Hamas, al asfixiar a la Autoridad Palestina en Cisjordania y alimentar la vía militarizada como modo de administrar el «conflicto», en desmedro de la vía política. Podría hablar de cómo los intereses de Netanyahu y sus secuaces no está en la liberación de los rehenes, podría hablar del castigo colectivo y cómo esa violencia nutre a organizaciones como Hamás. Son millones los argumentos y los hechos.

Hay cosas que son muy complejas, sí, pero hay otras cuestiones valóricas que son bastante simples: Hay gente sin agua ni comida, cuyas casas, hospitales y familias han sido destruidas. 

Según la Torá, todos -palestino, judío, o quién sea- somos creados a imagen y semejanza de D’s. Cada una de esas vidas vale lo mismo, es igualmente sagrada. La ética destruida de quienes cometen y justifican estos crímenes por un culto irracional a un Estado será incomprensible en el futuro; el becerro de oro de la modernidad. Lo angustiante es que hoy no existe un profeta como Moisés que quiebre las Tablas de la Ley y llame al orden y la justicia. Ya no hay un gran líder que rompa con la ceguera, que levante los valores judíos primordiales, para dejar de venerar a un falso ídolo que va en contra de los preceptos más elementales y en este caso también, detenga la catástrofe.

La alternativa que queda es la organización: personas que, mediante el encuentro con otros dicen basta, no en nuestro nombre, nunca más es nunca más para todos los pueblos, alto al fuego y fin a la ocupación. Personas judías que no temen de reunirse con sus hermanos palestinos para alentar y apoyar su justa lucha por la liberación colectiva.

Se comparte mucho de lo que hace Jewish Voice for Peace, pero ha llamado especialmente mi interés la acción de If Not Now y su fundadora, Simone Zimmerman. Existen mil más: B’tselem, organización que defiende los derechos humanos en los territorios ocupados; Breaking the Silence, organización de exsoldados israelíes abogando por el fin de la ocupación; HIAS, una ONG judía dedicada a promover y resguardar los derechos de los refugiados en todo el mundo, que por muchos años fue criticada desde algunos sectores al velar por el bienestar de refugiados del mundo árabe. De los rabinos de T’ruah o Rabbis4Ceasefire, quienes comparten cómo las enseñanzas de la Torá difieren con los crímenes que hoy comete Israel y llaman a un alto al fuego, inmediato y permanente. Por mi parte, pertenezco a la Agrupación Judía Diana Aron, organización valiente, compuesta en gran parte por luchadores que resistieron contra la dictadura, estuvieron presos y siguen luchando porque en eso se les va la vida. Claramente ninguno es “antisemita”, sino todo lo contrario, llevando orgullosos al lado del nombre de Diana el de nuestra identidad. Es en estos gestos y lugares donde veo vivir, aun en días como estos, lo más valorable y digno de nuestra tradición.

Y sí, es doblemente doloroso para personas que venimos de una historia de persecución y exterminio admitir que se está cometiendo un genocidio por quienes son parte de esa misma historia. Es difícil quebrar con el becerro de oro, eventualmente ser criticada y apartada. Pero algo hay que hacer, porque al final, ¿qué es nuestro dolor y lo que sea difícil para nosotros al lado del horror interminable que continúa en Gaza? Llegan las fotos, transmisiones y testimonios a diarios y nada parece difícil al lado de eso.

Así como nuestro pueblo fue liberado de Egipto, debemos luchar por la liberación de todos los pueblos; no hay libertad que se construye sobre la opresión del otro, por lo que no seremos realmente libres hasta que todos lo sean. 


[i] Las personas de fe judía, como señal de no tomar Su Nombre en vano, no deletreamos completa la palabra Di-s.


Antonia Urrutia (Santiago, 1996). Es abogada y activista en organizaciones sociales seculares y judías.

https://www.researchgate.net/profile/Antonia-Urrutia

MUJERES INMIGRANTES. HISTORIAS DE VIDA

MUJERES INMIGRANTES. HISTORIAS DE VIDA

por Adriana Goñi Godoy

MUJERES INMIGRANTES. HISTORIAS DE VIDA

19/07/2009 por jogiro

Cuando se editó en 2004 el libro sobre “Mujeres inmigrantes. Invisibilidad y práctica cotidiana”, *utilizamos en el prólogo unas pequeñas historias de vida que ahora cuelgo aquí pues no se alejan excesivamente de la situación real que muchos viven en 2009. Por entonces, en Logroño más de seis mil mujeres con otro origen nacional trabajaron y soñaban. Colores, acentos, olores y sabores continentales, latinoamericanos, africanos y asiáticos se paseaban por las calles y parques de nuestra ciudad. Unas mujeres rubias de tez blanca y con los ojos muy claros se han parado en un escaparate; otras dos mujeres mulatas sacan a pasear a sus retoños y en la puerta del colegio avistamos unas mujeres que con el pañuelo sobre la cabeza ocultan un cabello negro y ensortijado. Claudia, Marta y Fátima son tres de esas mujeres y algo de sus vidas cotidianas se parece a esto.

Los sábados siempre son especiales para Claudia , al fin y al cabo son los únicos días que tiene libres desde que empezó a trabajar de interna al cuidado de una señora mayor con principios de demencia. Este sábado, además, es el cumpleaños de su madre y van a reunirse a comer todos los familiares y amigos que viven en Logroño.

Claudia se levanta temprano para envolver su regalo, un pañuelo de color azul que compró el sábado anterior. Una vez preparado el desayuno, ha levantado a Marisa, la señora a su cuidado, y la ha acompañado en el lento proceso del desayuno, aseo y vestido. Se le ha hecho un poco tarde, así que se da prisa para vestirse. Cuando ha llegado el hijo de Marisa ha salido rápidamente y ha ido derecha a comprar una modesta tarta para el postre. Algo nervioso se ha dirigido a la casa que su madre comparte en la C/ Huesca con dos parejas de amigos también de origen rumano. Es la primera invitada en llegar, así que puede disfrutar de un ratito a solas para felicitar y charlar con su madre. Tras el intenso abrazo y la apertura del regalo, que su madre agradece muchísimo, ambas se han sentado a comentar las gestiones que ésta ha hecho a lo largo de la semana.

Para Claudia es algo muy importante, ya que se trata de poder traer a su hija Cristina a España. Cristina solo tiene siete años y todavía vive en Rumanía con la hermana mayor de Claudia. Su madre le explica que los trámites parecen sencillos ya que, si la niña viene a Logroño, una vez empadronada podrá escolarizarse aquí y por tanto, contará con un permiso, al menos, hasta que terminen sus estudios.

Claudia no ha podido evitar las lágrimas, por fin, después de ocho meses en España sin ver a su hija podrá tenerla de nuevo aquí. Habrá que preparar el viaje y alojamiento de la pequeña, así que madre e hija se distribuirán ágilmente las actividades para la semana: quién acompañará a la niña, con qué empresa harán el viaje, cuánto dinero pueden permitirse invertir, en qué curso se debe matricular. a la niña, en qué habitación se alojará.

Luego, ambos han iniciado los preparativos para la comida, ya la hora prevista han llegado el resto de invitados, juntándose en total ocho personas. Los regalos, la comida, las risas y los abrazos han hecho que el día sea inolvidable y Claudia vuelve sonriendo a su trabajo. Son las nueve en punto de la tarde cuando llega, tiene que preparar rápidamente la cena de Marisa, desvestirla y acostarla. Claudia se acuesta temprano, tiene una larga semana por delante y está cansada, pero esta noche Claudia no se pregunta qué hace en España y si tiene sentido, hoy se siente tranquila, ha recibido la noticia que da sentido a todo el esfuerzo realizado.

Por su parte, Marta es de origen colombiano y llegó a Logroño hace más de tres años. Antes peregrinó mucho por diferentes ciudades y pueblos, pero decidió permanecer en Logroño donde consiguió un buen trabajo y regularizar su situación. Hace un mes logró abrir las puertas de su negocio, una pequeña peluquería que le supuso un esfuerzo de trabajo y ahorro grande pero que le reportó mucha satisfacción.

Como todos los lunes Marta madruga para llegar temprano a la peluquería y hacer las cuentas y gestiones previas a la apertura. Todavía tiene pocas ganancias y se ve apurada para hacer frente a los pagos mensuales, especialmente al préstamo y al alquiler. Sabe que su novio (español) quiere ayudarla económicamente para salir del apuro, pero esa opción prefiere desecharla mientras no sea imprescindible.

Cuando Marta llega a la peluquería no puede creer lo que ve, han vuelto a romperle las lunas del escaparate. Es la segunda vez que se lo hacen. Entra como puede, tratando de no pisar los cristales rotos que están por todas partes, y tras observar que no hay otros desperfectos comienza a recoger cayéndole las lágrimas. Cuando termina de dar las partes necesarias coloca un tablero en el escaparate y se dispone a atender a las clientas del día, no está dispuesta a perder un nuevo día de trabajo…

Las pocas clientas de la mañana, afortunadamente son de confianza y lejos de escandalizarse por el estado del local, animan a Marta. Cuando su novio se entera, acude deprisa a la peluquería y tras animar a Marta y tratar de restaurarle importancia a lo sucedido, consigue que un cristalero arregle el escaparate esa misma tarde.

Van juntos a comer y él le propone la posibilidad de irse a vivir juntos, a fin de cuentas están pagando dos alquileres y por tanto, desperdiciando el dinero y además así ella podrá dejar de compartir piso con cinco personas más. Marta se violenta con la proposición y elude la conversación, alegando la necesidad de marcharse y posponiendo su respuesta. Pasa una tarde muy mala, tiene que atender a las clientas mientras el cristalero hace un ruido infernal y el del seguro no para de hacerle preguntas acerca de posibles “enemigos”. Marta cierra la peluquería temprano y se lleva todas las facturas a casa para poder estudiarlas detenidamente.

Cuando termina de cenar un emparedado en la cocina de su casa, se encierra en su habitación a trabajar (no quiere que sus compañeros de piso sepan lo que hace). Más tarde de la una de la madrugada, agotada y deprimida, con las cuentas hechas, se da cuenta de la terrible situación: no puede pagar los alquileres del piso y del local de este mes, ni mucho menos enviar dinero a sus padres en Colombia .

Marta se plantea si no se ha precipitado, se asusta, la cabeza le va a estallar, solo tiene una solución, acepta la ayuda económica de su novio y plantearse en serio la posibilidad de adelantar su decisión personal de irse a vivir con él. Agotada, se queda dormida encima de la cama aún vestida.

Finalmente, sabemos que Fátima vino hace dos años en Logroño porque su marido le había dicho que el patrón le había ofrecido un contrato indefinido. Fátima estaba embarazada de seis meses pero no le importó dejar a su familia ya sus amigos, para reunirse con su marido, una vez que su padre le dio la bendición.

No sabía nada de Logroño, le habían contado que se parecía a aquellas ciudades que se veían en la televisión de Tetuán. Hizo el viaje, junto con sus otros dos niños, en la furgoneta de su vecino Hamed que vivía en Francia donde le habían contado que las manifestaciones de racismo eran siempre contra las personas de origen árabe. Por eso estaba contenta de que su marido le hubiera llamado desde una ciudad española alejada de aquel horrible lugar donde las noticias hablaron de persecución de árabes y bereberes como principales víctimas del odio al extranjero (El Ejido).

Después de cuatro años en Logroño, como todos los días, Fátima se levantó la primera para preparar el desayuno de sus hijos y de su marido. En esta época del año, Logroño era muy frío y Fátima recordaba los amaneceres cálidos de su tierra. Tras permitirse un breve espacio para el recuerdo, Fátima se puso en marcha, encendiendo las estufas de butano de reciente estreno, preparando el té, recalentando el pan y levantando, aseando y vistiendo por orden a los niños. Una hora más tarde, el autobús de la empresa reconoció al marido de Fátima y a otros empleados en la esquina de Doce Ligero con Primo de Rivera para trasladarlos al Polígono de Cantabria. A su vez Fátima, tomó el autobús de línea para desplazarse a trabajar al locutorio de un amigo de la familia en la calle Oviedo. Fátima empezó a trabajar allí hacía apenas tres meses. Estaba contenta, una vez que los niños eran mayores, ella podía trabajar para aportar dinero al hogar. Fátima trabajaba de lunes a sábado en horario de mañanas, ya que así lo había acordado con su marido, con el objetivo de atender la casa y los niños el resto del día. Como siempre Fátima se mostró amable con los clientes que acudieron al locutorio. Una vez finalizado el turno, corrió como todos los días a casa de su amiga Hannan, quien le recogía a los niños del colegio y cuidaba de ellos hasta su regreso. Aquel día la niña estaba disgustada y se echó en brazos de su madre cuando esta apareció en la puerta: “no quiero volver al colegio mamá, las niñas no quieren ser mis amigas y me han llamado mora de mierda”… Fátima miró con disgusto a su amiga Hannan quien le hizo un gesto tranquilizador. Cuando Fátima llegó a casa con los niños, su marido observó su disgusto y buscó un espacio para comentar lo sucedido. Ambos llegaron a la conclusión de que Fátima fuera a hablar con la profesora de la niña para comentar lo sucedido y solicitar su intervención en las situaciones como la acontecida. Más tranquila, Fátima puso la comida para todos y cuando llevó a los niños al colegio por la tarde habló con la profesora, una vez aclarada la situación y con el compromiso por parte de la docente de interceder en la situación, Fátima se marchó a hacer unos recados y volvió a casa cargada de compra. La noche fue tranquila, todos durmieron bien, excepto Fátima que tardó en conciliar el sueño.

Estas son historias de vida cotidiana, la vida cotidiana de muchas mujeres de la ciudad de Logroño, de miles de mujeres, que con su testimonio nos han ayudado a entenderlas mejor, a comprender sus problemas y atender a sus necesidades. Sus relatos nos han ayudado a conformar una historia de la mujer de Logroño con una característica particular que es su origen nacional, necesariamente distinta al español. Esta historia de mujeres de Logroño es la historia de la mujer inmigrante en Logroño y por tanto queremos agradecer su amabilidad la contarnos su historia en aquellos temas que les hemos demandado.

4pRosa

3pDoricaDorinaDoina2

5pDuniaNubiaNela

7pGavrilescu2

9pKatty3

10pMariana2

11pNelly2

13pAI

15'pQueen1

16pYordanca

17pSvetana2

*https://www.researchgate.net/publication/292775182_Mujeres_inmigrantes_Invisibilidad_y_practica_cotidiana

[Reportaje] Desarraigo y florecimiento en el exilio: la identidad chileno-canadiense | Radio-Canada.ca

Desarraigo y florecimiento en el exilio: la identidad chileno-canadiense .

El libro titulado 50 años después: Uprooted and Replanted in Exile – Reflections of Being Chilean Canadian, que destaca trayectos de miembros de las generaciones de descendientes de exiliados chilenos en Canadá, fue publicado recientemente en Toronto.Cincuenta y tres hijos y nietos de exiliados chilenos en Canadá reflexionan sobre su identidad y sus orígenes.

FOTO: RADIO-CANADA / PALOMA MARTINEZ-MENDEZ

Paloma Martínez Méndez

Publicado: 22 de septiembre de 2023 5:00

Publicado y editado por la Casa Salvador Allende de Toronto*, el libro 50 años después: Uprooted and Replanted in Exile – Reflections of Being Chilean Canadian, destaca trayectos de miembros de las generaciones de descendientes de exiliados chilenos en Canadá. Cincuenta y tres hijos y nietos de exiliados chilenos en Canadá relatan sus historias y revelan la huella que el golpe de Estado de 1973 en Chile dejó en sus vidas. RCI conoció a dos de ellos.

Nano Valverde, que llegó a Toronto de niño, cuenta que su familia fue expulsada a la fuerza de Chile. Su padre tuvo que exiliarse en la embajada de Honduras en Chile durante varios meses y ellos, los niños y su madre, tuvieron que esconderse durante esos mismos meses en casas de tíos y tías en las afueras de la capital, Santiago. Su casa fue allanada.Su madre tuvo que quemar en una iglesia alejada una gran cantidad de carteles, libros y folletos socialistas que tenía en casa.

Un homme (Nano Valverde, professeur de musique retraité de la communauté chilienne de Toronto) devant un graffiti dont les éléments visuels évoquent la musique.

Nano Valverde es un profesor de música jubilado y músico activo de la comunidad chilena de Toronto.Tras aquellos momentos de zozobra, Nano Valverde habla de sus primeros años en Toronto como si fuera un juego de aventuras, y ésa es la historia que quiso contar en este libro colectivo.Cuando llegamos acá, mi hermano y yo recolectábamos cosas de la basura, camas, muebles, lámparas, muchos televisores. Era como una aventura para nosotros, una forma de entretenernos. También había mucha solidaridad entre las familias exiliadas. Hoy, todavía nos reconocemos. Fue un momento triste, quizás, pero también lindo porque estábamos descubriendo otro mundo y al mismo tiempo ese ambiente de camaradería.Este chileno criado en Canadá también explica que para muchos de los exiliados, incluida su madre, Canadá era sólo un lugar de residencia temporal. Su madre solía decir que se volverían a Chile en un año, luego fueron dos y luego cinco, hasta que dejaron de hablar del tema. Mi mamá compró muebles por primera vez en el año 1984, o sea, 10 años después de que llegamos. Y finalmente empezó a asentarse un poquito. Pero cuando mi hermano compró casa, en el 90, mi mamá pensó que era como una especie de traidor. Pero bueno, estamos acá. Mi madre falleció, pero 50 años después todavía estamos acá, y ya nadie se va a ir.Nano Valverde dice que hoy, Toronto es su país.

ESTUDIAR PARA HONRAR EL PASADO

Une femme (Maya Larrondo, petite-fille d'exilés chiliens au Canada et étudiante en anthropologie médico-légale à l'université de Toronto) sourit à la caméra dans une bibliothèque.

Maya Larrondo es nieta de exiliados chilenos en Canadá.Los abuelos de Maya Larrondo, estudiante de la Universidad de Toronto, se exiliaron en Toronto en los años 70. RCI conversó con ella en la universidad donde estudia antropología forense, una rama de la antropología física que aplica el análisis de restos óseos y técnicas arqueológicas para resolver casos criminales.Maya afirma que su vida siempre ha estado marcada por sus orígenes chilenos, incluso a la hora de elegir su carrera.Elegí estudiar antropología forense porque las historias de los desaparecidos durante la dictadura me impactaron mucho. Estudiar algo relacionado con eso era muy importante para mí.La joven cuenta que creció participando en numerosos eventos organizados por la Casa Salvador Allende y que siempre se ha sentido perfectamente integrada en este entorno, a pesar de ser sólo medio chilena. Mi madre es chilena, pero mi padre es blanco. Creo que desde la comida y la cultura, pasando por la música y los libros que mis padres me leían cuando era pequeña, todo ha estado ligado al ambiente chileno. Ser chilena ha tenido un gran impacto en todo lo que soy.Maya Larrondo lamenta no hablar español con fluidez, una realidad entre quienes pertenecen a las terceras generaciones de inmigrantes en Canadá. Fueron sus abuelos quienes se vieron obligados a abandonar Chile.

Incluso para su madre, quien llegó a Canadá siendo niña, el inglés fue el principal idioma utilizado fuera de casa, en todos los ámbitos de su vida.

A pesar de eso, el sentido de pertenencia de esta joven a la comunidad chilena es muy fuerte.

Los relatos de Nano Valverde y Maya Larrondo y de otros 51 hijos y nietos de exiliados en Canadá forman parte de un libro.

50 años: Uprooted and Replanted in Exile – Reflections of Being Chilean Canadian, publicado por la Casa Salvador Allende de Toronto (nueva ventana), pero las historias proceden de todo Canadá, hogar de la cuarta diáspora chilena más grande del mundo.


Durante todo el mes de septiembre 2023, el equipo latinoamericano de RCI publicará reportajes relativos al 50 aniversario del exilio chileno en Canadá. Consulte la serie de reportajes aquí:

Paloma Martínez Méndez

Origen: [Reportaje] Desarraigo y florecimiento en el exilio: la identidad chileno-canadiense | Radio-Canada.ca

*Casa Salvador Allende - Toronto

Frivolidad. Pablo Azocar

Columna de Pablo Azócar: Frivolidad

FONDO HISTORICO – CDI COPESA


Muchas veces me pregunté por qué Augusto Pinochet, en el mundo entero, aparece en todos los listados de los personajes más perversos de la historia universal de la infamia. La primera respuesta que se me viene a la mente: la crueldad. Pocos regímenes han ejercido una crueldad tan rigurosa, fría y sistemática. El dictador chileno no solo mandó matar a varios de sus amigos y jefes a los que había jurado lealtad eterna, comenzando por el general Carlos Prats, quien lo había aupado y cobijado como se cobija a un hijo, sino que además creó un aparato represivo que recurrió a las sevicias más delirantemente inhumanas de las que se tenga memoria. A un afamado cantautor le reventaron las manos para que no tocara nunca más la guitarra, a una dirigente estudiantil le plantaron una plancha hirviendo para deformarle la cara, a dos adolescentes los rociaron de parafina y los quemaron minuciosamente de arriba a abajo, a un obrero le martillaron los dedos para que no volviera a ejercer su oficio, a una enfermera le atravesaron las manos con yataganes hasta que se fue desangrando entera, a un campesino de 16 años le reventaron la cara y lo encontraron con la boca llena de excrementos de caballo, a un pianista le fueron arrancando una a una las uñas de las manos, a un dirigente político lo mataron a pausas quemándole el pecho con un soplete. Conocí a una adolescente que estaba embarazada porque la habían violado una y otra vez salvajemente en una cárcel clandestina. Conocí a un niño al que le pusieron electricidad en la entrepierna delante de sus padres para que estos “hablaran”. Conocí a una mujer que era incapaz de tener relaciones sexuales porque le habían metido ratones en la vagina, y a otra que la amarraron para que fuera penetrada por un perro entrenado.

El Informe Rettig y sobre todo el Informe Valech –documentos oficiales del estado chileno, redactados por autoridades morales y especialistas de todo el arco político- recogen una parte de esas atrocidades. Me armé de valor y leí de principio a fin el Informe Valech, y la experiencia resultó más terrorífica que las peores novelas de terror. En ese informe, sin ir más lejos, hay una lista de más de mil niños que padecieron vejámenes diversos. Las personas que redactaron ese informe de espanto recibieron decenas de miles de testimonios, aunque fueron muchísimas las víctimas que no se animaron a hacerlo para no revivir el horror, la humillación y el miedo. Destaca el Informe Valech que además millones de chilenos perdieron el trabajo o la vivienda, denigrados, excluidos y acosados, cientos de miles debieron partir al exilio, y muchos de los que se quedaron tuvieron que sobrellevar la estigmatización y la persecución. Algunos fueron detenidos varias veces y debieron cambiar de ciudad. Otros, en sus pueblos, experimentaron el escarnio de tener que convivir con sus propios torturadores. En ese informe pavoroso quedaron registrados más de setecientos regimientos, retenes, comisarías, campos de concentración o cárceles secretas –en todas las regiones del país- donde sucedieron los hechos, con fechas y pormenores.

A pesar de los años transcurridos, los millares de testimonios que recoge el Informe Valech resultan sobrecogedores. “Me rompieron las fibras del ano al meterme objetos contundentes”. “Perdí la visión del ojo derecho por golpes de metralleta”. “Entonces un milico se sacó el pene y me obligó a que se lo enderezara con mi boca, después vino el otro y el otro, el último se fue en mi boca, mi vida nunca fue la misma ya que solo tenía 15 años”. “Me aplicaron el ‘teléfono’, golpes al unísono en ambos oídos, reventándome el derecho”. “Me fueron arrancando las muelas sin anestesia”. “Me colgaron de los pies, me hacían comer excrementos y agarraban del cuello delante mío a mi hija de nueve meses diciéndome que la iban a matar”. “Me molieron los riñones con los golpes y aún tengo secuelas”. “Me obligaron a tener relaciones sexuales con mi padre y con mi hermano”. “Me golpearon tanto que perdí la memoria y la visión”. “Nos hicieron desnudarnos, pasando una barra entre los codos y la parte trasera de las rodillas, la sensación era de descuartizamiento”. “Me deshicieron los testículos con la corriente”. “Tengo huellas de quemaduras de cigarro en todo el cuerpo”. “Me destruyeron la vagina, no pude defecar sin dolor durante años”. “Me dejaron ahí y se me gangrenó una pierna”. “Me tuvieron que extirpar el útero y los ovarios por hemorragias internas”. “Hoy tengo una afección cardíaca producto de la corriente que me aplicaron”. “Quedé con un terror que nunca se me fue, paranoia, claustrofobia, angustia”. “Sigo reviviendo una y otra vez lo que padecí en esos días”. “Todavía lloro mientras duermo”.

¿Cómo se mide la inmensidad de ese dolor? ¿Cómo se mide esa humanidad ultrajada tan masivamente y, por lo general, tan anónimamente? ¿Qué cicatrices pueden quedar en la psiquis de un país después de una barbarie de esas dimensiones?

Lo desconcertante es que lo que vino después fue el silencio. El país oficial sencillamente decidió que todo aquello se metiera debajo de la alfombra. En nombre de la “reconciliación” y la estabilidad política, se resolvió simplemente que no se volviera a hablar sobre el asunto. Se clausuró sin ceremonia alguna la heroica Vicaría de la Solidaridad, se canceló de la historia oficial al Cardenal Raúl Silva Henríquez, se escondieron a conciencia el Informe Valech y el Informe Rettig y los cientos de miles de testimonios, no hubo políticas de reparación, y la prensa casi no volvió a hablar sobre el asunto. Que los familiares se las arreglaran como pudieran. Como en las maldiciones bíblicas, se quedaron a solas con ese quiste los hijos y los nietos y los bisnietos.

Cuando el presidente Gabriel Boric otorgó en julio en España una distinción honorífica al jurista Baltazar Garzón -quien hizo que Pinochet fuera detenido en 1998 en Londres en nombre de la justicia universal de las Naciones Unidas-, la derecha chilena reaccionó escandalizada y presentó un reclamo formal ante la Cancillería. “El reconocimiento a Garzón es una vergüenza”, dijo un diputado. “Es una provocación”, dijo otro. No perdonan a Garzón: no le perdonan haber mancillado la figura del “tata” Pinochet. Todo esto no es privativo de la derecha: se ocultó todo durante tantos años, se clausuró tan sistemáticamente esa memoria, que hoy día sale gratis el negacionismo, o relativizar los hechos, o aplicar el viejo sistema de los empates.

La paradoja es terrible: Chile es probablemente el único país del mundo en el cual no existe conciencia aún de lo monstruoso que fue el régimen de Pinochet. Se corrieron todos los límites imaginables del bien y del mal, ni Calígula ni Nerón llegaron a extremos semejantes. Los alemanes se han dedicado durante décadas, día a día, mes a mes, año a año, a recordar el holocausto hitleriano, en películas y ensayos y novelas, en fotografías y cuadros y monumentos, en museos y ceremonias y memoriales. El holocausto chileno, en cambio, ni siquiera tiene nombre. Esa es la frivolidad que se instaló con el peso de la noche, una frivolidad que continúa campeando hoy, como si nada nunca hubiera sucedido.

Pablo Azócar, escritor.

La historia oculta de “La historia oculta”

https://vergara240.udp.cl/la-historia-oculta-de-la-historia-oculta/

Entrevista de Andrea Insunza y Javier Ortega a los periodistas del libro “La historia oculta del régimen militar”.

Por Andrea Insunza y Javier Ortega

8 de Octubre de 2018

Hace 30 años, semanas después del plebiscito del 5 de octubre de 1988, el diario La Época publicó el último fascículo de La Historia Oculta del Régimen Militar, la más completa investigación periodística escrita sobre la dictadura. Lanzada luego como libro, la obra se convirtió en un clásico del género. Una entrevista con sus tres autores -realizada por académicos de la Escuela de Periodismo UDP- entrega detalles inéditos sobre cómo lograron reportear la trastienda de Pinochet en el poder.

-Dame un pucho -dijo el conscripto- No he fumado en todo el día.

-¡Nada de cigarrillos! -gritó un suboficial, a cierta distancia-. Mi general dijo que ni una luz.

El diálogo ocurre la madrugada del 12 de septiembre de 1973, entre soldados que custodian los escombros humeantes de La Moneda. En Santiago reina el toque de queda y los conscriptos están cansados y nerviosos.

Así parte “La historia oculta del régimen militar”, la investigación periodística que cubre los 17 años de la dictadura de Pinochet, desde las violaciones a los derechos humanos hasta las soterradas disputas entre los miembros de la junta. La obra fue lanzada por primera vez hace 30 años, en el desaparecido diario La Epoca, mediante fascículos semanales que culminaron con la cobertura del plebiscito del 5 de octubre de 1988.

Los autores eran los periodistas Ascanio Cavallo, Manuel Salazar y Oscar Sepúlveda, tres compañeros de carrera en la Universidad de Chile que, en las postrimerías del régimen, trabajaban en La Epoca como editores. Amigos, voraces lectores y cinéfilos, se propusieron hacer un relato rigurosamente periodístico, aunque con giros literarios acotados que lo intensificaran. Así surgió la idea de partir con la escena de los soldados custodiando La Moneda destruida. Luego, la trama va ampliando el foco hasta graficar en toda su magnitud la tragedia del quiebre democrático.

Se propusieron escribir unos 25 capítulos, robándole tiempo a la frenética labor periodística de esos días. Para no verse “pillados” por la contingencia, tenían listas cuatro o cinco entregas cuando el primer capítulo se publicó con el diario. Pero muy pronto estaban sobrepasados, cerrando los fascículos el día antes. De los 25 capítulos proyectados escribieron más de 50, el último de ellos con detalles de cómo la noche del 5 de octubre un amargado Pinochet, en La Moneda, se vio obligado a aceptar la derrota. La obra completa ha sido reeditada varias veces como libro.

Hace algunos años, a instancias de dos periodistas e investigadores de la Escuela de Periodismo UDP, los tres autores hablaron por separado de esa experiencia. El resultado es esta entrevista a tres voces sobre una de las investigaciones periodísticas más emblemáticas de la historia chilena reciente. Un extracto de este registro fue publicado el domingo 30 de septiembre en Reportajes del diario La Tercera. Acá su versión completa.

¿Cuando decidieron escribir esta serie tenían algún modelo o referente periodístico que se acercara a lo que querían hacer?

A. Cavallo: Acá en Chile no, que yo recuerde. Sí teníamos claro que había que hacer un relato que requería de ciertos giros literarios muy acotados. Por ejemplo, partir con detalles y ampliar el foco, que técnicamente es un recurso no periodístico.

M. Salazar: Tengo la impresión de que un referente fue un trabajo que habían hecho años atrás las periodistas Marcela Otero y Malú Sierra en la revista Hoy, el primer reportaje en la prensa chilena sobre los detenidos desaparecidos y la DINA. Era un trabajo por capítulos estupendo y que tenía un nombre parecido. A nosotros desde el comienzo nos pareció que lo que debíamos hacer era contar de otra manera lo ocurrido durante la dictadura, desde sus inicios hasta donde llegásemos. Yo tenía la formación de la agencia UPI. Cuando tú escribes para agencias internacionales redactas textos que tienen entre tres mil y ocho mil caracteres, no más. Y tienes que privilegiar el color, los datos pasan a ser un anexo. Lo que importa es el relato, que sea una buena historia. Algo muy propio del periodismo anglosajón.

O. Sepúlveda: Los tres somos de la misma generación de la Escuela de Periodismo de Universidad de Chile, pero hasta donde recuerdo no teníamos ningún referente como guía. Nunca por lo menos lo conversamos (…) La idea era hacer una obra novedosa, recrear los hechos a través de imágenes que pudieran acercar al lector a la trama, para que no fuera tan árida. Como si estuviera viendo una película. Los tres éramos buenos lectores, nos gustaba el cine. Eso influyó.

¿Manejaban las técnicas del periodismo de investigación de manera sistemática o intuitiva?

M. Salazar: De una forma más sistemática, por nuestra trayectoria profesional. Los tres empezamos a trabajar en periodismo por ahí por 1978 y ya llevábamos casi 10 años cuando empezamos la serie. Era una época durísima donde aprendías mucho. Tenías relación con periodistas extranjeros que venían a Chile, gente que te enseñaba mucho.

A. Cavallo: No tuvimos ramos del periodismo de investigación en la universidad, pero teníamos muy claros los estándares del periodismo de investigación norteamericano. No es que los aplicáramos todos, pero sabíamos que había procedimientos como los del caso Watergate en el Washington Post. Yo por lo menos me acuerdo de haber tenido esa conciencia de cruce de fuentes desde bastante temprano en mi carrera.

“A LOS 15 Ó 20 CAPÍTULOS ESTÁBAMOS PILLADOS”

¿Hicieron una capitulación previa antes de lanzarse a escribir?

O. Sepúlveda: Hicimos un esqueleto inicial. Al comienzo definimos unos 25 capítulos, pero terminamos con más de 50. El libro tiene una estructura que se justifica sólo por la forma en que fue hecho: a medida que íbamos investigando se nos completaba el cuadro. Por eso trabajamos mucho con flashbacks, porque nos surgían datos sobre temas que ya habían quedado atrás. Entonces, en capítulos posteriores teníamos que volver a profundizar aspectos valiosos.

M. Salazar: Hicimos una primera capitulación antes de reportear nada. Logramos el visto bueno del director del diario [Emilio Filippi] y creo que trabajamos menos de un mes preparando los cuatro o cinco primeros capítulos antes de publicar la serie.

A. Cavallo: Incluso, cuando partimos no estaba clara la fecha del plebiscito, pero ya habíamos anunciado a los lectores que la serie llegaba hasta ahí. Estuvimos trabajando un mes o algo más en hacer entrevistas y reuniendo papeles, pero a ciegas. En general no sabíamos lo que andábamos buscando. Recuerdo haber ido a entrevistas donde preguntaba: “Oiga ¿qué pasó el ‘75 en general?”. Tengo la idea de que alcanzamos a producir unos 3 ó 4 capítulos antes de partir, como colchón para que no nos pillara la máquina. Pero ya a los 15 ó 20 capítulos estábamos pillados, cerrando capítulos el día anterior.

¿Cómo repartieron el reporteo y la escritura?

M. Salazar: Nos guiamos por los temas que habíamos reporteado cada uno hasta ese momento. Yo me hice cargo de los temas de derechos humanos, represión e izquierda. Ascanio Cavallo tomó la política palaciega y los partidos que estaban relativamente institucionalizados en los ‘80, como la DC. Oscar Sepúlveda tomó las relaciones internacionales y otros asuntos similares. Todos nos hicimos cargo de capítulos específicos, pero gracias al background de cada uno también aportábamos a los capítulos de los otros. Si Oscar, por ejemplo, estaba trabajando en tal tema, lo que teníamos Ascanio y yo al respecto lo dejábamos en su carpeta y también le aportábamos fuentes. Eso fue posible fundamentalmente por nuestra relación de amistad y confianza.

A. Cavallo: Manuel Salazar tomó todo lo que era la represión de la izquierda, la subversión y los temas de derechos humanos, una línea que parte con el exterminio del MIR y que termina con el FPMR. Oscar tomó temas de relaciones exteriores como el Filipinazo y episodios políticos como la venida del Papa Juan Pablo II a Chile. Yo tomé los temas relacionados con fuerzas armadas e itinerario político.

O. Sepúlveda: Cuando uno entrevistaba a una fuente salía con mucha información, porque la idea era aprovechar cada entrevistado para sacarle toda la información posible sobre el periodo que la fuente conocía. Después carpeteábamos los datos y hacíamos una división de antecedentes. Entonces, junto con iniciar este temario con estos 25 capítulos iniciales, empezamos a repartirnos los temas: “Tú te encargas de estos cinco capítulos, tú de estos otros cinco”. Con la Iglesia Católica repartimos más las cosas. Yo trabajé muchísimo en los capítulos finales de la venida del Papa. Ascanio trabajó bastante el rol que jugó la Iglesia en los inicios del régimen.

BUSCAR SIN GOOGLE

¿Qué tan importante fue el trabajo previo de recopilación de información?

M. Salazar: Es fundamental en este tipo de periodismo. Tienes que verlo y tenerlo todo. Hace unos años un periodista tuvo problemas con un empresario, Julio Ponce Lerou, porque publicó una información usando como base un reportaje de la revista Cauce de los años ’80. El periodista no captó que al número siguiente la revista tuvo un desmentido de Ponce Lerou. Se quedó sólo con el reportaje original y no revisó sus reacciones. Eso es muy frecuente.
A. Cavallo: Nos dimos cuenta que había mucha información publicada en los diarios. En El Mercurio, por ejemplo, salían parrafitos de enfrentamientos entre la subversión y los aparatos de seguridad. Entonces, uno podía saber datos como la fecha y el lugar. Era largo de hacer, sin google, con archivos de papel. Ocupábamos el archivo de La Época y también la Biblioteca Nacional. Además, ocupábamos archivos de la Iglesia Católica sobre derechos humanos. La Vicaría de la Solidaridad había publicado varios libros y documentos resúmenes muy ordenados. Entre las revistas era especialmente valiosa Qué Pasa, que tenía una sección llamada Ojos de la Llave con mucho material. Después, en los ’80 la sección política de Qué Pasa se puso muy valiosa. Ahora, siempre eran más indicios que información procesada. Obviamente, también hay que contar las revistas que surgieron en los ’80: Hoy, Apsi, Análisis.
O. Sepúlveda: Había que recorrer desde El Mercurio hasta la revista Análisis.

¿Los archivos de la Vicaría fueron los más valiosos a los que tuvieron acceso?

M. Salazar: En el tema de los derechos humanos a lo mejor, aunque en ese ámbito también logramos hablar con protagonistas, gente que por ejemplo había estado clandestina. Además, accedimos a otros documentos completamente desconocidos en ese tiempo: decretos, comisiones legislativas, mucha información policial de Investigaciones. Yo creo que durante varios años se acostumbró en Chile a utilizar las investigaciones judiciales sobre casos emblemáticos para hacer libros. Tomabas el proceso judicial y escribías el libro. Nosotros nos resistíamos a eso. Íbamos más allá del dato frío. Para nosotros también era importante saber contar la historia.

¿Hubo libros que les resultaran valiosos?

A. Cavallo: Hubo uno que nos dio mucho material, “El General Disidente”, de Florencia Varas [Editorial Aconcagua, 1979]. Tenía indicios de hechos que luego reporteamos y resultaron ser grandes. Además, tuvimos acceso a prácticamente todos sus protagonistas. Obtuvimos documentos como las cartas de la crisis al interior de la junta militar, con motivo de la consulta de 1978 [en capítulo 18, Asonada en diciembre, cuando Pinochet decidió hacer una consulta a la ciudadanía para rechazar la condena de la ONU a Chile por la situación de los derechos humanos, lo que fue resistido por el general Leigh]. Otro libro importante es “Asesinato en Washington”, de John Dinges y Saul Landau [Assassination on embassy row, Editorial Pantheon, 1980].

“ERAN MAYORITARIAMENTE FUENTES DE GOBIERNO”

¿Cómo consiguieron que fuentes del propio régimen hablaran para este proyecto?

O. Sepúlveda: A nuestros primeros entrevistados les contábamos que íbamos a cubrir una serie de hechos que la prensa de la época había omitido. Toda esta gente en general entendió, y a eso probablemente contribuyó que los primeros capítulos tuvieran un cierto peso, un cierto tono que influyó mucho: cuando empezamos a publicar, las fuentes se multiplicaron.
M. Salazar: En el contexto político del momento, parte importante de la derecha estaba muy dispuesta a la transición. Hubo gente de ese sector que nos ayudó harto, incluso a convencer a otras fuentes para hablar. Otro actor importante fue la Iglesia Católica, partiendo por el cardenal Raúl Silva Henríquez. Esto hizo que personas que nunca imaginamos nos hablaran. Eso sí, con el compromiso ya claramente establecido después de ver los primeros capítulos de que el resguardo de la fuente no se iba a romper.

¿Cuántos entrevistados tuvieron en total?

A. Cavallo: Hasta donde recuerdo eran cerca de 140 personas, aunque las horas de grabación eran muchas más. Eran mayoritariamente fuentes de gobierno. En segundo lugar venían los entrevistados de oposición. Sobre estas últimas, evitamos en lo posible hablar con los dirigentes de primerísimo nivel, salvo para chequear información. Si no, convertíamos la trama en una suerte de santería civil y nuestro foco era el gobierno.
O. Sepúlveda: Mi cálculo es que usamos cerca de trescientas fuentes, aunque es una estimación mía, que los demás autores no tienen necesariamente que compartir.

¿Por qué optaron por usar casi exclusivamente fuentes en “off the record”?

M. Salazar: Antes de que los primeros capítulos salieran nos encontramos con bastante gente que estaba dispuesta a hablar, pero que no quería ser mencionada. Nosotros en La Época teníamos un manual de estilo, que decía que todas las fuentes debían citarse, salvo en casos extraordinarios. Pero el libro partía con los primeros años de la dictadura, los más complicados. Y al empezar a reportear la mayoría de la gente no quería aparecer con su nombre. Ese era un lío, por lo que decidimos no poner fuentes, salvo alguien que pidió expresamente ser mencionado: el abogado Jorge Ovalle Quiroz [asesor del comandante en jefe de la Fach, Gustavo Leigh].
A. Cavallo: Si poníamos un episodio con fuentes y otro sin fuentes el primero iba a ganar fuerza en desmedro del otro. Además, trabajamos sobre la convicción de que en el ambiente de la época pretender tener sólo fuentes en on the record era una demencia. Ahora, la inmensa mayoría de las entrevistas las grabamos en cintas, no obstante ser pactado en off the record.
O. Sepúlveda: Había gente que no tenía problemas en que citáramos su identidad, pero se trataba de casos en que nosotros teníamos información que avalaba lo que nos decían. Sin embargo, la mayoría te pedía inmediatamente el off the record como condición para hablar.

¿Qué reglas utilizaban para trabajar con fuentes en off the record?

O. Sepúlveda: Teníamos clarísimo el principio ético básico de no revelar jamás a una fuente en la investigación, ni al conversar con otros entrevistados ni en el texto. Tampoco quisimos nunca confundir nuestra misión de periodistas con la de un investigador policial, ni hacer denuncias en los tribunales ni arreglar cuentas con la historia. Simplemente ser testigos y retratar.
A. Cavallo: Nosotros nunca hemos dicho quiénes nos hablaron, pero una vez Mónica Madariaga [ex ministra de Justicia y Educación de Pinochet, fallecida en 2009], al presentar sus propias memorias, dijo: “Yo quiero decir que fui una fuente”. Con ella la cantidad de horas de grabación fue inmensa. Y ella siempre partió sobre la base de que no revelaríamos unilateralmente su identidad.

¿Qué resguardos tomaron para evaluar la información de las fuentes “en off”?

M. Salazar: Para reproducir un hecho delicado había que encontrar tres fuentes distintas que contaran la historia de una manera aproximada. Ahí entraba el recurso de la novelización de la trama: darle atractivo y estilo al relato, lo que a mi juicio fue un acierto.

¿En qué episodios requirieron de tres fuentes para chequear la información?

M. Salazar: Uno de los episodios más comentados es una reunión del círculo más pequeño de Pinochet, donde Pinochet golpea una mesa de vidrio y la rompe, en medio de una pelea con el general Gustavo Leigh [en el capítulo 3, Fractura en el piso 22]. En esos momentos el episodio era bastante difícil de creer. Ahora, especialmente para la gente que tiene cierto manejo en estos temas, se puede identificar qué fuentes hablaron, pero en ese momento era súper complicado, porque las fuentes eran muy restringidas.
A. Cavallo: Al narrar el viaje fracasado de Pinochet a Filipinas, Oscar Sepúlveda logró reconstruir visualmente detalles inimaginables. Incluso llegó con una foto de la placa de auto que iba a usar Pinochet en esa visita.

En algunos pasajes ustedes omiten información, como en el capítulo 14, “Los años de gloria de la DINA”, donde no ponen los nombres de las empresas proveedoras de la DINA porque no tenían la certeza de que esas firmas supieran que trabajaban con ese organismo.

M. Salazar: Me parece que uno debería dejar espacio para la duda cuando no hay certeza. Decir: “Hay fuentes que dicen esto, pero nosotros no fuimos capaces de saber si es verdadero”. Ese tipo de aclaraciones nosotros tres la compartimos hasta ahora. Probablemente otros periodistas también. Pero muy pocos medios te permiten hacer eso. Los medios quieren acercarse al máximo a la verdad y eso no siempre se logra.

UNA DELEGACIÓN DE LA DINA EN EL DIARIO

¿Dónde se reunían con fuentes confidenciales como ex miembros de la DINA u oficiales de Ejército?

M. Salazar: En los lugares más extraños, lo que es típico de esa clase de fuentes. Por ejemplo en una plaza, con un tipo que se te acercaba y te decía: “Caminemos”. Me acuerdo de haberme juntado con una fuente en la ribera del Mapocho, con el tipo súper nervioso. O cuando hablabas con la ultraizquierda, que te hacían subirte a un auto y te llevaban para acá y para allá.
A. Cavallo: Hicimos el quinto capítulo del libro sobre la DINA, Las cuatro letras del miedo. Era un capítulo con información más o menos pública, a la que sumamos antecedentes inéditos de Manuel Salazar. Pero luego de publicarlo nos llamaron ex agentes de la DINA, quejándose porque no les habíamos preguntado. Entonces, hicimos otro capítulo, Dina: los años de gloria, con los datos aportados por una delegación de ex agentes que llegó al diario. Los ex DINA sentían que habían tenido que hacer el trabajo sucio, pero que el modelo económico lo estaban disfrutando otros. Se suele olvidar que la DINA tenía un modelo económico propio. Su división económica había investigado a los grupos empresariales, a los ricos, no a los pobres. Entonces, estos entrevistados estaban preocupados de reivindicar esa parte. Pero como eran bastante toscos, de paso te contaban una cantidad de brutalidades desconocidas. Con mucho orgullo nos contaron que tenían bajo control a todos los embajadores que vinieron a la Sexta Asamblea de la OEA en Santiago [1976], gracias a la “compañía” de sus mujeres de la Brigada Femenina.

¿Hubo información que no lograron chequear y publicar o que omitieron por posibles represalias?

O. Sepúlveda: Más que omitir información por posibles represalias, lo hicimos por falta de unanimidad nuestra en la credibilidad de las fuentes. O cuando no había pruebas suficientes.
A. Cavallo: Teníamos indicios sobre quién era un personaje muy, muy importante del régimen al que le decían el “Cara de Jote” y que presenció continuamente actos de tortura. No estoy seguro si no lo confirmamos completamente, o si preferimos no inferir una acusación tan grave.

En el libro sugieren cosas sin decirlas claramente. Una de ellas es cuando a Pinochet le cancelan la visita a Filipinas y su comitiva debe volver. El libro dice que mientras el avión retornaba, en el entorno de Pinochet se temió seriamente por la estabilidad del régimen. ¿Por qué no dicen derechamente que Pinochet temió que le hicieran un golpe en Santiago?

A. Cavallo: En ese caso se trata de una especulación que recorrió a la comitiva. Si hubiéramos dicho “golpe de Estado” habríamos tenido que precisar. Lo mismo ocurre después, en 1986, luego del atentado en el Cajón del Maipo, en que hubo un par de horas en que Pinochet buscó detectar desde dónde podría venir el complot.
O. Sepúlveda: Uno no puede asegurar lo que pasa por la mente de un personaje. Uno a lo más sugiere lo que podría estar pensando.

“HASTA A DÓNDE VAN A LLEGAR”

¿Hubo presiones cuando comenzaron a salir los primeros capítulos?

M. Salazar: Publicado el primer capítulo el director del diario recibió una llamada del general Santiago Sinclair, entonces vicecomandante en jefe del Ejército, quien le preguntó: “Queremos saber hasta a dónde van a llegar”. Y Emilio Filippi le explicó lo que pretendíamos, que no queríamos victimizar ni culpar a nadie.
A. Cavallo: Yo creo que si nos hubiéramos metido más con los políticos civiles los problemas hubieran sido mayores.

En varios pasajes relatan reuniones de Pinochet con su entorno más estrecho. Incluso, describen sus estados de ánimo y rabietas ¿Cómo lograron ese grado de descripción?

O. Sepúlveda: La gente en esa época sentía que estaba viviendo la historia. Había fuentes muy locuaces, como Mónica Madariaga, cuya colaboración podemos revelar ahora que murió. Cuando estas versiones coincidían con, por ejemplo, la de un general que te decía “efectivamente así fue”, podías reconstruir episodios y climas internos. Los diálogos reconstruidos reflejan ese tono y esa tensión. Obviamente, eran diálogos y escenas que no tenían una fidelidad total, porque no había grabaciones de las reuniones de Pinochet con sus ministros y generales.
A. Cavallo: Siempre he pensado que si Pinochet hubiera sabido con quienes hablábamos habría hecho una razzia, desde el vicecomandante en jefe del Ejército hacia abajo. A mí Sergio Fernández me prohibió la entrada a La Moneda cuando volvió en 1987 [como ministro del Interior de Pinochet, para enfrentar el Plebiscito]. Igual era una prohibición que tampoco causó tanto efecto, porque no tenía cómo saber que seguía teniendo fuentes en La Moneda.
O. Sepúlveda: Tuvimos reuniones con ministros en La Moneda. Ellos tenían respeto por nuestro trabajo, más allá de que no compartieran la visión de nuestro diario. Nos tenían cautela y reserva, pero al mismo tiempo confianza. Probablemente preferían asumir el riesgo de hablar con nosotros para que su versión fuera recogida. Ellos también tenían que cubrir sus espaldas, porque era un periodo en que todo el mundo se movía muy sigilosamente. Era importante para un ministro de Pinochet dejar su versión para la historia. Era frecuente la gente que decía: “Mire, yo estuve aquí, pero en esto otro donde me han mencionado no estuve por tal y tal razón”. Aclarar los límites de la participación personal era bien típico.

¿Cuáles creen que eran las motivaciones que tenían autoridades del régimen para convertirse en fuentes del libro?

O. Sepúlveda: Querían ser escuchados. Nos decían algo así como: “Nos parece seria la forma en que están trabajando, sé que en algún momento van a tocar algún periodo en el que yo participé y quiero que escuchen mi versión, que no pretende ser la verdad, pero sí un aporte”.
M. Salazar: Hubo autoridades del régimen y gente muy cercana a Pinochet, que estuvo muy dispuesta a conversar, aunque sólo sobre algunas cosas. Porque hubo gente que puso esta condición: “Hablamos, pero sólo de esto, nada más que de esto”. Con el tiempo uno se da cuenta que en esa actitud había un cálculo: “Este gobierno se acaba y por lo tanto me tengo que acomodar a los cambios”.

¿Qué motivos tuvo Mónica Madariaga para hablar?

A. Cavallo: Mónica Madariaga venía bastante de vuelta. Peleó mucho con los militares cuando era ministra. A los almirantes les molestaba que fuera mujer. Incluso, cuando ella asumió en Justicia, el almirante Merino obligó al subsecretario, que era marino, a que renunciara, porque “a un marino no lo podía mandar una mujer”. Los generales de Ejército se cruzaron con ella cuando asumió en Educación y empezó una campaña interna y luego pública contra los rectores militares en las universidades. Una vez ella declaró: “Yo pedí que me dejaran dirigir un regimiento y todavía no me dan autorización”. Pinochet debió darse cuenta que ella se estaba convirtiendo en un problema.

PINOCHET: “A ESTOS CABROS LES FALTA LA MITAD”

¿Se percataron en el reporteo si Pinochet rastreaba las filtraciones a la prensa?

O. Sepúlveda: Yo creo que tenía sus métodos, aunque no inició ninguna persecución específica con nosotros, porque el libro también le interesó a él. Así me lo dijo un general: “Mi general empezó a leer los fascículos, dijo que estaba bien pero que a estos cabros les falta la mitad”.

¿Pidieron una entrevista con Pinochet?

O. Sepúlveda: A través de esa misma gente con la que hablábamos le pedimos entrevista, pero no resultó.

¿Qué ocurrió cuando aparece el primer capítulo?

A. Cavallo: Pensábamos que se cerrarían todas las fuentes. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Cuando entre el segundo y tercer capítulo se percibió que era una obra cronológica, empezó un fenómeno. Había gente que nos llamaba para decirnos: “Cuando lleguen al ‘78 hablen conmigo”. Eso es algo totalmente normal, de reivindicación histórica. Un protagonista nunca quiere que la historia se escriba demasiado en contra suya. Y empezaron a entregarnos documentos, material que en general buscaba reivindicar la propia función de la fuente. Pero como mucho de ese material tenía información objetiva, nos servía.
O. Sepúlveda: Probablemente aportó el tono y la seriedad del trabajo. Además, en ese momento la gente sentía menos miedo de contar las cosas. Quizás cuatro años antes un proyecto así no hubiese tenido el mismo resultado.
M. Salazar: Hubo gente del régimen militar que inicialmente se mostraba reacia a colaborar, pero después del primer capítulo eso cambió. Era gente que de alguna manera quería abrirse un espacio, que suponía que La Época iba a tener un papel relevante en la transición. Muchos ya sospechaban a mitad del ‘88 que el plebiscito lo perderían y ya se estaban imaginando los escenarios políticos posteriores. Entonces, hubo gente del régimen y de la derecha que llamó para contar episodios pequeñitos, pero que eran útiles para calzar piezas mayores.

CONTRA EL TIEMPO Y A TRES MANOS

¿Cómo se editaban entre ustedes?

A. Cavallo: Nos repartíamos alternadamente la redacción de los capítulos semanales, para que a nadie le tocara publicar dos capítulos seguidos. Por esa razón técnica los temas están un poco alternados. La idea era que los otros dos revisaran, pero a la altura de los capítulos 12 ó 13 nos fue quedando menos tiempo para eso. A la altura de mayo o junio de 1988 estábamos en una crisis absoluta, despachando semana a semana cada capítulo.
O. Sepúlveda: Teníamos libertad para opinar todo sobre el capítulo del otro, rayando o aportando antecedentes si creíamos que faltaban. Nos entendíamos bastante bien.
M. Salazar: Uno escribía un capítulo y se lo pasaba a otro. Ese otro editaba, agregaba datos y se lo pasaba al tercero. Eso le dio a La Historia Oculta un estilo de narración particular, unificado, y también permitió profundizar ciertas aristas y eliminar otras.

Llama la atención el estilo visual del libro, que privilegia las escenas y la reconstrucción de diálogos por sobre el análisis.

O. Sepúlveda: Cuando cada uno se hizo cargo de escribir sus capítulos y luego cruzamos los borradores eso nos gustó y decidimos aplicarlo sistemáticamente. Nos parecía más entretenido que recurrir al tono del cientista político.
A. Cavallo: Grabábamos a nuestros entrevistados para no tener que tomar apuntes. Así se privilegiaba la reconstrucción de diálogos y escenas. Era la única forma posible de llegar a eso. En Chile tenemos una oralidad muy visual, muy rica para reconstruir diálogos y situaciones.

¿Cómo compatibilizaban la escritura con su labor en el diario?

O. Sepúlveda: Hacíamos la pauta del diario en la mañana y luego pensábamos en las entrevistas para la serie. Si surgían entrevistas largas yo, como editor político, me apoyaba mucho en mi sub-editor, Rafael Fuentealba. En esos días llegaba de vuelta a las siete de la tarde, para revisar la edición y decidir con Rafael los cambios para la edición nocturna. Entre las 10 y las 12 de la noche retomaba el libro, dependiendo de lo atrasado que estuviera. Como a la una de la mañana nos íbamos con Ascanio y Manuel a conversar sobre los capítulos siguientes, tomando alguna cerveza. Estuvimos un año completo en eso.
A. Cavallo: Escribíamos los capítulos en los computadores del diario, que tenían un sistema infernal. Primero, el servidor generaba un calor espantoso y había que mantenerlo en una pieza con hielo para que no se cayera. Segundo, no podías llevarte información para trabajar en la casa. Un viernes Oscar Sepúlveda estaba escribiendo un capítulo sobre la visita del Papa, que tenía que cerrar como plazo máximo el lunes a las seis de la tarde, para publicarlo el martes. Y ese viernes se cayó el sistema y se perdió todo. El lunes hubo que reescribir el capítulo. No alcanzamos a sintetizar. Esa es la explicación de por qué hay tres capítulos del Papa y no uno en la primera edición del libro. De hecho, la visita del Papa fue la única corrección a fondo que nos permitimos en ediciones posteriores: redujimos los tres capítulos originales a dos.

¿Cómo discriminaban qué información iba para el libro y cuál para el diario?

A. Cavallo: Cuando la serie comenzó a salir, en diciembre de 1987, los contenidos estaban muy distanciados de la coyuntura. Pero el capítulo sobre el plebiscito, que es el último, se publicó en diciembre de 1988, sólo dos meses después del triunfo del No. Entonces, en ese reporteo fuimos topándonos con información que servía para el diario. Por ejemplo, tuvimos la duda de hacer un reportaje para el diario sobre el papel clave del miembro del Tribunal Constitucional Eugenio Valenzuela Somarriva, un jurista de derecha, en las leyes políticas que permitieron que el plebiscito fuera una competencia limpia. Pero ese tema era demasiado académico para el diario. Al final, el rol de Valenzuela fue en el libro [en el capítulo penúltimo, La invisible trama del voto].
M. Salazar: Había gente del régimen militar que discrepaba de la campaña por el Sí y que nos habló mucho. El problema era si usar eso en el diario o en la serie. Además, debíamos tener cuidado de no ser utilizados. Creo que probablemente hay un cierto bajón en el aspecto dramático de La Historia Oculta a mediados del ’88, porque cada vez nos ocupaba más tiempo el diario y no era tan entretenido contar la trama legalista, de los decretos sobre el plebiscito. Había que hablar con expertos. A Ascanio Cavallo le gustaba más eso que a mí, pues yo pensaba que perdíamos masividad.

BUCEANDO EN LAS PUGNAS INTERNAS

¿Cuáles creen que fueron los grandes méritos del libro?

O. Sepúlveda: Transmitir el clima interno al interior del régimen militar, algo sorprendente para su tiempo. Fue valioso describir todas las disputas de Pinochet con sus propios colaboradores, con la propia junta de gobierno. Eso fue un aporte, porque en el mundo de la oposición había menos secretos. El cómo se formaba una organización sindical o cómo se organizaba una protesta, era menos impresionante que saber cómo había peleado Pinochet con el general Leigh.
M. Salazar: Hay algo súper importante para el momento en que salió la serie, pero que lamentablemente no fue recogido en las ediciones del libro: las fotos. Ahí hubo un aporte gráfico que resultó estremecedor. En el primer capítulo venían fotos del Estadio Nacional, con prisioneros desnudos. Había gente que no lo podía creer. Esas fotos están tomadas de un libro que se publicó en la RDA de un famoso documental. Y había también muchas fotos que eran desconocidas porque no se habían podido publicar en los medios. Oscar [Sepúlveda] consiguió la patente del vehículo que iba a usar Pinochet en Filipinas. Esa foto fue la que abrió el capítulo sobre el tema.

¿Cuáles son sus capítulos favoritos?

A. Cavallo: Me gusta mucho el capítulo de Filipinas [Filipinazo, capítulo 27], una historia que estaba completamente virgen y que quedó muy bien detallada y escrita. Otro es el que narra la destitución del general Leigh, que los propios militares me comentaron que tenía detalles impresionantes [La caída de Leigh, capítulo 22]. También me gustó el capítulo de la llegada del Papa [El Papa pisa Pudahuel, capítulo 49]. El capítulo sobre el plebiscito creo que está bien [5 de octubre, capítulo 53], porque fue la primera interpretación global del plebiscito, aunque a ratos se pierde en detalles obsesivos. De este último me acuerdo de la escena en que el ministro Fernández dice que el 43% logrado por Pinochet es un triunfo, y el general Fernando Matthei le pregunta “dónde está la champaña”. Esa escena apareció casi al mismo tiempo en La Época y en Qué Pasa, pero nadie había explicado en qué contexto fue, qué estaba pasando con Pinochet.
M. Salazar: Me gusta el primer capítulo [Los días del “poder total”]. Muestra lo que va a ser el libro, rompe con todo lo que se ha hecho hasta ese momento en prensa escrita y abre una ventana. En general, rescato los recursos literarios que usamos, que creo que tiene que ver con la experiencia de reporteo que echo mucho de menos en los periodistas de hoy. Cada uno de nosotros tuvo que hacer el servicio militar cinco años antes de que recién te pusieran una jineta. Hoy los periodistas jóvenes quieren hacer frentes de inmediato, y que les paguen bien o se van.
O. Sepúlveda: Me gustan los capítulos sobre el funcionamiento de la DINA [capítulos 5 y 14: Las cuatro letras del miedo y Dina: los años de gloria]. Después, los que narran la destitución del general Leigh y el Filipinazo.

¿Qué debilidades tiene el libro?

M. Salazar: Probablemente faltó profundizar en temas que tienen que ver con mis obsesiones personales. Temas como los derechos humanos, las negociaciones al interior de la izquierda, las relaciones del PC con la Unión Soviética y con Fidel, aunque quizás todo eso sea materia de otros libros.
A. Cavallo: Creo que el libro tiene un cierto desequilibrio estructural, lo que quizás tenga que ver con el método de trabajo, pero echo de menos un reporteo más profundo a los años 1974 y 1975, que cubrimos muy rápido. En cambio, 1978, 1981 y 1982 están muy detallados. También creo que por razones de urgencia renunciamos muy rápido a episodios que deberíamos haber profundizado, como la investigación sobre la muerte del niño Rodrigo Anfruns, que quedó como subcapítulo. Pudimos haber entrado más en eso; teníamos cómo hacerlo.
O. Sepúlveda: Una debilidad es cierto desorden cronológico, por los flashbacks. Lo que pasa es que esto no fue pensado en un principio como libro. No trabajamos un año entero como una unidad para después publicarlo. Y eso es un problema.

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“¿QUÉ CRESTAS ME ESTÁ PREGUNTANDO?” (Cavallo y el reporteo en democracia)

Ascanio, diez años después usted intentó una fórmula muy similar: otra serie por entregas, “La historia oculta de la transición”, que también acabó como libro.

A. Cavallo: Lo que pasó ahí fue la misma situación. En 1995 renuncié a La Época y me fui a revista Hoy. Pero para 1997 los dueños de Hoy estaban peleados entre sí y nadie aportaba capital. Como no teníamos ingresos, la única forma era aumentar la circulación con un gancho artificial. Nos decidimos por la fórmula de una nueva serie periodística por capítulos. El problema es que más adelante la negociación con el potencial comprador, en este caso Radio Cooperativa, se desplomó…

¿Qué diferencias tiene “La historia oculta de la transición” con “La historia oculta del régimen militar”?

A. Cavallo: Estábamos en una democracia bien secretista. Tal vez era más fácil que antes hablar del gobierno, pero estaba todo el tema de la convivencia con el mundo militar. De hecho, los capítulos que para mí son centrales tienen que ver con Punta Peuco, el Boinazo. La tesis de este libro es que la transición terminaba con la salida de Pinochet de la Comandancia en Jefe, porque él sustentó su poder no en la Presidencia de la República, sino en el Ejército. Algo que sostengo todavía. Por lo tanto, era un periodo que tenía un límite bien nítido: 1990-1998. Además, tenía mucho más clara la estructura de capítulos, qué temas había que tocar.

¿Qué diferencias hay entre esos dos libros y el que escribió entre uno y otro, “Los hombres de la transición”?

A. Cavallo: Los Hombres de la Transición es bastante más literario. En él traté de retratar a un grupo de personajes que se juntaba en el Congreso en marzo de 1990, cuando Pinochet le entregó la banda presidencial a Patricio Aylwin. Entonces, tenía que preocuparme de la trayectoria que cada uno había recorrido para llegar a esa circunstancia. El libro tenía que partir con Pinochet, la mañana en que tomaba el helicóptero a Valparaíso para entregar el mando. Y tenía que terminar con Pinochet entregando el mando. Ese era el plan original. El ministro Carlos Cáceres se fue en el mismo helicóptero y quedó sentado al lado de la primera dama, Lucía Hiriart, que le hablaba y le hablaba. Pinochet iba solo, pegado a una ventana, como meditando. Entonces me dije: “Esto me sirve para hacer el flashback”. Pero tenía que describir la ruta del helicóptero. Justo conseguí que Pinochet me recibiera para conversar. Y le pregunté:

-General, ese día el helicóptero ¿Por dónde salió?
-¿Cómo que por dónde salió?
-¿Por dónde se fue a Valparaíso?
-Por arriba…
-Sí, pero qué ruta tomó…
-Hacia arriba, pues ¿Qué crestas me está preguntando?
-La ruta que tomó el helicóptero…

Pinochet apretó un timbre y pensé que se había enojado y que me iba a echar. Llegó un ordenanza y Pinochet le dijo: “Mire, este es el señor Cavallo, mañana ponga un helicóptero y llévelo a Valparaíso porque no sé qué huevada me está preguntando”. Efectivamente, el aparato salía por una ruta rara, por el noroeste, en dirección a Quintero, donde están los cerros más bajos. Y luego se devuelve sobre el mar a Valparaíso. Y eso sólo fue una línea en el libro. Además, Pinochet iba apoyado en el vidrio porque tenía sueño.

La Historia Oculta de la Transición deja la idea de que parte del material se recolectó durante su paso por la dirección de Hoy ¿Es eso correcto?

A. Cavallo: No, la conclusión es más triste: Todos esos años escribí de política y me creía un tipo informado, pero cuando me puse a reportear de nuevo para ese libro me di cuenta que sólo me había enterado de un 30%. Por ejemplo, durante el reporteo de La Historia Oculta de la Transición una fuente me sopló que la manifestación de personal del Ejército vestido de civil en las afueras de la Cárcel de Punta de Peuco, en julio de 1995, no había tenido nada que ver con el encarcelamiento del general Manuel Contreras (R), quien estaba en ese penal. “Acuérdate que están los Pinocheques todavía dando vueltas”, me dijo la fuente. Yo no lo podía creer. ¡Era la tercera muestra de malestar del Ejército por los Pinocheques y ningún periodista se había dado cuenta! Empecé a reportear y encontré al general adecuado que me dijo que lo había llamado Lucía Hiriart para ordenarle que organizara una manifestación en Punta de Peuco, “porque Augustito está con problemas de nuevo con estos tipos”. Y me dio el detalle completo de cómo había sido toda esta trama [en el capítulo 28, El picnic de la segunda división]. O sea, en su momento no me enteré de algo tan escandaloso.

CRÉDITOS

Investigación de imágenes de archivo:
Oscar Castro y Cristián Roa
Edición de imágenes de archivo:
Cristián Roa

Fotografías e imágenes:

«La historia oculta del régimen militar», segunda edición, 1989.

Diario La Epoca, Hemeroteca Biblioteca Nacional de Chile.

Descripción de las imágenes en orden correlativo:
Descripción: “La calle Teatinos el 12 de septiembre: vigilancia y limpieza de calles”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 13).
Descripción: “La Moneda el 12 de septiembre”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 15).
Descripción: “Obispo Fernando Ariztía”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 101).
Descripción: “Pinochet dicta normas y plazos a la comisión de reforma constitucional. A su lado Mónica Madariaga y Enrique Ortúzar”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 241).
Descripción: “Mónica Madariaga”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 319).
Portada capítulo 5, “Las cuatro letras del miedo”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 41).
Portada capítulo 14, “DINA: los años de gloria”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 133).
Descripción: “Sergio de la Cuadra asume; contemplan Mendoza, De Castro, Danús y Carrasco”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 385).
Portada capítulo 3, “Fractura en el piso 22”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 25).
Portada capítulo 49, “El Papa pisa Pudahuel”. En diario La Época (01/11/1988).
Extracto del capítulo 3, “Fractura en el piso 22”. En “La historia oculta del régimen militar”, segunda edición (1989). (p. 32).
Imagen patente descrita en capítulo “Filipinazo”. En diario La Época (31/05/1988).
Portada capítulo 22, “La caída de Leigh”. En diario La Época (26/04/1988).
Portada capítulo 27, “Filipinazo”. En diario La Época (31/05/1988).
Portada capítulo 49, “El Papa pisa Pudahuel”. En diario La Época (01/11/1988).
Portada capítulo 53, “5 de octubre”. En diario La Época (29/11/1988).
Portada capítulo 1, “Los días del ‘poder total’”. En diario La Época (01/12/1987).
Portada capítulo 5, “Las cuatro letras del miedo”. En diario La Época (29/12/1987).
Portada capítulo 14, “DINA: los años de gloria”. En diario La Época (01/03/1988).
Afiche promocional publicado en diario La Época (26/11/1987).

NELTUME EN LA MEMORIA: TESTIMONIOS (1981-2021) | EL SUDAMERICANO

por Guillermo Correa | 30/06/2021 * A 40 años de la formación del destacamento guerrillero «Toqui Lautaro» en las montañas de Neltume. Valdivia * El 27 de junio de 1981 el Destacamento Guerrillero …

Origen: NELTUME EN LA MEMORIA: TESTIMONIOS (1981-2021) | EL SUDAMERICANO

NELTUME EN LA MEMORIA: TESTIMONIOS (1981-2021)

 

por Guillermo Correa | 30/06/2021

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A 40 años de la formación del destacamento guerrillero «Toqui Lautaro» en las montañas de Neltume. Valdivia

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El 27 de junio de 1981 el Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro (DGTL), integrado por combatientes-militantes del MIR, fue detectado por las fuerzas militares de la dictadura, interrumpiendo el proceso de desarrollo de la conformación de una fuerza guerrillera en las montañas de Neltume, proceso que solo alcanzó a implementar en forma parcial la etapa de exploración, conocimiento y acondicionamiento del terreno.

Hoy, 40 años después de dichos acontecimientos, Ibar Leiva Quevedo y Jaime Castillo Petruzzi, dos ex combatientes y sobrevivientes del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, entregaron sus testimonios, análisis e interpretaciones del significado de dicho proceso, como asimismo hablaron de las enseñanzas y proyecciones que de él se pueden desprender para las luchas populares de liberación del presente y futuro en nuestro país.

El Centro Cultural Museo y Memoria de Neltume organizó ayer domingo 27 de junio del 2021 un Conversatorio virtual con estos compañeros denominado “Memoria Persistente: a 40 años del Campamento Toqui Lautaro”, actividad realizada en conjunto con la Radio Comunitaria Los Placeres, el Centro Cultural Roberto Matta y la colaboración de Red de Medios Radiales del Wallmapu y la Patagonia. Este encuentro fue moderado por Luis Cartes, profesor de Historia y encargado del área de biblioteca del Centro Cultural Mueso y Memoria Neltume.

Luis Cartes al introducir el tema manifestó que:

“la idea es que nos puedan contar el contexto político en que se da este hito y mirarlo también con perspectiva conversando en torno a ciertas continuidades históricas, proceso histórico y proyecto político que se expresó en ese plan y qué se puede observar en la actualidad , cuando vivimos un despertar de la lucha social y popular desde el 2019 en adelante…” Más adelante les planteó la siguiente pregunta para iniciar el Conversatorio: “cuál fuela  experiencia y por qué se desarrolla este proyecto guerrillero en la precordillera valdiviana.”

Transcribo a continuación algunas partes de las intervenciones:

IBAR:

“Soy militante del MIR desde inicios del año 70, en la zona sur, en la Araucanía, siendo estudiante de la Escuela Normal de Victoria. Como mi origen es de campesino me ligué tempranamente a las tareas con el MCR, Movimiento Campesino Revolucionario. En ese plano conocí a Paine que es el compañero que posteriormente fue el jefe del DGTL. Después del golpe militar fui detenido, preso, salgo al exilio y me radico en Holanda y es allí donde, reincorporado a la orgánica del Partido, del MIR, me ligo a lo que va a ser el proyecto guerrillero. Llega también a esa ciudad Paine y por lo tanto desde el primer momento tenemos contacto cercano, y cuando se  nos convoca, dada mi experiencia en el trabajo con campesinos, y además porque ya tenía algún nivel de experiencia militar, Paine me convoca a la tarea y por supuesto que me sumé con mucha alegría incluso.

(…) En relación con la Operación Retorno decir claramente que esta no es una operación militar, como se ha pretendido describir por parte de los aparatos represivos y la prensa al servicio del modelo, fue un Plan Político que definió el Partido por algunas razones bien específicas. Primero porque el Partido definía ya el momento como un cambio de la situación política en Chile; quedaba un poco atrás el repliegue de las masas y a nivel del Partido se empezaba a recomponer, y por lo tanto ya estábamos en condiciones de dar una respuesta diferente. La orgánica partidaria, se decía en aquel momento, ya estaba reconstituida en gran parte del país. También la existencia de muchos militantes en el exilio, en Europa y Latinoamérica, que por esos tiempos estábamos radicados por distintas razones por allá. Una gran cantidad de los compañeros habían salido desde las cárceles expulsados del país.

Había otro elemento que se tenía en cuenta y es que había importantes relaciones con países y organizaciones políticas de la izquierda a nivel internacional, Cuba, Vietnam, Libia, por nombrar algunos países, y además partidos políticos y distintas organizaciones a nivel de todo el mundo.

Estas eran un poco las condiciones que hace de que el Partido se plantee el Plan 78, como fue conocido por nosotros, y que en su ejecución práctica le denominamos el retorno al frente.

En relación a por qué la cordillera de Valdivia hay varios elementos. Lo primero es que allí hay un historial político, el Partido tuvo mucha presencia y condujo todo lo que fue la conformación del Complejo Maderero de Panguipulli. Las tomas de fundos estuvieron lideradas por compañeros, había un grupo importante de militantes del MIR en esa zona, y también había mucho reconocimiento y cariño por parte de la población hacia nuestros militantes.

El otro elemento que define el por qué esa zona son las características topográficas, la extensión del terreno. Hay que saber que en esa zona es donde Chile en su territorio es la extensión más grande de terreno que hay aquí. Por otro lado esta es una zona que permite entrar y salir con mucha facilidad, retirarse hacia Argentina es muy factible y trasladarse hacia el centro y sur de Chile también.

Otro elemento es que existía en el exilio muchos militantes que eran del lugar y esto supone un conocimiento básico de la población y del terreno en general. El Camilo, el Rigo, el Óscar, el Hugo, Víctor, el Pequeco, luego se sumó el Pedro, el médico, que también estuvo militando por allí antes del golpe. Por ahí también muy cercano estaba Jacinto, un compañero que tuvo responsabilidad de dirección del MIR en la zona y que por supuesto conocía perfectamente el lugar y mantenía relaciones con mucha gente del sector.

Entonces estos son los elementos que hacen que se configure el proyecto de conformación del Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro. La responsabilidad recayó sobre Paine, que era miembro del Comité Central, el recorrió el exilio buscando a los compañeros, seleccionó a toda la gente, pasamos por Escuela y allí fue tomando forma este proyecto hasta que en algún momento estuvimos en condiciones de hacer ingreso a la montaña.”

JAIME:

“En mi caso muy joven salí al exilio, uno de los casos atípicos aquí en Santiago, porque a mí se me ordenó salir al exterior por parte de mi jefe directo en aquella época, contraviniendo la táctica y postura principista que tuvo nuestra organización de que “el MIR no se asila”. Era tan joven que cumplí 18 años en Francia. Salí por la frontera, con permiso notarial y llegué a Francia a cumplir mis 18 años a fines del 74. A inicios del 77 ya partíamos a nuestra formación político-militar para reintegrarnos  al trabajo partidario donde nos mandara la organización. Siempre tuvimos un nivel de compromiso total. Eso le decimos a nuestra familia, a nuestros hijos, nuestra entrega es parte de una generación que fue total. Para nosotros no había vida personal, vida privada, vida familiar; había estudios que eran congruentes con el desarrollo del compromiso político, y sobre todo lo que era la formación ideológica para ser más fuertes, más claros, más constantes, más consecuentes con nuestro compromiso. Parte de esa generación somos tantos compañeros y compañeras que lo dimos todo por el proyecto, todo por el Partido, todo por la revolución.

Cuando pasamos nuestra Escuela político-militar con varios compañeros que hoy día son héroes caídos en la lucha revolucionaria en Chile, cuando pasamos Escuela el único anhelo inmediato que teníamos era ponernos a disposición de la revolución popular sandinista. Estábamos en la isla cuando estábamos preparándonos para volver a Chile, pero a partir del año 78, fundamentalmente octubre del 78 que empieza la ofensiva revolucionaria estratégica en Nicaragua, lo único que pedíamos nosotros era integrarnos a las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional y ser participantes activos con los conocimientos que habíamos adquirido en las Escuelas que habíamos pasado y contrastarlos en la práctica, desarrollarnos, pulirnos, templarnos más en lo que era la lucha guerrillera concreta, el enfrentamiento directo con las fuerzas del Estado, del Imperialismo. Pero lamentablemente no se nos concedió participar junto al hermano pueblo nicaragüense, porque ya, como ha explicado el compañero Ibar, estaba avanzando raudamente el Plan Retorno y cada uno de nosotros tenía las tareas definidas. De una u otra manera se bosquejaba la estrategia para todo el sur de Chile, el teatro de operaciones sur, y dentro de esa estrategia cada una de las Escuelas y de los militantes, más o menos, estaban siendo destinados.

(…) Ingresamos a Chile, el grupo nuestro, a partir del año 80. En mi caso con la compañera Luisa entramos en el mes de marzo, el 08 de marzo del 80 para ser más preciso, pasamos por Santiago, avisamos que habíamos ingresado y nos fuimos a Temuco. Ahí nuestra misión era encontrarnos con compañeros que venían haciendo el ingreso por tierra, desde Argentina, el compañero Moisés, el compañero Hugo y el compañero Teo, y con ellos tuvimos el primer encuentro y el primer asentamiento de lo que era el grupo inicial, de la exploración del terreno por toda la zona de Coñaripe para arriba.

Así fue como se fueron concatenando los hechos. Todo el año 80 estuvimos desarrollando el compromiso en el monte, en las redes urbanas. A fines del 80 nos bajan a Santiago a hacer trabajo de enlace y comunicaciones con los compañeros de la Dirección Nacional, alimentando los frentes en el sur, y después nuevamente volvemos a subir en el mes de febrero.

¿Por qué volvemos a subir nuevamente al monte?, por cuestiones de golpes represivos. Lamentablemente el compañero Quinchavil y el compañero Campos fueron detenidos el 19 de febrero del año 81, ingresando también por tierra desde Argentina a Chile. Los compañeros fueron desaparecidos. Nosotros habíamos tenido una estrechísima relación con el compañero Campos, Campito, de hecho el fue nuestro jefe de red en La Habana, y el hecho de que el compañera fuera detenido puso en alerta a la Dirección, a pesar de que teníamos en Santiago una muy buena inserción, muy buen trabajo, estábamos haciendo un trabajo impecable hasta ese momento, cien por ciento afiatados en el terreno de la seguridad; de una u otra manera insertos en un medio, con leyenda en el barrio, en fin, teníamos buena disposición, buena movilidad, buena respuesta a las tareas que nos daba la Dirección, pero se optó por mandarnos nuevamente al monte.”

IBAR:

“Un día como hoy, 27 de junio, fuimos descubiertos en la montaña, pero detrás hay toda una historia, entonces quiero contar un poquito eso. Les decía en la primera intervención que fue el compañero Paine, como miembro del Comité Central, el que asume la responsabilidad de conformar lo que sería el Proyecto Guerrillero Toqui Lautaro. A mediados del 78 se comienza con convocar a los distintos compañeros en los distintos países donde se encuentran. El 79 ya estamos en Escuela, en La Isla, y se configura ya lo que va a ser el grupo de compañeros que va a ingresar a esa zona, porque en esa Escuela había también otros proyectos. Hay que mencionar que había un proyecto similar que contemplaba la ubicación en lo que es la Cordillera de Nahuelbuta, ahí también había un grupo importante de compañeros destinados a esa tarea.

Es a comienzos del 80, en marzo precisamente cuando ya comenzamos a hacer ingreso al territorio. Algunos compañeros lo hicimos a través de la montaña, otros lo hicieron en buses por la zona sur y a otros les correspondió pegarse el sustito de entrar por el mismo aeropuerto. Por ahí está Daniela que seguro se va a acordar de ese momento.

Fuimos poco a poco llegando el grueso de compañeros y ya en marzo del 81 es cuando definitivamente estamos todos. Somos 15 compañeros en la montaña y estamos estructurados como fuerza militar, como Destacamento, agrupados en tres patrullas, más el mando que estaba constituido por el compañero Paine y el compañero Pedro. Las tareas allí son múltiples porque lo que sabemos de la zona es muy poco. Si bien es cierto que había compañeros que eran de allí, pero su conocimiento era muy general, lo particular todo lo tuvimos que ir descubriendo por el camino.

Las primeras tareas fueron exploración, levantamiento de mapas, acondicionamiento del terreno, comenzamos la construcción de los tatús, que más tarde serían una tremenda herramienta de sobrevivencia. Además de todo el trabajo que se estaba haciendo abajo en función de la conformación de las redes de apoyo para resolver el tema de alimentación y materiales especialmente.

En el año 81 nos encontrábamos, después de muchos días de nieve, construyendo un tatú gigante, que en realidad era un tatú que iba a permitir pasar el invierno para todo el personal, pero junto con ello la construcción de algunos talleres. Por lo tanto la pega era como grande y estábamos en esa tarea, iniciando esa tarea. Ese día fue un día muy especial porque después de haber nevado mucho, ese día había sol y desde los árboles estaban cayendo pelotones de nieve que producían mucho ruido y, por lo tanto, no permitía escuchar. En ese tiempo nuestro principal sistema de alerta eran los ruidos, porque estando ubicado en plena montaña, cualquier ruido se escucha desde muy lejos. El cantar de un pájaro, el carpintero picoteando un palo o un animal que anda uno lo puede escuchar si está en silencio. Ese día no se podía escuchar nada por este ruido que producían los pelotones de nieve.

En eso estábamos, alrededor de las once de la mañana, cuando sentimos un grito y la primera ráfaga de un fusil sobre nuestras espaldas, muy cercana. Recuerdo haberme dado vueltas para mirar y el humo del fusil estaba a tres metros, más no. Pudimos salir del lugar felizmente y reagruparnos posteriormente. Sin duda alguna que nos impactó a todos, la sorpresa fue generalizada, por lo que la reacción es producto nada más que de la sobrevida. Felizmente luego comenzamos a recuperar la capacidad de pensar y nos fuimos reagrupando, y salimos allí de la zona agrupados en dos grupos diferentes que con el correr de los meses nos volvemos a encontrar y lograr recomponer el Destacamento.

Eso es a grandes rasgos el tema de la historia (…) pero es importante decir que fue una tarea trabajada como corresponde, con la responsabilidad que amerita hacerse cargo de un proyecto guerrillero que no era menor, y por lo tanto no hay improvisación. Uno puede reconocer que había muy poca experiencia al respecto y de esto me quiero tomar para hablar de la relevancia que tiene.

La experiencia, aunque militarmente fue derrotada, la experiencia práctica que deja es muy importante para el futuro, así lo creo yo.(…)  Creo que también es importante resaltar lo que fue la consecuencia política revolucionaria de los compañeros integrantes de esta experiencia, sin duda alguna. También un poco la consecuencia de la cultura del MIR. La gran mayoría de nosotros, aparte de ser miristas, éramos guevaristas, y no por el CHE simplemente, sino por todo lo que significa su legado como guerrillero heroico, entonces para nosotros no era nuevo asumir una tarea  de estas características, porque siempre había estado en nuestro pensamiento. La experiencia práctica va a quedar en la historia de la revolución chilena …”

JAIME:

“ (…) Este proyecto iba más allá de la lucha contra la dictadura, lo nuestro era la propuesta de un nuevo mundo, una nueva sociedad, la propuesta de la revolución socialista, avanzando hacia el comunismo, en el marco de una estrategia de guerra popular prolongada, en el marco de la construcción de diferentes fuerzas, en diferentes estadios geográficos, en diferentes niveles de acumulación y de desarrollo. Lucha urbana, lucha suburbana, lucha semi rural, lucha rural, lucha operativa, coyuntural, lucha táctica, lucha estratégica. Todas Conformaban diferentes elementos que coadyuvaban a tener una concepción amplia en el terreno de lo que es el desarrollo y la estrategia de guerra popular prolongada. Insurrecciones locales, parciales, regionales.

(…) Con Pequeco éramos los últimos, él era el último y yo el penúltimo, de la columna que se deslizaba ese sábado 27 de junio del 81, nos desplazábamos y en un momento dado nos atacan desde la espesura, sin ver nada, de noche, con nieve, viento, de un momento a otro empezaron a sonar los disparos desde el cerro hacia el río donde estábamos nosotros por el camino, y producto de eso, tanto el compañero Pequeco como mi persona quedamos desconectados del grueso de la columna que se dirigía hacia los lugares donde estaban los tatúes con el armamento. El compañero Pedro y no sé si el compañero Moisés, conocía  el lugar donde estaba, y en esa dirección se dirigían. En mi caso quedé absolutamente aislado en la mitad del monte, sin armas, solamente mi cuchillo de defensa personal, una barra de chocolate y un pedazo de charqui en los bolsillos. ¿Qué hacíamos en esa circunstancia, a merced del enemigo? Parapetado detrás de un gran árbol mientras nos disparaban y conminaban a rendirnos. En un momento escucho una especie de gran ruido, que puede haber sido un animal, o el viento, o la nieve que caía, pero me parecía ser el Pequeco que se deslizaba por ahí cerca, y nuevamente balazos. Durante unas tres, cuatro horas habremos estado bajo el fuego del enemigo. Siempre pensé que lo habían matado al compañero y me imagino que él pensaba que a mí también me habían dado, la cantidad de balas era impresionante, sin siquiera poder tirarles una piedra a los malditos para no delatar nuestra presencia.

En mi caso personal, tengo que decirlo acá, yo tomé la decisión, porque no tenía cómo contactarme con los compañeros en la espesura del monte y sin armas, sin brújula, tomé la decisión de bajar al llano y avisar al llano lo que había ocurrido arriba. Caminando llegué a Temuco el martes en la mañana tipo medio día. Parecía un mendigo con la ropa raída, sucia, la gente me miraba en la calle y decía de adonde salió este señor y yo haciéndome el loco, mirando para abajo, para el lado, y llegué a la casa de unos compañeros donde pudimos avisar lo que había ocurrido en el monte, que nadie creía, ningún compañero podía dar crédito a lo que había pasado. Cómo, cuándo, dónde, por qué… Así fue la historia por mi lado.

*

— Ibar explicaba en sus dos intervenciones el panorama general de lo que es la Operación Retorno y un primer concepto que creo que tenemos que tener muy claro es que la experiencia que el Partido implementó está lejos de ser un foco guerrillero. La teoría del foco esta circunscrita a las enseñanzas que nos dejó el Comandante de América, Che Guevara, donde él, a la luz  de lo que fue su experiencia de lo que fue la Revolución Cubana, el concibe el hecho de que un puñado de combatientes puede desarrollar una dinámica de confrontación tal en una zona geográfica específica y de ahí hacerla crecer como el foco guerrillero que en alguna medida él pensaba, creyó o analizó que fue la situación de Cuba. En Cuba, posteriormente, los estudiosos han profundizado mucho en esto, existió una situación pre revolucionaria, previa al desembarco de los compañeros el año 56, entonces no es casualidad cuando los sobrevivientes del desembarco incursionan en los inicios en la Sierra Maestra van contactando a comunidades campesinas levantadas, a centros poblacionales levantados, a dirigentes sociales, campesinos y obreros levantados, ligado esto además al trabajo interno que tenían en las ciudades los compañeros  del Movimiento 26 de Julio. Entonces se caracteriza la irrupción de la lucha guerrillera rural en Cuba en ese concepto de una situación pre revolucionaria, de alza del movimiento de masas, de profunda radicalidad de la lucha en las grandes ciudades, empalma perfectamente en eso.

Otras experiencias foquistas claramente conocidas en América Latina, en las ciudades, Brasil con Marighella, o en Bolivia la guerrilla de Teoponte, entre otras, fueron viéndose contrastadas con la necesidad de hacer un trabajo en profundidad en el seno de los pobres del campo y la ciudad, y la construcción de Partido, la construcción de redes, la construcción de los espacios políticos, orgánicos donde desarrollar esa conformación de fuerza militar, y eso es lo que reivindica el Partido en un concepto y estrategia de Guerra Popular Prolongada donde no cabe el concepto de creer que un grupo de combatientes va, como quien dice por arte de magia, a diseminar, difundir, la guerrilla. No es así. Eso es importante remarcarlo, que todos formamos parte de un complejo proyecto táctico y estratégico a nivel nacional, y sobre todo en el teatro de operaciones sur donde se iban a levantar tres frentes guerrilleros. Estaban claramente definidas las tareas, definidas las estructuras que iban a estar en la montaña, la logística, las redes de apoyo, el trabajo en los frentes sociales, sindicales, campesinos, de estudiantes en las ciudades. Todo parte de un gran complejo que estaba siendo desarrollado. Nos pillaron a media máquina a nosotros.

(…) Entonces reivindicar todo eso, la complejidad del proceso, la complejidad de la lucha de clases que enfrentábamos en Chile contra la dictadura, la enorme cantidad de errores que cometimos nosotros como militantes al ejecutar estas políticas, tenemos que ser en esto muy auto críticos. Por ejemplo, y eso es necesario decirlo porque es importante para todos nosotros, hubieron varios encuentros con campesinos, previos a la irrupción del Ejército en el Campamento, que se fueron lamentablemente sumando. Y la inteligencia del enemigo buscaba cuatreros, buscaba militares argentino, y también buscaba guerrilleros. No sabían ellos que es lo que tenían al frente, según las diferentes entrevistas, documentos, análisis que se han ido haciendo. Para ellos fue también una tremenda sorpresa encontrarse con un grupo decidido de combatientes de la Resistencia Popular en el seno de la montaña. Jamás hubieran pensado que en invierno, que la nieve te llega a un metro un metro y medio, en esas condiciones tan adversas geográficamente, iban a haber un puñado de compañeras y compañeros tratando de levantar una estrategia. Inédito para el caso de Chile.

(…) Quizás acá la gran limitante que tuvimos nosotros es que no teníamos autosuficiencia, no había qué cazar, qué pescar, para abastecernos, autoalimentarnos, entonces lamentablemente o necesariamente dependíamos de las líneas de abastecimiento que los compañeros desde el llano, como le llamábamos a las ciudades, mandaban para arriba. Igual eso estaba muy bien trabajado, el secreto nunca se develó, nunca se conocieron las estructura que compraban, almacenaban, llevaban hacia arriba y después nosotros las metíamos en los tatús, y como dijo en algún momento el compañero Moisés, Ibar, eso fue fundamental para la sobrevivencia de los compañeros que no pudieran romper el cerco. Se guardaron allí las armas, uniformes y también vituallas.

La situación lamentablemente no nos favoreció. Otro hubiera sido el cantar si es que hubiéramos estado armados en ese momento.”

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IBAR:

“Para complementar un poco lo que decía Jaime y para negar esta creencia de que el proyecto Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro estuvo orientado por la definición de foco. Definitivamente no fue así, y tanto es así que precisamente el tema del armamento, de por qué no se le dio prioridad uno a la subida del armamento tenía que ver con que había una gran definición que se había tomado y esa definición decía – y aquí respondo un poco al por qué se inicia la Operación Retorno y la línea de vuelta al frente es porque el Partido, y lo decía anteriormente, había definido que ya en Chile la situación de repliegue de las masas había terminado y que se venían encima grandes manifestaciones de masas, que es lo que pudimos ver después el 82 al 83- que nosotros deberíamos estar preparados como Destacamento para irrumpir en el momento en que se dieran esas grandes manifestaciones en las ciudades, y por lo tanto el entrar en combate no estaba definido a priori, sino que iba a estar en función de aquella situación. Se fijan. Entonces el ingreso del armamento no estuvo condicionado por la necesidad urgente de entrar en combate, de la tropa. Y pasa lo que pasa en definitiva, porque no estaba en nuestros planes la irrupción del enemigo antes que nosotros entráramos en acción.

Claramente no teníamos concepción de foco en la perspectiva de nuestro accionar.

Qué habría pasado, como dice Jaime, si estábamos armados, y también digo yo qué habría pasado si es que nosotros estamos en condiciones  en la montaña, con todo el conocimiento que ya habíamos logrado de ella, de entrar a accionar en función de las grandes protestas que se dieron a nivel nacional. Seguramente la situación habría sido otra, pero eso no fue así y claramente nos tenemos que quedar con un poco el sabor amargo de la derrota, porque nosotros llegamos allí no para ser derrotados, sino que para triunfar, y nos tenemos que quedar con el dolor de tantos valiosos compañeros caídos, pero también con el aporte de una experiencia que ahí está y que el día de mañana, si alguien piensa que va a subir a la montaña sabe, a diferencia de nosotros, de que tiene que llevar varias cositas consigo.

Creo que igual es valioso el aporte, la trascendencia de nuestros compañeros y la experiencia ahí está, y también la disposición de los que sobrevivimos a seguir siendo un aporte para la causa de nuestro pueblo ahí está.”

JAIME:

(…) A la luz de lo que ha pasado a partir del 18 de octubre, vemos como se han unificado las luchas, vemos como las banderas que se levantan, las canciones que se levantan, vuelven a serlas mismas reivindicaciones que nosotros levantábamos y enarbolábamos . Nos vemos ampliamente gratificados con todo lo que ha sido el despertar de esta revolución social que empezó en octubre del año 2019. Es decir, para los que combatimos en toda esa época de los 80 acá en Chile, decimos que la lucha, la entrega, fue un plus más a generar conciencia, a generar rebeldía, a generar organización, a generar lucha contra el capitalismo, contra esta sociedad que nos oprime en todos los terrenos.(…) Todo eso estalló con mucha fuerza a partir del 19 de octubre.

(…) Nosotros al inicio decíamos nuestra lucha no fue en vano, la semillita que plantamos no fue en vano, y ahí se veía en las manifestaciones en la calle, en las canciones, en las consignas, en reivindicar a nuestros caídos, a nuestras caídas. De eso se trata. El concepto de entender que toda la lucha, la historia de las luchas de nuestro pueblo, están marcadas por diferentes hitos de pequeñas victorias, hitos de pequeñas o grandes derrotas, pero que van constituyéndose en el acervo de la memoria del pueblo, en el acervo de la cultura de lucha de nuestro pueblo.

(…) Está todo por hacer. Hoy día, en plena pandemia siguen las movilizaciones, sigue  articulándose la resistencia al neoliberalismo de una u otra manera, en los territorios, en las propuestas. Personalmente soy de la opinión de que hay que utilizar todos los espacios posibles habidos y por haber, todas las formas de lucha habidas y por haber, no todas las formas de lucha menos una. Creo que hay que ser consecuente con lo que uno plantea y en este momento la batalla se está dando en torno a la constituyente, en torno a la nueva Constitución, en torno a fortalecer la organización de base de nuestro pueblo combativo en los territorios, a lo largo y ancho del país. Pienso que por ahí va.

(…) Quisiera reivindicar algo que fue el ADN de los miristas y que siempre fue planteado a la luz de la experiencia de las revoluciones mundiales, de la historia de las revoluciones mundiales, y es que nosotros siempre nos vamos a encontrar en el dilema de hacer reformas o revolución, revolución o reformas, siempre vamos a estar en esa  permanente contradicción en lo que es esta enorme y larga lucha de liberación de nuestro pueblo y nuestra América Latina. Un poco esa reflexión, estar atentos siempre  a las trampas político ideológicas que nos va poniendo el entorno, el lenguaje, la trayectoria, los compañeros que representan tal o cual tendencia, tal o cual propuesta y siempre abrir el camino, reforma o revolución y apuntar a lo que sean justamente experiencias como la del poder popular  en Neltume, o en los barrios populares de las grandes ciudades durante  la época de la Unidad Popular, o ahora mismo la construcción del poder popular en los territorios, donde de una u otra manera se va gestando  esta concepción de la necesidad de la unidad desde la base misma, bajo el concepto feminista, antipatriarcal, igualitario, absolutamente respetuoso del medio ambiente y sobre todo de confrontación  neta, de plano, frontal con el capitalismo y el concepto individualista de hacer historia y construir las sociedades. El pueblo ayuda al pueblo, solamente el pueblo ayuda al pueblo. Hay que reivindicar este concepto permanentemente.

(…) En cada espacio que podamos participar  hacer llegar nuestra voz a los compañeros y compañeras que nos escuchan, para  pedir, exigir, unir fuerzas , luchar a como dé lugar por la libertad de los presos políticos, por la libertad de las compañeras prisioneras políticas. Todos aquellos compañeros que han caído antes, durante y después del estallido social…”

IBAR:

“Estoy tremendamente optimista a pesar de que mi visión es un poco limitada por el hecho de estar viviendo en una comunidad bastante pequeña, con características especiales, creo que a diferencia de las grandes ciudades donde se puede palpitar de más cerca este renacer de la esperanza, cambia un poco la visión y ayuda a tener una mejor  idea de lo que está sucediendo. Pero desde acá, desde esta comuna y con las características especiales que tiene la Araucanía el Wallmapu, ciertamente que le da un tono distinto y que hace que, a lo menos en lo personal, esté bastante entusiasmado con la nueva etapa que se abre a partir del estallido social.

Creo que es un momento político complejo de todas maneras, mi optimismo también  a veces choca con la realidad objetiva que desde mi punto de vista personal puedo ver. Sin duda que la caída del socialismo soviético, Polonia, Libia, Alemania Democrática, el muro; el fracaso de la estrategia política de la izquierda revolucionaria también, que debemos asumir; la colaboración de clases del reformismo y la socialdemocracia; el hegemonismo del Imperialismo Norteamericano; el surgimiento del neoliberalismo y su penetración cultural en amplias masas populares; las secuelas traumáticas que dejaron las dictaduras militares con su reguero de muerte y laceraciones en nuestro pueblo, todavía están presentes dentro de las conductas de nuestra gente. Creo que allí todavía hay mucho que analizar.

(…) Es bueno ser optimista, creo que efectivamente hay situaciones que nos hacen pensar que estamos entrando en una etapa diferente, pero creo que todavía nos falta y allí yo echo de menos la organización, creo que la debilidad más grande que estamos teniendo en este momento es la organización. Le doy mucha importancia porque mi experiencia  política, de vida, parte desde la organización de las juventudes políticas de aquel tiempo, la militancia, la capacidad que logramos de análisis, de preparación, de manejo teórico, de manejo práctico, manejo político, manejo militar, la teoría marxista, el leninismo, son todos elementos que yo sigo reivindicando y que siento que todavía están en un nivel que necesitan ser puestos sobre la mesa.

Espero que en las próximas batallas vayamos ganando terreno también en estos aspectos. Hay mucha experiencia a la que podemos echar mano, a nivel mundial a nivel latinoamericano, a nivel de organizaciones revolucionarias, de experiencias prácticas, que no puede ser desconocida y que nos deberían dar un caudal de confianza y de posibilidad de éxito más allá de las improvisaciones.

Nos tenemos que seguir sumando y espero que las próximas batallas vayan configurando un panorama de transitar por una vía al socialismo que nos asegure que sí esta vez vamos a tener éxito.

Quiero reconocer en los participantes del estallido social la continuidad de los anhelos de justicia de nuestros compañeros caídos en Neltume, particularmente dada la ocasión que recordamos y la vigencia y la necesidad de recrear una política revolucionaria acorde con la complejidad política y social histórica actual. Decir con respeto y humildad que personalmente sigo pensando  que en teoría y práctica el marxismo leninismo es la herramienta central para el análisis y acción de las luchas actuales, y la visualización para la sociedad socialista como etapa necesaria previa al logro e instauración del comunismo y la liberación total de la condición humana.

Creo que el actual momento exige organización, más organización, más organización y unidad especialmente en los sectores revolucionarios. (…) Nuestros compañeros están presentes, hicimos el mejor de los esfuerzos, dimos lo mejor  de sí en aquel momento y con el dolor de haberles perdido, aquí estamos y seguiremos estando  al servicio de la revolución de nuestro pueblo”

INTERVENCIÓN DE DANIELA (MAYA):

“Desgraciadamente no pudo estar acá la compañera Bea porque está enferma, pero ella estuvo arriba en el monte con el grupo del Destacamento, porque hay que decir también que hubimos mujeres que estuvimos comprometidas con el proyecto y fuimos parte del proyecto. Yo me siento muy halagada de haber sido parte de este grupo, haber sido seleccionada por el compañero Paine, un tejedor enorme de relaciones humanas. Lamentablemente no alcancé a estar en la montaña, porque era del segundo grupo que venía.

Siento que ayer nos faltó ese momento que tuvimos hoy día en el estallido social. Ayer tuvimos el proyecto, unidades tácticas en el valle, Partido en las ciudades, pero nos faltó el momento, estábamos trabajando para ese momento y desgraciadamente nos sorprendieron antes de tiempo.

(…) Siento que en ese estallido faltó lo que teníamos en la primera etapa, faltó la organización, porque el momento de las masas, del rompimiento de las masas, no es tan prolongado en el tiempo y las organizaciones tienen que aprovechar ese momento, y el principal momento se nos pasó. Ahora hay que trabajar para reconstruir

Operación Retorno del MIR: Más de 100 documentos y fotografías componen nueva colección del Archivo Digital de Londres 38

Operación Retorno del MIR: Más de 100 documentos y fotografías componen nueva colección del Archivo Digital de Londres 38

Publicado el 15 de agosto de 2023

Hoy, 15 de agosto, al cumplirse 58 años de la fundación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR; en Londres 38, espacio de memorias, nos emociona anunciar el lanzamiento de la Colección Operación Retorno, la que se incorpora a nuestro Archivo Digital. Se trata de 107 archivos (29 documentos y 78 fotografías) vinculados al proceso de retorno a Chile de militantes del MIR.

¿Qué fue la «Operación Retorno»?

Fue una estrategia llevada a cabo por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, que tuvo lugar desde 1979 y que también fue conocida como «Plan 78», con el objetivo de recomponer la estructura mirista -gravemente desmantelada por la represión desatada tras el golpe de Estado- buscando consolidar una guerrilla para derrocar la dictadura encabezada por Augusto Pinochet.

Esta, implicaba el regreso clandestino a Chile de militantes del MIR, que se habían preparado militarmente en países como Cuba, Vietnam o Argelia, entre otros. La decisión de impulsar la política de retorno se fundamentó en la identificación, desde fines de 1977, de una nueva etapa de la «lucha de clases nacional». En las resoluciones del Pleno anual del Comité Central del MIR del año 1978, se la caracterizaba como «un cambio significativo en la correlación de fuerzas entre las clases fundamentales, dentro de los marcos del periodo contrarrevolucionario en curso. Dicho cambio posibilita la recuperación de la iniciativa política y la capacidad de ofensiva de la clase obrera y las masas populares, pero no permite aún la confrontación decisiva con el régimen».

En palabras de Guillermo Rodríguez, ex preso político y militante del MIR retornado a Chile, el objetivo de la Operación Retorno era «avanzar hacia una creciente acumulación de fuerza social, política y militar que nos permitiera a largo plazo derrotar a la dictadura desde abajo y establecer un Gobierno Democrático, Popular y Revolucionario, (…) combinando las acciones clandestinas con el impulso de la lucha abierta, ofensiva y directa1.

Para Lucía Sepúlveda, periodista y dirigente del MIR durante la dictadura, la Operación Retorno «fue una contribución bien importante del MIR a la lucha de resistencia y bastante desconocida, porque refleja esa voluntad de los militantes y de compañeros para reintegrarse a Chile después de haber estado presos, y vivir en el exilio y haber generado otras vidas, pero ellos, de todas maneras, quisieron volver a luchar en lo que llamábamos el frente. El frente era Chile, el frente de lucha (…). Entonces, en distintos años y para distintas tareas, fueron llegando compañeros que venían clandestinamente a Chile, la mayoría clandestinos, después también llegaron algunos para tareas abiertas, como por ejemplo, mi colega Pepe Carrasco, de un gran legado también»2.

Con el retorno de militantes, el MIR buscaba, entre otros objetivos, fortalecer los procesos de construcción partidaria y fuerza social organizada, el despliegue de la propaganda armada en las ciudades, preparar las condiciones para el desarrollo de frentes guerrilleros en la cordillera de Nahuelbuta y Neltume, así como fortalecer e impulsar la organización y acciones de resistencia a la dictadura a lo largo del país.

Colección Operación Retorno en Londres 38

La colección contiene una cantidad acotada de documentos, particularmente de los compañeros que integraron el Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro que se internó en las montañas de Neltume entre 1980 y 1981, y que concluyó con la detención, desaparición o asesinato de la mayoría de sus integrantes.

El fondo se compone de tres secciones:

Estas secciones se dividen en subsecciones, que contienen documentos y fotografías de militantes, sus documentos de viaje, otros vinculados a las distintas técnicas para la vida en clandestinidad, y a la instrucción política militar que recibieron las y los militantes para el ingreso -generalmente ilegal- a Chile, documentos internos del MIR sobre el plan de retorno y fotografías de actividades conmemorativas en homenaje a los miembros asesinados posteriormente por la dictadura, en ese periodo.

Proceso de entrega de documentos a las y los familiares

La mayoría de los documentos que forman la colección fueron recibidos por Londres dentro de la donación de Manuel Cabieses, Director de la revista Punto Final, a fin de poner en valor estos documentos y la historia que portan una porción de ellos fueron agrupados junto a otras donaciones para difundir y poner en valor lo que fue la llamada Operación Retorno o Plan 78 del MIR. En la etapa de investigación, para contextualizar la documentación y reconocer que se trataba de registros originales, la decisión fue contactar a familiares de las personas a las que pertenecían.

A la fecha, se han realizado cinco encuentros presenciales, instancias cargadas de emociones en las que y conversación sobre el origen de los documentos, la forma en que fueron recibidos por nuestra organización y como fueron dando forma a la Colección, los criterios usados, así como la invitación a que puedan revisar, comentar, corregir o agregar información y nuevos documentos que quisieran compartir.

En espacios íntimos, movilizando memorias e intercambiando recuerdos, han recibido fotografías, certificados o pasaportes las familias de: Dagoberto Cortés, José AmigoJuan Olivares, Mario Lagos, Mario MujicaPróspero GuzmánRaúl Obregón y Sergio Peña. La labor desarrollada es un proceso abierto, tanto a seguir entregando documentos, a recibir y poner a disposición nuevos registros, como a activar su uso y apropiación.

Muchas gracias a todas y a todos quienes han hecho posible la valiosa Colección Operación Retorno, disponible pública y libremente en el Archivo Digital de Londres 38.


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1. Entrevista a Guillermo Rodríguez, disponible en el Archivo digital de Londres 38

2. Entrevista a Lucía Sepúlveda, disponible en Archivo digital de Londres 38

LOS VIVOS Y LOS MUERTOS: DUELO Y RITUAL MORTUORIO EN LOS ANDES

https://jichha.blogspot.com/2023/11/los-vivos-y-los-muertos-duelo-y-ritual.html#google_vignette

Clara Bustos Urbina.

Los andinos tienen una relación amigable y familiar con la muerte y sus muertos. No por ello, exenta de pena. Por medio de esta serie de detallados relatos etnográficos, el lector -andino o no- va reconociendo esta relación y con ella, va descubriendo no sólo un sentimiento, sino una forma de vida ancestral y futura, que el tema de la muerte va entregando acerca del pueblo andino.

La ritualidad al momento de despedir al muerto, que comprende etapas varias, repetidas en los distintos sectores aunque no por ello iguales; así como las celebraciones de fiestas católicas yuxtapuestas con creencias y prácticas ancestrales, visible en signos, elementos y oraciones, el llamado, la espera y convivencia con las almas, una vez más nos enseñan que para la gente de los Andes nada es aislado ni porque sí. Desde las señales -dadas por integrantes de la naturaleza como un ave o por parientes ya fallecidos a través de sueños, por ejemplo- hasta la cosecha del año, tiene y tuvo que ver con el actuar de alguien muerto. Pero éste no actuó solo. Pretender seccionar los sentires, pareceres, quehaceres y creencias andinas es simplemente desconocer el Ande, donde vivos y muertos, divinidades, astros, trabajo y fiesta, religiosidad, animales, flora, en un actuar cíclico e interrelacionado. Por lo tanto, la muerte, su duelo y los ceremoniales que le rodean también.

Este libro es una invitación a conocer o reconocer esto. Donde eso sí no existe pie para la incredulidad ni el relativismo, porque en dos premisas se parte y descansa: hay vida después de la muerte y los muertos viven en su mundo y con nosotros.

Entre las exposiciones reunidas en este libro están por un lado los testimonios de los mismos andinos y, por el otro, relatos elaborados por investigadores con formación académica que han sabido penetrar el significado de los ritos que presenciaron en diferentes comunidades de la región andina.

Los autores andinos son: Efraín Cáceres Chalco con «La muerte como sanción y compensación: visión de equilibrio y reciprocidad en Cusco», quien asegura que la muerte en los Andes es concebida como una continuidad de la vida. No es una ruptura, sino, por el contrario, un paso más que da el ser humano en forma natural de ésta a la otra vida; Manuel Escalante Pistán, «La mesa de Todos Santos en San Pedro de Atacama, Chile», donde describe un ritual mortuorio típico de convivencia entre vivos y muertos, detallando los alimentos rituales para unos y otros; Luperio David Onofre Mamani «Alma imaña. Rituales mortuorios andinos en las zonas rurales aymaras de Puno Circunlacustre, Perú» que expone también de los rituales antes, durante y después del entierro, y explica el significado del duelo, las fiestas mortuorias, la relación entre vivos y muertos y el papel de los especialistas rituales de la comunidad; Víctor Bascopé Caero, «El sentido de la muerte en la cosmovisión andina. El caso de los valles andinos de Cochabamba» quien enseña e interpreta los rituales del Departamento de Cochabamba, el trasfondo mitológico y la cosmovisión religiosa que éstos representan, demostrando así su tesis que, para el andino, la muerte es parte importante de la vida, porque es el retorno al principio; Luis Enrique Cachiguango, «¡Wantiay…! Ritual funerario andino de adultos en Otavalo, Ecuador», en el que describe los rituales y las costumbres mortuorias, a partir de sus propias vivencias y la interpretación de sus parientes mayores. Cachiguango explica la importancia de los juegos alegres para divertir las almas durante el velorio de cuerpo presente y para aliviar su pena por la despedida. De gran interés son también los elementos de uso personal regalados al muerto cuando parte para su largo viaje, y los mensajes para otras almas de familia fallecidos antes. Y Orlando Acosta Veizaga, «La muerte en el contexto Uru», que describe y explica los rituales fúnebres de los Chipayas, quienes expresan con más fuerza y claridad la relación entre vivos y muertos. En su relato todo huele al campo andino: muestra que los muertos son parte viva y activa de la comunidad y de la familia, comprometida con fuertes lazos de reciprocidad social y económica.

En tanto, los autores del segundo grupo son: Gerardo Fernández Juárez «Almas y difuntos: Ritos mortuorios entre los aymaras lacustres del Titicaca», que presenta las bases documentales de las prácticas rituales mortuorias en la zona lacustre del Altiplano boliviano, dando amplia atención a los banquetes y agasajos ceremoniales, la inhumación y las ofrendas en las manifestaciones del duelo; Marieta Ortega Perrier, «Escatología andina: en torno a rituales mortuorios de Isluga», que se refiere a las prácticas funerarias observadas en la comunidad de Isluga (Tarapacá, Chile), cuando se pregunta por la concepción andina del alma, o del muerto; María de Hoyos «Saliendo del Cajón por el río Jordán» quien presenta los resultados de su investigación de las costumbres funerarias en el valle del Cajón de Catamarca, en el N.O. de Argentina, a 3000 m.s.n.m.; Juan van Kessel, «El ritual mortuorio de los aymaras de Tarapacá», donde describe los momentos culminantes del ritual mortuorio y los símbolos más expresivos, para destacar la relación que éstos expresan entre vida y muerte; vivos y muertos; tierra y muertos; los lazos que con el rito se cortan y los que se estrechan; el paralelismo entre ritos de nacimiento y ritos mortuorios, ambos practicados para ayudar al naciente/agonizante en su paso al nuevo estado de su vida y apoyar a su familia/ayllu/tierra en este trance; y finalmente Argimiro Aláez García, «Duelo andino: sabiduría y elaboración de la muerte en los rituales mortuorios», cuya pregunta central es: ¿cómo el hombre andino enfrenta el hecho de la muerte en sus gestos rituales y simbólicos?, indicando los diversos pasos de la elaboración del duelo en los ritos mortuorios en Chiapa, Limaxiña, Sibaya, Mamiña y otros pueblos, cuatro pueblos del Departamento de Tarapacá, Chile, donde el autor -sicólogo y sacerdote- se dedicó muchos años al servicio pastoral.

Fuente:https://iecta.cl/revistas/volvere_4/resena.htm